En otras compañías suelen llamar para el embarque a los ”económicos” en función de la fila en la que están los asientos, siendo siempre los primeros los de las últimas y los últimos los de las primeras filas. Que parece una cosa de la parábola evangélica de aquello de que “los primeros serán los últimos.” Y para parecer un americano de película tendría que acabar la frase con un “Mateo 19, 23-30”. Te adelanto, querido lector sin formación en los Nuevos Testamentos, por si la lees, que esta parábola es un poco cabrona desde el punto de vista laboral. Que no te extrañe que si la lee la Sra. Colau le quite las calles y plazas a San Mateo y quizás hasta a Cristo. O puede que a la Semana Santa.
Volviendo al embarque. En Cathay hacen cuatro filas: “First Class”, Business”, “Green Card” y “Economy”.
En otro lugar media hora antes del embarque estarían, estaríamos, todos encima de la puerta. Aquí seguimos todos sentados a pesar de que ya han puesto los letreros y los pasillos de cada uno.
Le digo a Marisa: “En cuanto se coloque uno en un pasillo se forma la cola en segundos”.
Tres minutos antes de la hora del embarque nos colocamos nosotros en la fila de los “económicos” y efectivamente parece como si los 300 estuvieran esperando al líder que les marcase el camino a seguir.
Lo extraño es que los de la primera también se colocasen también en su exclusiva cola, pues ellos no tienen problemas de espacio con el equipaje como podríamos tener nosotros.
Y a la hora en punto empieza el embarque.
Esa disposición y el estar en un punto privilegiado me permite contarlos: 8 solamente de primera y solo un señora entre ellos. ¿Qué dirán las feministas de todo esto?
Después siguen ordenadamente 30 de “Business” y luego 30 y tantos de “Green Card”.
En este viaje por imposición marital (¡todo sea por la paz conyugal!) no tenemos ventanilla, pero si la esperanza de que el tercer pasajero de la fila no aparezca y que si lo hace sea pequeñito. Pues se han oído nuestros deseos y ha sido un chino pequeño de unos 40 años con un vejiga como la de un cerdo: no se ha levantado en las 13 horas del viaje y ha dormido casi todas.
Lo del cerdo, que no es un insulto: cuando era un niño algunas familias mataban un cerdo y su vejiga se la daban a los niños que las hinchaban y jugaban con ellas. Y la llamaban “bochiga”, palabra que ha desparecido del lenguaje cotidiano, como lo ha hecho la matanza del cerdo.
El vuelo durará 13 hora y 13 minutos durante los que recorreremos 10.519 km, habiendo una diferencia horaria con España de 6 horas.
Salimos casi a la 1 de la noche y volamos hacia el oeste, lo que implica una larga noche y esperamos que un buen sueño.
Pues no del todo porque después de la cena (mucho mejor que la anterior) ha empezado un tracateo que hasta el capitán nos ha comunicado que no se podían servir bebidas calientes, vaya, el café o té que te ofrecen al acabar cualquier comida en un avión.
Las eficaces y rápidas azafatas, todas chinas y pequeñitas, han recogida raudas las bandejas y hemos tenido “movida” durante varias horas. Yo había sufrido mayores movimientos, pero nunca durante tanto tiempo. No te puedo decir cuanto, pues a pesar de todo me dormido y solo de vez en cuando me despertaba por las turbulencias, pero duró mucho tiempo.
Antes de ello puse el mapa del recorrido en la pantallita del respaldo y vi que atravesábamos territorios con ciudades, que imagino importantes, pero de las que nunca había oído hablar, y no porque el mapa estuviese en chino, que cuando estaba en latín tampoco.
Con la bandeja de la cena nos dan una botellita de agua. Pienso en guardarla para mis nietos, para que beban agua china, pero por si acaso leo la etiqueta, pues en un largo viaje nos dieron agua de Guisona. Así compruebo que esta está distribuida por Coca Cola de Hong Kong. ¡Coca Cola! ¿Recuerdas aquel boicot que un líder político predicó que le hiciesen a esa marca cuando lo cazaron con dos botellas de esa bebida en la bandeja de la comida? Obviamente ese señor no era consecuente con su boicot porque hoy no hubiese podido beber agua. Y quizás ninguna otra bebida, pues igual eran todas de la misma marca.
En uno de mis despertares he intentado dormir en una posición que he visto utilizar a algunos, generalmente gordos: apoyar la cabeza en el respaldo delantero. Si no tienes práctica no te la recomiendo, pues además de poner en marcha la pantalla táctil he llamado a la azafata al tocar, parece ser, el icono de “Crew Service”.
Y en aquella situación en que estás medio atontado con todas las luces apagadas y sin saber lo que acabas de hacer se te presenta una azafata diciéndote que qué quieres. Lo único que se te ocurre es preguntarle: “Y tú, ¿qué quieres tú?”
Pues en mi fila hay un gordo durmiendo así y debe tener mucha práctica porque lleva horas de esta guisa y no acude nadie a socorrerle.
