59. China 2019. 28 de abril, domingo. Vigésimo séptimo día de viaje. Hangzhou. Día 3. Segunda parte.

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En el paseo al lado del lago vemos a un señor mayor escribiendo con agua  en el suelo. ¡Eso sí que es arte efímero y no el triturar un dibujo que acabas de hacer! Ya vimos esta actividad artística el año pasado cerca de Yuyuán en Shanghái, pero aquel escribía copiando de un libro y este lo hacía de memoria o quizás se lo estaba inventando en ese momento.

Un detalle   es que el pozalico que utilizaba era plegable y debía mantener en tensión la cuerda que lo sujetaba.

Por la tarde volvemos a encontrarnos a otro con la misma actividad artística.

Por el paseo circula una señora espectacular, alta, grande, guapa, con unas piernas larguísimas, pero lo que más me sorprende es que lleva a una niña como si fuese un perro, o mejor un perrito. Pero de esos a los que sacan a pasear para que no se hagan pipí en casa, aunque no se le haga ni punto caso.  Aquella diosa iba andando para que todo el mundo se fijase en ella y a la niña la llevaba como si fuese un bolso o un complemento del paseo.

Una de la cosas notables de este lago es la isla de Xiaoying donde  se encuentran la “Three Pools Mirroring the Moon”, y para llegar hasta allí hay que ir con barco y aquí hay un montón de ellos y más hoy que es domingo.

El nombre sería algo así como “Los tres estanques donde se refleja la luna”, pero cuando ves el mapa hay cuatro estanques. Y es que un letrero te informa que los “tres estanques” hacían referencia originalmente a tres pagodas en piedra levantadas aquí. No me extraña que las traducciones del robot telefónico sean disparatadas: “aunque hay cuatro estanques se llama ‘tres estanques” porque había tres pagodas”. Cojonudo.

Ahora está clasificada como una de las “Ten Poetically Named Scenic Spots of West Lake”, que no sé como traducir sin que me salga una frase cursi.

El paseo por la isla una maravilla.

De vuelta al paseo que circunvala el lago volvemos encontrar a señoras que se disfrazan para las fotografías con trajes que alquilan allí mismo y también algunas niñas a quienes disfrazan sus mamás. Como esta graciosa niña que posa complacida.

Me sorprende la falta de sensatez de aquellas señoras, pero para mí lo más divertido es ver como el fotógrafo que va con el negocio del traje coloca a las señoras y a sus tocados para la foto.

Otra sorpresa: un teléfono público. Pensaba que no quedaba ni uno, pero como aquí no los vandalizan imagino que una vez instalados tampoco les importará mantenerlos.  Compruebo que no va con monedas sino con tarjetas telefónicas.

Otra de las diversiones de los paseantes es ofrecer comidas a las ardillas que viven en los árboles. Recuerda que aquí no se puede pasear con perros así que las asustadizas ardillas  bajan por el tronco para recibir la recompensa.

Uno de los que lo hace debe ser un experto que viene todos los días y es un tanto exhibicionista. Les ofrece una mazorca de maíz, del que venden hervido para comer las personas, y cuando el animalito baja y lo ha mordido lo mueve para que el pobre dé un pequeño baile. Y por supuesto un montón de gente rodeándole y fotografiándolo.

En algunos sitios venden té, el famoso té de Longjing, y lo curioso es que el precio está puesto por 50 gr.  Ayer en nuestra excursión vi que lo ofrecían  con el precio a 500 gr. ¿Será una medida china antigua como en España la arroba?

Me temo que sea una herramienta de marketing pensando en la imbecilidad del cliente por creer que es más barato  si la cantidad es menor. Y es que los tés bueno son carísimos si calculas el precio por kilos.

Pero sí vemos al personal bebiendo ese té, pues lo llevan en termos trasparentes o bien lo beben sentados en un velador mientras juegan a las cartas.

Y por el lago siguen funcionando esas espectaculares barcas con grandes cabezas de dragones.

En la entrada de una de ellas y como reclamo una virtuosa joven interpretando bellas melodías en un arpa horizontal.

En el paseo una jovencita se prepara para un autorretrato, pero la piedra que debe servir de fondo está ocupada. Y y no se puede ser más femenina: un trípode de color rosa.

Les encantan los grandes pedruscos  con bonitos, e imagino que morales,  consejos escritos en ellos.

En el lago por la tarde hay muchas barquitas pequeñas de una pareja o bien con remero y un poco más grandes.

Imagino que lo de llevar remero debe dar más prestigio y si quiere conquistar a tu enamorada tienes más posibilidades aunque sea menos íntimo. Claro que quizás luego en el recorrido ni se hablen, ni se miren, solo presten atención al WeChat.

Y esta ciudad sigue siendo la campeona de la limpieza, por lo menos en el entorno del lago y hay una legión, o dos, de barrenderos por allí. Uno de ellos lleva unas zapatillas de la marca “Abibas”.

Para acabar el día nos vamos a dar una vuelta por la calle Qinghefang. La guía dice de ella que es muy turística, atestada de gente, muy animada y peatonal.

Hay un grupo de toros dorados y los niños se acercan a tocarlos. No sé si será como un juguete o es que tiene algún efecto benéfico como que va bien ese contacto para el dolor de dientes infantil, por ejemplo.

Calculo mal la distancia en el mapa y nos damos un paseo mucho más largo de lo esperado, pero preguntando damos con un autobús (el 108, por si vienes, y también el 31) que nos llevará directamente desde allí a la estación.

Un paseo interesante para acabar el día y la estancia en esta ciudad.

PS

Hoy he tenido que ir a unas “toilets” y nada más salir ha entrado en el cubículo la señora que limpiaba. Y he pensado que yo podría haber sido muy pulcro y cuidadoso, pero el anterior a mí haber sido un guarro. ¿Cómo le explico a la señora la situación?

Y sobre las “toilets”: encontramos un gran letrero de “Roca”. No tengo ningún relación con ese fabricante excepto ser un usuario habitual de sus productos pero me ha gustado verlo allí tan grande.

PD

Hoy es un día muy importante en España pues hay elecciones generales pero no puedo seguirlas en mi periódico favorito, El País, ni oír la SER después de lo que me pasó el otro día.
Pienso que si tu página web se puede leer en China es que no eres nadie, pues ni el periódico citado, ni “Le Monde”, ni “The New York Times”, ni otros de esa categoría son accesibles.

 

 

 

 

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