Último día del viaje y esta vez de verdad.
El “housekeeping” nos dijo ayer que nos prepararía el desayuno a las 7 a pesar de que la hora oficial es a partir de la 8 y que el dueño del alojamiento nos pediría un taxi (“no hay que pagar nada, ni siquiera propinas”) para las 7 y media. Así que todo sobre ruedas.
(Este no ha sido el desayuno, que fue uno de Japón, pero aquí, sin ser maravilloso, estaba bien).