Casi al final del viaje descubro que “mi chino” habla castellano. Lo tenía que haber imaginado. Espero que no hay leído lo de la bochiga, pues este borrador lo escribí en el avión. De todas maneras me reafirmo en ello, pues una vez que me he levantado para ir al lavabo le he invitado a que se levantase también y lo ha rechazado. O sea, que más de 13 horas sin ir al lavabo y ha dormido unas 12 de ellas.
A veces en el mapa aparecen los nombres de las ciudades europeas con su nombre en chino y una flecha marcando su situación y parece un mapa de esos de las operaciones bélicas de avance de las tropas. Me da la impresión de que son los mongoles invadiendo Europa. Si ya sé que Gengis Kan no era chino, pero déjame esa licencia poético-guerrera.
Le pregunto a una azafata por la procedencia de ellas: ni una china de China. Todas de Hong Kong o de Taiwán. Vaya a mí me parecen chinas, pero a ellas no.
Casi al acabar el viaje un desayuno estupendo.
Llegamos a Madrid y en el aeropuerto nuestro fiel hijo nos espera para llevarnos casa.
Ya se ha acabado el viaje.
Breve resumen.
A estas crónicas las llamaré como las tres ciudades, pues creo que no puedo decir que haya estado en China: hemos visitado Hong Kong, Macao y Shanghái. Nada más. Y nada menos. Pero no China.
Es como sin un chino pasase un mes en Orihuela del Tremedal y dijese que conocía España.
Y no te digo que opinión (muy buena) tendría de nuestro país.
¿Y las tentaciones separatistas? Nada.
¿Y las playas donde el personal se broncea a cientos de miles? Nada,
¿Y las ciudades históricas con grandes catedrales? Nada.
¿Y los castillos españoles por doquier? Nada.
¿Y el calor de Córdoba en verano? Nada.
¿Y el desierto de los Monegros? Nada.
Y así podría seguir. Y ha estado un mes en España y además en un sitio encantador.
Y sin duda es un viaje que repetiría sin duda porque las tres ciudades nos han gustado mucho. Hemos viajado de forma fácil; los alojamientos han sido confortables; hemos visitado lugares muy interesantes; hemos visto el Bund, Pudong y la bahía Victoria y cosas increíbles en Macao. Solo por todo esto ya merecería la pena el viaje.
Suelo decir que me hago con una ciudad cuando soy capaz de estar en ella utilizando solo el transporte público y en 33 días de viaje no hemos tenido que coger ni un taxi, porque ya sabéis que “Un taxi es para cuando uno está ‘perdío’”.
Quedan lo “finales” y una nueva entrega del próximo viaje.
Fotografías. (Como en los viajes anteriores).
Esta sección es para los nuevos, que los lectores de anteriores entregas ya la conocen.
Todas las publicadas de este viaje están ya en Flickr, como siempre. Y también como siempre os doy los consejos para acceder a ellas.
El conjunto general de todas las fotos está en este enlace.
Aquí aparecen en el orden en que han sido cargadas, por lo tanto sin ningún orden, aunque a veces sean del mismo tema.
Las fotos están organizadas en álbumes. Se pueden acceder a ellos con este enlace.
Estos álbumes aparecen en el orden en que se cargaron. Dentro de cada álbum aparecen las fotos relacionadas con su título y en el orden en que fueron tomadas: las más antiguas las primeras.
Hay algunos álbumes con nombres extraños (no de lugares geográficos) como “Photoset 20” ó “001” que contienen fotografías sin ninguna relación. Es que los crea el programa de carga de las fotos y Marisa los borra de vez en cuando, pues esas fotos están en sus correspondientes álbumes.
Algunos de estos álbumes están agrupados en colecciones que a su vez se agrupan en otras colecciones. Se pueden acceder a todas ellas con este enlace.
Así hay una colección con todas las fotos de los viajes aquí.
Las de este viaje “Hong Kong-Macao-Shanghái” están en la colección “2018 China” con 6 álbumes.
La forma de ver las fotos si no conoces Flickr:
Colocando el cursor sobre cualquiera de ellas aparecerá el nombre de esa foto con alguna breve descripción.
Si haces click con el ratón encima de cualquiera de las fotos te aparecerá solamente esa foto en pantalla y con dos flechas de navegación a derecha e izquierda que permiten avanzar o retroceder en el pase de las fotos de ese álbum.
Si se hace click en una pequeña flecha en sentido diagonal que hay en la parte superior derecha de la foto se ve ésta con mayor tamaño. Recomiendo esta opción aunque dependiendo del tamaño de la foto puede tardar algún segundo más el mostrarse con total definición en la pantalla.
Descarga de fotos. Si te quieres descargar una foto hay que hacer click sobre un icono con una flecha y un guión debajo que está situado en la parte inferior derecha (cuando no está en modo expandido). Entonces te sale un desplegable para que selecciones el tamaño, le das al “descargar” y la foto se te descargará en el lugar que habitualmente tengas marcado para este fin.
Y si tienes alguna duda siempre puedes poner un comentario e intentaré ayudarte.
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