En nuestro paseo por BBD Bagh encontramos algunos edificios notables todavía bien conservados, por lo menos exteriormente, como el “Writers’ Buildings”, llamado así porque aquí estaban los “writers”, “oficinistas”, cuando la colonia.
Y muy cerca hay puestos de comida callejera ahora vacíos y con sus propietarios ociosos esperando que pase esta festividad y vuelva el bullicio habitual.
Algunas tiendecitas de aspecto muy humilde sorprenden por la cantidad de “seguridad” que emplean en sus puertas. Candados y más candados.
Imagino que siguen la técnica que le comentó hace años uno a mi hermano sobre las barras de seguridad que se colocaban en el volante de los coches: “Las puedo abrir igual, pero si hay un coche sin ellas, pues me cuesta menos robarlo”. Así que aquí 5 candados, o 3 candados y una barra. Aunque también puede ser al revés, que la mayor seguridad implique mejor botín.
Como es un día especial en algunos restaurantes hay colas en la calle. En uno de ellos un curioso letrero: “Hoy las parejas deberán compartir las mesas”.
Después de comer vamos a dedicar la tarde a visitar un pandal del que hemos leído que es notable porque la diosa Durga, y no sé si el resto de la troupe que la acompaña, están bañados en oro. Que se han empleado un montón de kilos en ello.
Lo que no sé si a pesar de ellos la tirarán también al río o bien la “indultarán” como hacen en las Fallas en Valencia.
Camino del pandal “dorado” pasamos por calles de aspecto muy humilde, vaya, tirando a muy pobre, donde a pesar de ello tienen montados su pandal de barrio, o de calle. Y todos están muy bien.
En los pandals suele haber un cepillo para que los fieles depositen su donativo, no sé si para el montaje del tinglado o bien para pagar a los músicos o al brahmán que realiza los necesarios ritos. Pues bien, en uno de ellos como medida de seguridad lo tienen atado con un cordel que solo de mirarlo parece que se va a romper. ¿De verdad creen que esa medida de seguridad impedirá a un caco que se lleve la caja o rompa el vidrio?
Esta es la India que nunca deja de sorprenderte.
Y como seguimos siendo una extravagancia en aquellos entornos nos piden fotografiarse con nosotros.
En una callecita encontramos varios “exprimidores” de caña de azúcar. O bien es un taller de reparación, o bien es que los que lo tienen en las calles no son los propietarios sino que trabajan para el dueño de un grupo de ellos. Imagino que será esto último.
También un vendedor ambulante de pollos vivos, donde los clientes ven como trabaja: te los mata y limpia y despieza delante de ti.
Y como en este país lleno de normas cada uno hace lo que cree que debe hacer, en un edificio con una fachada en lastimoso estado un vecino ha decidido pintar su trozo de vivos colores y le ha quedado muy bien y desentonando totalmente con la grisura del resto.
Cuando estamos cerca del pandal famoso empezamos a encontrarnos con multitud de calcutanos que como nosotros han decidido ir a verlo esta tarde. Y en previsión de estas aglomeraciones la entrada está dirigida por barreras de cañas de bambú.
La verdad es que la entrada ha sido rápida, pero al salir comprobamos que es la hora punta: unas colas enormes.
Este pandal debe representar algún edificio conocido por los indios y es algo enorme.
Y el interior es espectacular y, como esperas, todo dorado aunque no sé si el oro está distribuido por todo el escenario o solo se lo han aplicado a Durga. Y es tan importante y hay tanta gente que la seguridad no está en manos de una compañía particular sino directamente de la policía de Calcuta.
Dejamos el dorado pandal y en el camino de regreso volvemos a encontrar otros de diferentes tamaños, pero todos interesantes. Quizás el que más es el que está situado dentro de un patio de lo que parece una casa de vecinos tipo corrala.
En este a Durga le han añadido tantos adornos, flores y oropeles que apenas se la distingue.
Para acabar con la visita pandalística nos vamos de nuevo a ver al que representa el templo dorado de Amritsar. Y en esta ocasión hay muchísima más gente que la primera vez.
En el interior apenas te dejan tiempo para que le eches un vistazo.
De regreso al hotel volvemos a encontrar otro de corrala. También muy interesante y además casi vacío. ¿Por qué los montarán? ¿Les dará prestigio en su barrio el hacerlo?
En este una gran bandera española.
Y más pandals por todos los rincones de esta ciudad. No te lo puedes imaginar.