6. India 2019. 30 de septiembre, lunes. Tercer día de viaje. Calcuta. Día 1.

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Hoy ha sido un día de poco turismo, vaya, de nada, pero con bastante movimiento pues teníamos que solucionar los planes para los días venideros. El tramo desde el hotel hasta el metro, que ayer por la noche fue horrible hoy de día no es mucho mejor, aunque es Calcuta en estado puro.

Cogemos el metro y aunque no es muy temprano, y la red es muy escasa, va bastante lleno.

Teníamos que ir a la oficina de turismo bengalí para intentar reservar uno de los recorridos que hacen para visitar los pandals y además saber si tienen circuitos a los manglares de Sundarbans.

La última vez que estuvimos en esa oficina estaba llena de empleados y de clientes contratando viajes. Hoy había una sola empleada  y ningún cliente, pero no había ni una sola plaza para los recorridos de los pandals, a pesar de que hay muchos itinerarios diferentes.

“¿Y el circuito por los manglares?”. Pues los dos días en que los hay no son convenientes para nosotros.

Y como los tres días que teníamos previstos para Sundarbans o Bishnupur va a llover un poquito decidimos ir a este último lugar.

Esta oficina de turismo puede reservar plaza en un hotel de esta organización oficial. Tienen tres habitaciones libres, pero sin billete de tren y conociendo las vicisitudes de la Renfe india no me atrevo a contratarlo, así que vamos en busca de ese billete de ferrocarril, pues la oficina de venta anticipada, donde ya hemos estado en otras ocasiones, está cercana.

Llegamos, pregunto y me dicen que los billetes a Bishnupur no los venden allí.

Hay otra oficina contigua atestada de gente: “¿Y en esta otra?”. “Solo a Bangladesh”.

Tenemos que ir a otra próxima, la encontramos y está sorprendentemente casi vacía. (Eso de “casi vacía” en esta ciudad es lo más cercano a un fenómeno paranormal).

Una amable empleada que atiende en la ventanilla de “mayores y señoras” me dice que solo hay billetes para dos trenes que salen a medianoche y que llegan a las 3 y media de la madrugada.  ¿Sabes qué supone llegar a esa hora a una ciudad que no conoces y más en este país?

“¿Otra opción?”. Que vuelva mañana  y no entiendo el porqué podré sacarlos bajo una cuota o en una lista de espera.

Menos mal que se ha acercado otro empleado y nos ha arreglado  con esa extraña cuota, que parece que hace que sean más caros, pero por fin tenemos los billetes para salir mañana al mediodía.

Te he contado todo el proceso para que lo tengas en cuenta en tu próximo viaje a este fascinante (y no siempre fácil) país.

Compara: llegas a Atocha y dice que quieres ir a Toledo mañana. Pues allí venden para todos los sitios pero no para Toledo. Que vayas a otra oficina que está en Delicias. Y allí: “Solo hay billetes para dos trenes que salen a medianoche y que llegan a las 3 y media de la madrugada”. Cambia los nombre por los de tu estación favorita.

Regreso a la oficina de turismo. Siguen sin clientes pero ya hay 4 ó 5 empleados y logro contratar dos noches de hotel en Bishnupur ahora que ya tenemos los billetes del ferrocarril, aunque casi me caigo del asiento cuando después de preguntarme por el número de teléfono al escribirlo en el ordenador me dicen que no es de la India. ¡Pues claro, que es de España! Yo pensaba que era un mero trámite pero necesitan un teléfono indio. Le digo que voy a la tienda de Vodafone, que está al lado,  y compro una tarjeta SIM y ya tendremos el número. Pero se apiadada mí y me dice que ya pondrá su número de teléfono.

De todas maneras vamos a por la tarjeta SIM y en la tienda hay una docena de empleados y cola de clientes, afortunadamente con un numerito como en las charcuterías. Nos toca un joven despierto, pero que es la primera vez que hace un contrato a un extranjero. Y quizás sea la última.

