Último día del viaje y esta vez de verdad.
El “housekeeping” nos dijo ayer que nos prepararía el desayuno a las 7 a pesar de que la hora oficial es a partir de la 8 y que el dueño del alojamiento nos pediría un taxi (“no hay que pagar nada, ni siquiera propinas”) para las 7 y media. Así que todo sobre ruedas.
(Este no ha sido el desayuno, que fue uno de Japón, pero aquí, sin ser maravilloso, estaba bien).
Este propietario ha sido muy amable y con el que tenido cruce de cartas y conversaciones telefónicas, pero no lo conocemos personalmente. Más bien extraño.
El joven conductor nos lleva al aeropuerto a unas horas en las que no hay demasiada circulación y conduciendo de una forma tranquila.
Recuerdo el pavor de algunos viajes de Delhi al aeropuerto con el mismo conductor que era budista (una casualidad en un ciudad tan grande repetir con el mismo) y por tanto imagino que creía en la reencarnación y seguramente que la suya sería cojonuda, porque pasamos bastante miedo.
Así que antes de lo previsto llegamos al aeropuerto de Calcuta.
Aunque vamos a Delhi nuestro vuelo debe ser de pasajeros que van a coger otros destinos fuera del país, pues entramos en la zona de “terminal internacional”.
Y esta vez no es un aeropuerto militar como el de Jorhat, pero también está controlado por el Central Industrial Security Force (CISF) lo que implica controles muy cuidadosos de equipajes y personas. Sin embargo aquí no les importa que llevemos una botella de agua.
Hay quien se cabrea por ese control minucioso, pero yo lo prefiero dada la cantidad de sectarios que pululan por el mundo.
En la pista al lado de nuestro avión otro de una compañía nueva para mí y de la que no conocía su existencia. Además imagino que dado el país no debe tener muchos aparatos más: “Royal Bhutan Airlines”.
El vuelo de Calcuta a Delhi es de apenas dos horas, pero te dan una especie de desayuno indio con agua de bebida.
La azafata que nos corresponde es un tanto singular. En primer lugar por su tamaño, porque es un tanto pequeñita. En segundo, porque habla mucho con los pasajeros y se ríe con ellos. En tercer lugar porque le hemos pedido una botellita de agua y nos ha dado cinco. Creo que se las guardaremos a nuestros tres nietos para que beban agua de la India.
Una singularidad de ese avión es que para conseguir que se encendiese mi bombilla lo han tenido que hacer desde la parte posterior del aparato, en esa especie de puesto de mando de las azafatas.
Desde que llegamos a Delhi hasta la hora de la salida hay una hora que parece mucho, pero a pesar de que hemos llegado con 15 minutos de adelanto no ha sido nada, pues hay que volver a pasar el control de equipajes y el personal, pues el de emigración ya lo hemos pasado en Calcuta.
A la salida del avión una jovencita nos espera a nosotros y a dos jovencitas colombianas que también van a Madrid y a la carrera nos conduce por aquellos interminables pasillos hasta el primer control donde para sortear la cola que hay nos piden que mostremos el billete del vuelo de Calcuta a Delhi.
Así que ya tienes un consejo si haces este viaje: tenlo a mano pues quizás te parezca que ya no te hace falta y sí te hace. Y allí nos ponen el primer sello en el billete del próximo vuelo.
Seguimos a la carrera y llegamos a la muy densa fila del control de equipajes y personas. Y si hacemos esa cola perdemos el vuelo. Así que la azafata se adelanta y habla con unos y otros para que nos dejen pasar, pero estamos en la India y las mujeres deben ir por un lado y los hombres por otro.
Nuevo control personal exhaustivo por un número del CISF el cual te pasa cuidadosamente por todo el cuerpo el detector de metales que es tan delicado que pita hasta por un pequeño botón metálico de los pantalones.
Allí te ponen el segundo sello y ya no tienes más cortapisas para ir corriendo hasta la puerta de embarque.
Aunque lo mío ha sido rápido veo que Marisa y las colombianas todavía están paradas en su control.
¡Qué nervios!
Al fin aparece Marisa, corremos y llegamos a la puerta de embarque donde ya están entrando en el avión.
¿Ya está todo?
Pues no, porque tienes que ir a otra cola donde otro miembro del CISF te controla el pasaporte y que tu billete tenga los dos sellos anteriores y te coloca un tercero.
Y vuelves a la cola de embarque donde comprueban que llevas los tres sellos preceptivos y ya puedes entrar en el avión.
¡Que estrés!
Etiquetas: 2019, aeropuerto, Calcuta, Controles aeropuertos, Delhi, India, Kolkata, Madrid
21/03/2021 a las 10:08
¡Madre mía! La primera parte es tranquila, pero al final he terminado con tensión hasta yo. Y eso que preparáis todo con cuidado que si no fuera así, no sé qué os habría pasado.
22/03/2021 a las 11:40
Pues ya ves, hasta un viaje sin importancia puede ser casi emocionante: vaya, la emoción de tenerte que quedar un día en un aeropuerto por aquellas malditas colas; pero prefiero los controles exhaustivos a los laxos.