23. India 2019. 7 de octubre, lunes. Décimo día de viaje. Calcuta. Día 4. Segunda parte.

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Dejamos la catedral y a las monjitas, que imagino católicas, y vamos a resolver  un problema de logística del viaje.

 

 

 

 

Desde que estamos aquí hemos pensado en hacer una excursión a los manglares de Sunderbans. Probamos con el turismo bengalí y aunque tiene varias ofertas, las que por fechas podemos hacer son para dormir en barcos con habitaciones compartidas así que la otra opción que hemos encontrado es una pequeña agencia de viajes que dispone de  una especie de poblado con cabañas, pero las condiciones climatológicas, vaya, la lluvia,  nos han hecho posponer esa opción, pero ahora no va a llover y hay plazas libres, el problema es que tenemos comprado el billete de Calcuta a Guwahati y queremos saber si lo podemos cambiar de fecha, así que nos dirigimos a nuestra conocida oficina de venta de billetes de la “Indian Railways”.

Como expliqué en otra crónica, allí no hay ningún servicio de información así que tengo que esperar pacientemente a que el señor que está vendiendo un billete me preste atención para preguntarle y es una situación bastante incomoda pues parece que te quieres colar, pero es que no tengo ni idea del proceso de cambio de fecha en un billete.

Por si te ocurre y  si no han cambiado antes el procedimiento.

No hay opción de cambio de fecha, así que lo que debes hacer es cancelar el billete y comprar otro nuevo.

¿Cuánto de cobran por cancelarlo? El nuestro es para dentro de 3 días por lo que imagino que quizás un 10%. Error: un 70%.  Me parece tal disparate que pienso en la facilidad de confundir en inglés 17 y 70 así que se lo hago escribir: un 70%. Ya me parecía increíble que no se pudiese modificar la fecha así que esto es otro problema más.

Pero peor todavía es que una vez lo canceles puede ser que no tengas billete para cuando tú quieras. Y eso es lo que nos iba  a pasar pues el amable (no demasiado) vendedor de billetes ha tenido a bien buscar la disponibilidad de plazas en el único tren que tiene billetes para extranjeros y no teníamos hasta dentro de muchos días.

Y todo esto lo haces en una oficina con clientes esperando pacientemente que les atiendan y tú de pie inclinado sobre el mostrador y con un señor sentado al que están vendiendo en aquel momento sus billetes.

¿Quién había dicho que viajar en tren por la India era fácil?

Así que nos quedamos como estábamos.

Lástima que no se puedan sacar fotografías de aquella oficina para que vierais realmente de lo que hablo.

Camino del restaurante pasamos por las calles de la zona que genéricamente se llama BBD Bagh, pues está en el entorno de esta plaza que muchos, incluidos los policías, siguen llamando con su nombre colonial: Dalhousie. Viendo el poco movimiento de personal por aquellas calles normalmente muy concurridas pensamos que debe ser uno de los días importantes de la Durga Puja y es festivo. De todas maneras hay profesiones que no paran y así encontramos aun barbero ejerciendo su labor en la calle.

En este barrio, como en otros muchos, hay surtidores de agua que manan continuamente y que el personal emplea, entre otras cosas, para lavarse íntegramente. Por pudor no los fotografiamos (y si alguna vez lo ha hacemos no lo publicamos), pero ahora están sin nadie. No entiendo como no tienen ningún tipo de control, pero la carestía de agua en esta ciudad no debe ser un problema.

Y volvemos a encontrar edificios que fueron espléndidos y que ahora han caído en la más terrible decrepitud. Así este que luce el nombre de su anterior, o quizás también actual, propietario: Standard Chartered.

Así se da una curiosa mezcla de edificios en uso, seguramente de oficinas, con otros abandonados o quizás “ocupados” y en un estado lastimoso. Estos mismos de Standard Chartered tienen otro cercano con su nombre y en uso.

