A partir de ese momento nos dirigimos andando a Tianzifang, donde estuvimos una mañana el año pasado, y eso debe pensar mucha otra gente porque aquello se va animando cada vez más.
A partir de ese momento nos dirigimos andando a Tianzifang, donde estuvimos una mañana el año pasado, y eso debe pensar mucha otra gente porque aquello se va animando cada vez más.
Al pasar por delante del parque Fuxing decidimos dejar el recorrido recomendado y entrar a visitarlo. Y ha sido un acierto.
Parece que el tiempo se va arreglando y aunque no lucirá el sol, o lo hará solo un poquito, no debemos preocuparnos por el paraguas. Este cambio se nota en que nuestros vecinos han aprovechado para tender la ropa en los patios de los bloques que tenemos cercanos.
En el paseo del Bund descubro a un fotógrafo disparando en plan despiste. Está sentado en un banco con la cámara apoyada en sus piernas y dirigida no sé si las piernas de las señoritas que pasan pues si me acerco más a indagar me temo que se hubiese dado cuenta.
Cada pocos disparos levanta la cámara y mira en la pantalla el resultado de la caza.
Si tuviese alto el ego con mis conocimientos de inglés hoy hubiese recibido lo que se llama en la industria del psicoanálisis “a well-aimed kick to the scrotum” o “una patada certera escrotal”.
Voy a la recepción y le digo al joven si habla inglés. Y tenía que haberle dicho: “¿Hablas inglés? Pues yo no”. Porque le pregunto que dado que hoy es el uno de mayo si hay algún acontecimiento en Shanghái tipo concierto, desfiles, festival…Y el joven me saca el menú de los desayunos. Y sin dudarlo ni un segundo.
Hoy hemos llegado a la peor etapa del viaje, de la que ayer la visita al “Chalefú” fue un adelanto: las jodidas compras. Además es casi el único momento de tensión entre nosotros, pero como decía mi madre, o mi padre, pues no lo recuerdo bien, “Todo sea por la paz conyugal”.
Hoy el típico día de viaje sin ninguna mención especial.
Nos despedimos del magnífico hotel y nos vamos una vez más a la cercana estación de ferrocarril.
En el paseo al lado del lago vemos a un señor mayor escribiendo con agua en el suelo. ¡Eso sí que es arte efímero y no el triturar un dibujo que acabas de hacer! Ya vimos esta actividad artística el año pasado cerca de Yuyuán en Shanghái, pero aquel escribía copiando de un libro y este lo hacía de memoria o quizás se lo estaba inventando en ese momento.
Desde nuestra altísima habitación se contempla todas las vías con las entradas y salidas de la cercana gran estación de ferrocarril
Hoy último día en Hangzhou y lo vamos a dedicar a pasear por el lago, hacer un pequeño “crucero” por él y a visitar una calle que recomienda la guía.
Hemos entrado en situación de “laxitud total”.
Ya no hay problemas de transporte, ni búsquedas de excursiones. Todo fácil. Y que siga así.
Ayer leí que el sitio más interesante de visitar aquí era el “Imperial Tea Garden” y como está con letreros indicadores hacia allí nos dirigimos. También leí que costaba 10¥, pero leo, es un decir, las normas que están en la entrada al lado de la taquilla y veo que hay un apartado donde nombra el mágico número de “1,2” o sea niños que miden menos que eso, otro donde está escrito 60 y 69, o sea precio reducido, y otro de 70, o precio más reducido, o gratis, o que los abuelos de más de 70 no podemos entrar.
No hay nada como (no) saber chino.