Nada más levantarme de la cama me toco los pies y parecen de otra persona. Si fuese el Sr. Ortega (D. Amancio) me llevaría a la pedicura de ayer para mi uso exclusivo. Bueno se la prestaría también a Marisa y a mis hijos, pero a nadie más. ¡Qué maravilla!
Abrimos las cortinas y allí está una parte de la ciudad a nuestros pies. (A los nuevos). Es increíble la altura porque además la habitación tiene una pared de vidrio desde el suelo al techo. Afortunadamente no tenemos vértigo.