Desde nuestra altísima habitación se contempla todas las vías con las entradas y salidas de la cercana gran estación de ferrocarril
Hoy último día en Hangzhou y lo vamos a dedicar a pasear por el lago, hacer un pequeño “crucero” por él y a visitar una calle que recomienda la guía.
Hemos entrado en situación de “laxitud total”.
Ya no hay problemas de transporte, ni búsquedas de excursiones. Todo fácil. Y que siga así.
Hoy he descubierto una nueva palabra inglesa de esas de tipo “false friend”: “exahust”. Me imaginaba el resultado conseguido al pulsar el interruptor del cuarto de baño donde estaba escrita esta palabra pero me sorprendió que fuese así y lo he buscado en mi diccionario de referencia: “escape” y “ventilador extractor”.
¿Cuál será su origen? Porque la primera entrada dice “agotarse” y “cansarse”, que obviamente es lo primero que se te ocurre, pero ¿“ventilador extractor”?
Como hoy ha sido un día con poca actividad turística y viajera (a pesar de que hemos dado 15.411 pasos) he dedicado esa parte del cerebro que otros días dedicaba a resolver los problemas logísticos que surgían (demasiados algunos días), a otros pensamientos menos perentorios y así he caído en la cuenta que los próximos pantalones y camisa para viajar me los voy a comprar de color mancha.
Dije hace unos días que mis pantalones acabarían pareciendo pantalones de camuflaje, pero de esos de los cocineros a los que Alberto Chicote pone verdes. Como aquí en China no puedo utilizar Google no sé qué color será ese, pero seguro que está en la escala de Pantone.
Porque en Chongqing, aprovechando que era un alojamiento de mochileros y tenían lavadora y secadora los dejé como nuevos, pero vuelvo a tenerlos hechos un desastre.
Y un consejo relacionado: en China come siempre con algo que esté abierto y así las inevitables manchas acaben en tu camisa, fácilmente lavable, y no en tu cazadora, sudadera o cárdigan. Porque me han alabado en varias ocasiones por mi uso de los palillos, pero creo que es por culpa de ellos, o por la falta de las habilidades precisas, que me mancho tanto.
Quizás ya lo haya escrito en algún otra crónica, pero a los peligros habituales de la lluvia, la peste bubónica y los problemas intestinales tendrías que añadir el de un mal compañero de viaje. Y quizás ese puede ser el principal motivo del desastre. Porque los otros los puedes solucionar (la peste bubónica no sé, pues todavía no me he topado con ella), pero un compañero con el que tengas problemas…
Además ni a la climatología, ni a los problemas digestivo, ni siquiera al jodido anófeles los eliges, pero sí a aquel con quien vas a compartir las alegrías y los infortunios del viaje. Tenlo presente.
Hoy cuando salimos por la puerta del hotel Marisa me dice que los jóvenes de recepción me deben temer por las preguntas que les hago todos los días y que hoy deberán estar extrañados de que no les diga nada.
Al pasar por delante del restaurante del hotel veo las mesas preparadas para la comida y compruebo que siguen los mismos patrones que en el barco: un plato pequeño, un bol con una cuchara tipo chino y un par de palillos. La diferencia es que aquí hay además un vaso normal de vidrio y uno de papel, lo que me sorprende en un establecimiento de esta categoría. Y por supuesto mesas redondas con 10 servicios, aunque debe haber alguna cuadrada más pequeña.
Como todos los días, excepto ayer, comenzamos nuestro viaje diario en la cercana “East Railway Station”, ya sea en tren, autobús o en metro como hoy.
Allí en el gran vestíbulo un policía con una porra en la mano y un ridículo escudo de plástico transparente donde está escrito “Fang Bao” y con cara de pocos amigos.
Busco en internet y dice Wikipedia (lo poco que me permiten leer de ella) que fue un poeta, filósofo e intelectual al servicio de la dinastía Qing. Que es como si llevasen en España en los escudos “Jorge Manrique”, aunque tendrían que ser más grandes. Pero es un buen detalle.
En el gran vestíbulo de la estación hay muchísimas pantallas con información de todo tipo. Veo una con la que imagino que anuncian las estaciones de autobuses y en medio un señor joven calvo con el letrero de prohibido fumar. ¿Relacionan la alopecia con el tabaco?
Los largos viajes en metro me permiten la observación del personal y su comportamiento. Así hoy he llegado a la conclusión de que las señoras y más las señoritas chinas invierten mucho tiempo, y quizás dinero, en sus cejas, o son un prodigio de una mutación genética en el largo camino de la evolución humana, aunque me temo que será lo primero, porque no he visto unas cejas tan perfectas en mi vida. Quizás las coreanas.
También que aunque vemos a muchas señoras con niños, y más hoy que es domingo, y que hemos pasado casi todo el día paseando por el lago, sin embargo veo muy pocas embarazadas. Por cierto que hoy le iba a ceder mi asiento en el metro a una y un joven se ha visto obligado al percatarse del acto a levantarse y cederle su asiento. Ha debido pensar que “ese jodido abuelo extranjero me va a dejar mal y tengo que hacerlo yo”.
Al poco de llegar a Madrid cedí una vez mi asiento en el metro a una señora mayor y esta no contenta con su agradecimiento dijo con voz estentórea: “¡Cómo se ve que aún quedan caballeros!”. Me sentí fatal. Y no volví a sentarme en el metro para no tener que volver ceder el asiento y que me agradeciesen el gesto.
Salimos del metro y camino del lago nos encontramos con una tienda de Zara. ¡Zara, mi Zara!
NB.
No me quedo muy convencido de la explicación que le he dado a la leyenda del escudito del policía y cuando volvemos a España busco en el traductor de Google el significado de “fang bao”: “a prueba de explosiones”.
Que si es eso, que no me fío mucho, creo que no deberían explicitarlo, a no ser que sea como las falsas cámaras de vigilancia, que lo hacen solo para que no delincas. Aquí sería algo así como “me puedes tirar una bomba que con el escudo la paro”.
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