Llegamos a Dimapur, ya en el estado de Nagaland, y nos vamos juntos los cinco del tren, pero al salir por la puerta de la estación un guardia nos para y nos dice que tenemos que ir a la policía.
Yo sabía que para visitar este estado los extranjeros no necesitábamos ningún permiso especial, pues incluso fuimos a informarnos a la “Nagaland House” en Calcuta, una especie de consulado de este estado, y así nos lo confirmaron.