Hace años yo era cliente de una sucursal del Banco de Santander en la ciudad donde vivíamos. Estando allí entra un extranjero con ánimo de cambiar  un billete de 100 dólares. El cajero, muy sonriente, le dice que lo siente mucho, pero que allí no cambian, que siguiera un poco más arriba y que estaba el Banco de Vizcaya donde sí lo hacían.

“¿No cambiáis moneda extranjera?”.  “¡Pues claro que sí! Pero si me meten un billete falso de 100 dólares tengo un problema. Mejor que lo tengan en el Vizcaya”. Y es que en aquella época había bastantes billetes falsos de 100$. (Que hasta yo tengo uno. Pero eso es otra historia).

Pues el joven de Vodafone, lo mismo. Cuando entre un cliente extranjero le dirá que vaya a otra tienda de la competencia, que ellos no pueden vender tarjetas SIM más que a los indios.

Porque el pobre se ha tirado más de 45 minutos, quizás una hora, rellenando formularios, fotografiando el pasaporte, el visado y a mí mismo. Que hasta me ha preguntado por el nombre de mi padre. Y encima le ponía mis dos apellidos. Como si fuésemos hermanos.

Y lo peor de todo (peor para él): 345 INR por 28 días de llamadas ilimitadas a la India y 1,5 GB diarios. ¡Que no llega a 4 euros y medio!  Insisto, más de 45 minutos. Una ruina para la productividad de aquel avispado joven.

Porque nada más  acabar hemos ido a cambiar a un cambista cercano y nos lo ha hecho a 77 rupias por euro. La verdad es que nuestra moneda está en su momento más bajo de los últimos meses, pero si tienes necesidad que cambiar    hay que hacerlo. Ayer en el aeropuerto nos llegaron a ofrecer 70 INR, pero luego te cobraban el 6% de comisión.

Ya tenemos toda la tarea del día hecha y además hemos atravesado calles increíbles aunque dada la premura del tiempo Marisa no ha podido hacer fotos.  Yo he “cazado” un coche abandonado en una calle que parecía sacado de una película de guerra.

Encontramos un restaurante de los referenciados en la guía y pedimos los dos platos menos “hot spicy”, según el camarero,  de una carta de más de 70 posibilidades: Marisa solo ha podido comer un poco de uno de los dos; afortunadamente nuestro hijo había pedido comida china y así han podido comer los dos.

Consejo (que se repetirá en cualquier viaje por este país): no confíes plenamente en los consejos de los camareros sobre lo que es o no es “hot spicy”. Que puede que te quedes sin comer, aunque ellos no intenten engañarte, solo es por su distinta apreciación de lo pungente.

NB

Cuando estuve en Tezpur escribí sobre la escala Scoville que mide la calidad de picante de los alimentos pues busqué el que en aquel momento era el más pungente del mundo y al que el editor de este blog le añadió un  corolario explicativo muy interesante:  el «Bin Jolokia».

Te dejo el enlace.

Más tarde café en una bonita “bakery” y con precios casi como en España, aunque el lugar y la presentación eran inmejorables. (El café con leche si era mejorable)

Camino del regreso al hotel buscamos, y encontramos, el alojamiento al que iremos al regresar de Bishnupur.

Es un apartamento y se accede con una clave, que tendremos al volver, pero no podemos verlo hoy.

En ese complejo logramos dar con una oficinita donde les cuento mi interés de ir mañana a dejar parte del equipaje. Media hora de explicación y llamadas telefónicas y al final han dicho que sí. La cosa más nimia se transforma en una montaña.

La perseverancia tiene (a veces) su recompensa.

Regreso al hotel, descanso y baño en la piscina. Porque este hotel tiene una en la última planta, en la terraza. Es pequeña pero muy agradable y además estamos solos.

Una despedida estupenda del hotel.

PS

Marisa dice que soy la única persona en el mundo que se acaba los bolígrafos. Pues bien escribiendo el borrador de esta crónica se ha acabado uno de mi cadena de hoteles favorita de Japón y he empezado uno que es de una amiga y que son los mejores bolígrafos del mundo con propaganda impresa en ellos.

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