33. China 2019. 17 de abril, miércoles. Decimosexto día de viaje. Yichang. Primera parte.

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Nada más levantarme de la cama me toco los pies  y parecen de otra persona. Si fuese el Sr. Ortega (D. Amancio) me llevaría a la pedicura de ayer para mi uso exclusivo. Bueno se la prestaría también a Marisa y a mis hijos, pero a nadie más. ¡Qué maravilla!

Abrimos las cortinas  y allí está una parte de la ciudad a nuestros pies. (A los nuevos). Es increíble la altura porque además la habitación tiene una pared de vidrio desde el suelo al techo. Afortunadamente no tenemos vértigo.

La guía dice de esta ciudad que tiene un millón y medio de habitantes, pero Marisa encuentra información en internet en la que dice que tiene 4 millones y medio. Y es que la ciudad propiamente dicha debe tener ese millón y medio, pero el “distrito” tendrá el resto.

También dice que es una ciudad pequeña y compacta. Yo creo que el que ha escrito esto ha llamado al ayuntamiento por teléfono y ha puesto lo que le han dicho, porque no he visto una ciudad menos compacta que esta, y decir que es una “small town”, aunque solo cuente ese millón y medio me parece una gran exageración.

La verdad es que no da apenas más  información, solo que es el fin habitual del crucero de la “Tres Gargantas”. Y lo peor: no hay ningún mapa, como nos pasó con Jinhuá.  Y eso me tiene totalmente despistado. Que no sé si el río Yangzi o Yangtsé está a la derecha o a la izquierda, y si nuestro hotel está en el centro o en el Alcorcón de Yichang. Vaya, que es la ciudad donde me he sentido más incómodo durante todo el viaje. Menos mal que el hotel está francamente bien.

Pero es que hemos venido aquí, no a ver Yichang, sino a buscar ese famoso crucero por el río Yangtzé.

La guía dice  que este crucero se puede hacer en dos tipos de barcos, los “Luxury Cruises” y los “Tourist Boats”.  Los primeros con un estándar internacional de cruceros con el máximo confort y para viajeros occidentales con pocos conocimientos del idioma chino y también para chinos con tiempo y dinero. Duran 3 noches y 3 ó 4 días. Vaya, que están muy bien. Los segundos tardan 40 horas de Chongqing a Yichang. Porque una característica de estas travesías fluviales es que generalmente se hacen en ese sentido, o sea aguas abajo, pero que por ello, según la guía, son más multitudinarias, y además que el recorrido aguas arriba es “menos espectacular”. O sea que tú vas de Molina de Aragón a Guadalajara y el recorrido es más bonito que si lo haces en sentido contrario. Y aún más, que en la carretera puedes elegir vías alternativas, pero en el río no puedes salirte de ahí.

Me parecía tan intrigante esa consideración que escribí esa pregunta para el consultorio radiofónico de un famoso periodista especializado en viajes, Paco Nadal, y, sin esperarlo, contestó en antena a mi pregunta. Y también se quedó sorprendido de esa diferencia.

Así que nosotros decidimos ir río arriba, visto sobre todo como se ponen los sitios turísticos chinos cuando son importantes.

Olvidaba decir que estos “tourist boats” (que no sé cómo traducirlo para distinguirlos de los otros, pues todos son para turistas) son menos profesionales que los otros según criterio de la guía y que están dirigidos a los turistas chinos. También que busques entre varios antes de contratar nada.

Así que con este bagaje de información nos lanzamos a buscar ese crucero fluvial.

Como en el hall del hotel hay una gran mesa con una señorita detrás y pone “Agencia de viajes” me dirijo solícito a ella para interesarme por nuestro crucero. No pienso contratarlo tan rápidamente, pero me haré idea de los precios y condiciones y además seguiré el consejo de la guía de buscar entre varios.

“¿Habla inglés?”. Casi ni levanta la cabeza. Cojo varios folletos de la mesa para intentar decirle que me interesan esos viajes, pero no me hace ni puto caso.

Cuando llegamos ayer a la estación me percaté que a lado de la parada de taxis había un quiosco de CITS, “China International Travel Services”, agencia recomendada por la guía para la compra de billetes de estos cruceros y hacia allí nos dirigimos.

Ahora comprobamos  que del hotel a la estación hay solo 5 minutos andando y que el camino está muy claro, pero ayer era de noche y sin ninguna referencia clara. Por eso el taxista nos debió poner mala cara.

En el camino una piedra, vaya un pedrusco, a los qué son tan aficionados los chinos y los coreanos con una bonita inscripción.