Y en ese entorno encontramos en una plaza un gran pandal que está con poca gente, como en todos los sitios hasta ahora. En este los ídolos brillan con fuerza quizás pintados de purpurina.

En todos los pandals suele haber un estrado donde imagino que los próceres del lugar dan sus discursos. Hoy no hay nadie,  pero se forma una gran cola para recibir algo de comida. Parece que hay algunos menesterosos y otros no tanto entre los de la cola. Quizás esa comida tenga efectos taumatúrgicos.  O quizás es que sigan la filosofía del “ande o no ande…” y si es gratis…pues a la cola.

En la entrada del pandal un letrero con un mensaje terrible: “No girls No Mother ultimately No Life”. Imagino que se refiere al hecho de abortar cuando en la ecografía de una embarazada descubren que lo que esperan es una niña. No sé cómo estará ahora la legislación pero se llegó a prohibir las ecografías con el fin de descubrir el sexo del feto para evitar tal práctica.

Pero también hay gente que descansa como comprobamos con este señor de la fotografía que está durmiendo dentro de  su camioncito y que como no cabe saca los pies por la ventanilla.

Los que no paran son los puestos de té. La gente lo toma a todas horas y los “teteros” lo están preparando continuamente.

O un mozo de cuerda que quizás aproveche la poca afluencia de personal para transportar un bulto increíble: no debe pesar pues parecen pelotas lo que lleva, pero su volumen le impediría llevarlo por la calle en un día normal.

Encontramos un camioncito con un bonito letrero en la puerta: “Love Is Sweet Poijan”.

La dulzura del mensaje se compensa  con el frontal del vehículo. ¿Tú has visto alguna matricula más cochambrosa que esta?

Creía que el mensaje era  una declaración de amor del furgonetero a su amada “Poijan”, pero no lo tengo claro  y le pregunto a mi amiga Smriti por el significado de “Poijan” que yo creía un nombre femenino: «El amor es dulce, Maripili».

Resulta que es un error ortográfico: “Poison”.  Y así se queda como una triste declaración de amor, seguramente provocada por un desengaño: «El amor es un dulce veneno». 

Si lo hubiese sabido se lo habría preguntado  al afligido enamorado:  “¿Quién te ha dejado el corazón herido, querido amigo?”.

Me prepararé la frase por si volvemos a Calcuta, pues debemos pasar por ese lugar para comprar los billetes de tren: “My dear friend, who is the cruel lady who poisoned your sweet heart? “.

No sé si Marisa me dejará hacerlo.

Standard Chartered.

Standard Chartered.

Ese es el nombre que aparecía en un magnífico edificio ahora en un estado lastimoso. Sabía que era el nombre de un banco, pero pensé que quizás era algo como Rumasa o como  los  banqueros venecianos del siglo  XIV, y que en la actualidad se había desvanecido su poderío. Error.

De Wikipedia: “es un banco británico con sede en Londres, con operaciones en más de setenta países. Opera una red de más de 1.700 sucursales y puntos de venta y emplea a 73.000 personas”.

Y más: “el 90% de sus ganancias provienen de AsiaÁfrica y Oriente Medio. Porque la historia del banco está entrelazada con el desarrollo del Imperio Británico”.

¿Y no te da vergüenza tener ese edificio en ese estado cochambroso con tu nombre en la fachada?

Y encima leo que patrocina a un equipo de fútbol inglés. ¡La leche, no tienen pasta para arreglar ese inmueble  y pagan a los futbolistas para que lleven su nombre en los calcetines y en la ropa interior!

Si tuviese tiempo compraría acciones para poder asistir a la junta de accionistas y poner verde al “Chairman”.

 

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Una respuesta to “23. India 2019. 7 de octubre, lunes. Décimo día de viaje. Calcuta. Día 4. Segunda parte.”

  1. Luigi Says:

    alucinante la matrícula!! no había visto nada igual en mi vida.

    y me muero de la risa a que le preguntes al afligido conductor quien le rompió el corazón, pobreee

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