Jingci es un conjunto monástico enorme y sorprende que después de tantos años de comunismo, del de verdad, estuviese hoy este gran templo repleto de fieles rezando. Bueno, había unos 20 monjes vestidos de tales y unas 400 personas (un 93% de mujeres y el resto de hombres) vestidos con túnicas grises y granates, por lo que no sabía si eran clérigos de menos categoría o seglares. He descubierto que eran esto último pues al acabar de rezar se han quitado esa especie de guardapolvo y debajo llevaban ropa normal.
A mí los rezos budistas casi siempre me resultan hipnóticos y me hubiese quedado allí sin moverme, pero es que estos curas a veces cantaban y no he oído hacerlo peor en mi vida. De verdad, horrible.
Lo gracioso de los rezadores es que he visto a una seguir el rezo con una tableta.
Y cuando se ha acabado el rezo a otra, esta joven, hacerlo con su teléfono.
Lo que no sé porqué en esta época religioso-tecnológica tenían esos montones de libracos enfrente de cada fiel.
Un monje cantaba recitando y todos repetían medio cantando. Y digo repetían porque a veces decían la misma frase o palabra una y otra vez. Quizás a ellos también les sonaría igual cuando en los escolapios rezábamos la letanía después del rosario (todas las tardes). Y si oían “Ora pro nobis” 48 veces seguidas contestando a la primera parte que dirigía el sacerdote, como
“Rosa mystica. Ora pro nobis
Turris Davídica. Ora pro nobis
Turris ebúrnea. Ora pro nobis
Domus áurea. Ora pro nobis”
también pensarían que era lo mismo a pesar de la diferencia entre “Turris Davídica” y “Turris ebúrnea”, que a mí siempre me sorprendían a pesar de desconocer su significado.
Aquí el que dirigía el rezo a veces decía una fuerte “a” durante un gran rato. ¿De verdad puede haber algún ser supremo (ya sé que Buda no es Dios) al que pueda agradar aquel grito estentóreo?
En algunos altares, en casi todos, había ofrendas de frutas artísticamente colocadas formando una pirámide. Lo curioso es que estaban sujetas con celo, no sé si para evitarla pérdida del equilibrio o que algún desaprensivo incrédulo se llevase una manzana.
También curioso ha sido la ofrenda de algún melón. ¿Se lo comerán luego los frailes o lo dejarán allí hasta que se pudra?
Viendo la fotografía del melón a posteriori, creo que lo del celo era para evitar el desmorone, pues si fuese por el posible robo al melón le tendrían que haber puesto una cadena con candado.
Acaba el gran rezo y se quedan a limpiar la sala algunos fieles, y digo “algunos” y tendría que haber dicho “algunas”, pues solo había media docena de mujeres barriendo (y la joven rezadora del teléfono). Y por supuesto ningún monje, aunque uno sí se ha pasado por allí dando instrucciones.
¡Mira que les gusta poco los trabajos manuales a los monjes budistas! De los “no manuales” no puedo opinar porque no los he visto, que quizás están todos cavilando sobre la impermanencia y la transitoriedad.
Decían hace poco que el día en que las mujeres hagan huelga se parará el mundo, eso no lo sé, pero sí que los templos (de todas, o casi, religiones) se quedarán sin limpiar.
Hay un pequeño museo de obras antiguas budistas y todas tienen su medida en la tarjeta explicativa. Sería curioso saber porqué es importante conocer que tenga 12,5x 6 cm, por ejemplo.
Así hay una bonita escultura de la que solo dice en caracteres latinos “Standing Maitreya Bodhisattva” y “H 160cm”. Es igual a las que hemos visto en toda Asia y especialmente en la India.
Ya sabéis que un “bodhisattva”, no es Buda sino alguien que ha decidido seguir el camino en busca de la iluminación. Y es que este “bodhisattva” parece un artista de cine, vaya que ha debido de comenzar ese camino hace poco.
Una de las piezas muestra el nacimiento de Buda: cuatro acólitos rodean a una señora con un par de buenas tetas (nada que ver con las escuálidas vírgenes románicas amamantando) y de su costado derecho, a la altura de los riñones, le nace un niño. Creo que de la vida de Buda solo me leído el libro de Hesse, pero me tendré que enterar si en su nacimiento también hubo algo sobrenatural como les suele ocurrir a los profetas e iluminados.
NB
De la observación anterior sobre las vírgenes tengo que excluir a “La Virgen con el Niño y ángeles” de Jean Fouquet y a “El nacimiento de la Vía Láctea” de Rubens, aunque aquí la oronda dama no sea una virgen cristiana sino Hera.
NB de la NB.
Confío en que en Barcelona no haya una calle con ese nombre de Hera (quizás lo haya con “era”) porque si la Sra. Colau se entera de que quiso matar a Heracles siendo un niño seguro que le quita el nombre de la calle. Vaya, afortunadamente no debe leer nada de mitología, ni siquiera de la cristiana porque sino el nomenclátor callejero barcelonés iba a ser un sindiós.
Una de las esculturas representa a un ángel. Nosotros en nuestra cultura cristiana acostumbramos a ver a los ángeles con alas de plumas, vaya como la de las aves, que las de los murciélagos las dejan para los demonios, y en general con cara afeminada. Vaya, no se atreven a representar “ángelas” pero sí a chicos con cara de chicas. Pues aquí es un tío, tío y con cara de mala leche. Y encima con alas de piedra. Quizás por eso se le ha puesto esa cara.
En una de las salas los fieles adquieren una lamparilla y el hermano vendedor escribe en un papelito lo que le dice el fiel comprador. Imagino que serán mensajes del tipo “Por favor, que tenga una buena evaluación en mi trabajo”, o “¡Que las acciones de Apple no bajen!”, o “¡Que la compañera de aerobic quiera salir conmigo!” (no creo que lleguen a pedir lo de “acostarse”) y cosas similares. Entonces saca el teléfono y el vendedor le enseña un código QR y hacen la transacción. Hasta ahí como cuando se compran una salchicha en la calle.
Lo curioso es que ese oferente de la lamparilla (uno compró varias) se fía de China Telecom al hacer la compra y no se fía de Dios en su petición, que tiene que escribirla en un papelito y ponerle una lucecita. ¡Qué fe es esa? (Raros momentos en que puedo utilizar en la misma frase el signo de admiración y el de interrogación).
Hemos llegado al conjunto monástico de Jingci antes de la una y media y nos vamos cuando son casi las 5 de la tarde. Está claro que no podemos ir de viaje con nadie, quizás excepto con nuestro amigo Enrique que también se queda “encantado” con las fotografías, al que por cierto Marisa ha recordado esta tarde pensando en lo bien que se lo habría pasado aquí.
PS
Los budistas chinos no se descalzan para entrar en los templos. ¿Por qué esta disparidad de criterio con los de los países del sudeste asiático? ¿Por qué allí a Buda, o por lo menos a los guardianes de su fe le encabrona hasta límites que no te puedes imaginar que vayas calzado y aquí les da lo mismo? Porque los budistas siempre tienen fama de “buen rollito”, pero ojo no infrinjas con tu comportamiento alguna de sus reglas delante de algún zelote, que los hay.
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