Luego en la plaza de la estación el macetero más extraño de todo el viaje, digno de un restaurante chino español, sino fuese por su tamaño.

Justo en la entrada de la estación veo el letrero salvador: “Tourist Information Center”. Y efectivamente hay una señorita que habla algo de inglés, pero no está interesada en proporcionarnos información sino en vendernos un viaje.  Y los que me conocéis ya podéis imaginar que yo estaba más interesado en los “Tourist boats” de chinos y resulta que mañana no había, solo pasado  y el viaje duraba 2 días, con una sola noche en el barco y además solo la mitad del recorrido era por el río y la otra mitad en autobús y encima teníamos  que esperar un día en esta ciudad haciendo nada;  la otra opción era uno de esos “Luxury” que sí sale mañana pero es de 5 días, 4 noches.

Cuando busqué en España en internet información sobre este tipo de viajes solo aparecían los llamados “cruceros de lujo”, nunca los chinos, chinos, y el programa no me convencía pues aunque siempre eran de 3 ó 4 días, el primero se llegaba al barco ya cenado, o sea solo dormir,  y el último te soltaban en el destino después de desayunar. Y encima todos los días con excursiones opcionales bastante caras. Y sobre todo no te proporcionaban el precio: tenías que escribir tú y te daban la tarifa, imagino que en función de las solicitudes que había. Quizás ocurra en todos los cruceros, al menos en los fluviales, pero  había decidido en casa que aquellos cruceros no me gustaban y aquella joven solo me ofrecía uno de ellos.

Solución, irnos a la cercana agencia CITS para obtener otra información diferente.

“¿Habla inglés?”

Ni para decir “no“. Y eso que la “I” del nombre significa “International”.

Le insisto para que por lo menos intente venderme un viaje y así conocer otras opciones. Nada.

¿Quién nos dijo que viajar por la China era fácil?

Así que tenemos que regresar al sitio anterior y le digo a la joven que de acuerdo.

Ya está resuelto. Pues no.  Demasiado fácil. No admiten ninguna de nuestras tarjetas,  pero está tan interesada en venderme  el viaje que me propone que otro empleado que está allí me lleve a un banco para cambiar. Pero eso no es una opción factible pues me he equivocado con el presupuesto, no en el gasto total, pero sí en la distribución y no tengo previsto cambiar más y sí utilizar la tarjeta. Pero la joven tiene interés y llama por teléfono a Jack. (En este momento sabemos de ese Jack lo mismo que tú: nada). Nos llevan a un taxi, le dan una dirección y un número de teléfono y cuando llegamos a la oficina  de Jack este nos está esperando en la calle: tiene una pequeña agencia de viajes en el hall de un hotel. Habla inglés y nos vende un viaje de los “luxurious”. Y el problema de la tarjeta lo resuelve haciendo que el cargo nos lo pasen por la recepción del hotel que sí admite nuestra tarjeta.

Firmo un contrato de unas 10 páginas, todo en chino por supuesto, excepto dos líneas  que dicen que hago el viaje en un “Foreing Tour Boat”, desde Yichang a Chongqing, el nombre del barco y cuando partimos y llegamos. Ah, y una hoja con el programa de cada día también todo en chino, aunque Jack ha tenido la amabilidad de escribirme en caracteres latinos la tres excursiones que hay incluidas en el precio.

Así ya sabemos que el primer día, mañana, salimos, cenados, a las 6 de la tarde y que desembarcamos el quinto día a las 8 de la mañana.

Y ya tenemos solucionado el problema el viaje, aunque no de la manera que a mí me hubiese gustado, pues no hemos tenido ninguna opción para elegir. Y ni siquiera tenemos un folleto en colores con las características del barco, solo su nombre porque Jack lo escribió a mano en el contrato: “Blue Whale”.

Me percato de que tampoco hemos tenido opción para elegir el tipo de camarote o de cubierta como hacen en todas las propagandas de cruceros y según me cuenta algún amigo que sí los hace.

Creo que nunca he contratado un viaje tan a ciegas.

Le pregunto a Jack, que una vez hecha la venta no nos hace ni puto caso, si puedo ir en autobús a la orilla del río. Y allí vamos.

PS

Detallo todo el proceso porque estoy seguro que después de leer las crónicas del crucero estarás loco por hacerlo  y así sabrás las facilidades que (no) vas a encontrar y las  barreras que te surgirán en el curso de la contratación y abordaje. Y todavía no estamos en el barco.

 

 

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