
Mtskheta.
¿Por qué hemos venido aquí?
Pues además de que podemos decir que hemos estado en un pueblo cuyo nombre tiene 5 consonantes seguidas, también porque según dice la guía “ha sido el corazón espiritual de Georgia desde que se estableció el cristianismo en el año 327 y mantiene una significado casi místico en la cultura de este país”. Más o menos.
NB
El nombre consonántico de Mtskheta solo se puede comparar con el de Trieste en esloveno: “Trst”.
La guía dice también que fue la capital de la parte oriental de Georgia desde el siglo III a. e. c. hasta el V e. c. siendo el centro del reino de Iberia. No, no de “nuestra Iberia” de la “otra Iberia”, que veces la escriben como “Iveria”.
Es curioso porque de esta no tenía ni idea hasta que la descubrí en un viaje al este de Turquía.
Según la guía fue la capital hasta que el rey Vakhtang I Gorgasali la trasladó a Tiflis, pero Wikipedia dice que fue su sucesor el rey Dachi. (Entre nosotros, creo que lo dice por la facilidad de la pronunciación del segundo frente a la dificultad del primero).
Su catedral Svetitskhoveli (amigo, que el georgiano es jodidamente difícil) sigue siendo el centro espiritual de la iglesia ortodoxa de la nación. Y realmente es algo impresionante. Merece la pena venir a Georgia solo por verla.
Y tiene una bonita historia de su fundación. Bueno, más que “historia, historia” es hagiografía.
Para ateos, budistas y educados en la enseñanza pública española: “hagiografía”:
1. f. Historia de las vidas de los santos.
2. f. Biografía excesivamente elogiosa.
En el siglo I (ya ves que no tengo que distinguir entre “e. c.” y “a. e. c.”) un judío georgiano de esta ciudad llamado Elías fue a Jerusalén cuando Jesús fue crucificado y compró su túnica a un soldado romano en el Gólgota y se la llevó de vuelta a su casa. Allí se encontró con su hermana Sidonia la cual al tocar la tela se murió instantáneamente.
Esto en cualquier familia hubiese sido motivo suficiente para darle un par de hostias al Elías y quemar la túnica, pero resulta que Sidonia se quedó tan fuertemente agarrada a la tela que debió ser enterrada con ella. En ese lugar creció un enorme cedro.
Más tarde San Nino mandó cortar el árbol y obtuvo siete columnas que sirvieron de base para la construcción de la iglesia. Pero estas columnas tenían poderes sobrenaturales y se mantenían por sí mismas en el aire. O sea que para los albañiles era una gran putada. Y solo bajaron a tierra cuando el santo rezó durante toda una noche. Y además parece que estos maderos daban un líquido (para mí que era resina dada su pertenencia a la familia de la pináceas) que tenían propiedades curativas. Y de ahí su nombre: “sveti” significa «columna” (también “pilar”) y “tskhoveli”, «que da vida”. (Lo del “Pilar de Zaragoza” fue más fácil).
¿Qué queda de aquella iglesia?
Construida en el siglo IV fue dañada por las sucesivas invasiones, como los árabes, los persas, los timúridas y finalmente por los rusos durante la época soviética.
La actual catedral fue levantada en el siglo XI y reconstruida en el XIV después del paso de Tamerlán. Siguieron las obras en el siglo XV y finalmente en el XVII.
Lamento no poder dar fe gráfica de su interior pues un cartel con el “Dress Code” dice entre otras prohibiciones que no se pueden hacer fotografías.
Curiosamente le llaman “Código de vestimenta”, pero realmente no hay más que prohibiciones, como la de no llevar perros que no sé qué tiene de “dress”. Y también es curioso que las prohibiciones para las mujeres sean dobles que para los hombres.
Nosotros no podemos llevar camisetas –yo no la llevo desde los 15 años- ni pantalones cortos, pero vosotras no podéis llevar ni camiseta, ni pantalón corto, ni una cosa cuadrada, ni pantalón largo. Y es extraño que esta última prenda esté remarcada con una línea blanca alrededor. Y es que debe ser mucho más pecado que el resto.
En la puerta hay un monje enano (no, no es que sea pequeño, es que es enano, enano) y le señala a Marisa que debe ponerse una falda, de las que hay un montón, para poder entrar.
Le digo (por señas, por supuesto) que los hombres debemos llevar pantalones, pero que él lleva una falda. Y debe ser la primera vez que le hacen esa observación porque se queda un tanto confundido. Y me dice que no, que no.
El interior merece la pena la servidumbre de la faldilla, que en este caso es azul con topos negros y que a Marisa le da aspecto de refugiada.
Antes de entrar una señora le está gritando a su teléfono “hello, hello!”, pero resulta que me lo está diciendo a mí: que si queremos una guía. Que no. Luego en el interior del templo vuelve a la carga. Que no.
Lo peculiar para ser una guía de un lugar sagrado es que va como una loca besando todos los iconos, marcos de puertas y piedras que encuentra.
Esta religión georgiana es de un besuqueador que no te lo puedes imaginar.
El día que venga uno con la gripe A liquidará a la mitad de los cristianos georgianos.
Vemos otra guía que acompaña a un “matrimonio” extranjero que a mí me parecen unos ancianos. La llaman por teléfono, les dice “sorry” y se aparta de ellos para hablar.
El “dress code” dice que no utilices el teléfono celular, pero los monjes zelotes parece que eso lo consideran pecado venial en relación con los pantalones femeninos.
La guía acaba de hablar por teléfono y se dirige a nosotros y nos empieza la explicación. Y de repente se da cuenta de que “nosotros” no somos “ellos”.
Pues me ha jodido bastante pensar que nos pudiesen confundir. La verdad es que nos los hemos encontrado varias veces en el exterior y no paraba de pensar al compararnos con ellos que cómo nos había podido confundir con aquellos abuelos decrépitos.
Vigilo al monje enano portero y persigue incansablemente a todas las señoras y señoritas que intentan entrar en el templo con castos pantalones.
Paseamos por el exterior de la iglesia y también es una maravilla. Aquí sí que hay testimonio gráfico.
Así encontramos figuras que no sabemos relacionar con “nuestra” religión.
Porque si veo un pelícano mordiéndose el pecho sé lo que significa (y confío que tú también lo sepas), pero de esto de hoy ni idea. Tampoco me ayuda el desconocimiento total del georgiano, pues esta de la foto tiene quizás su explicación en la escritura que hay debajo de ella.
Sí descubrimos un San Jorge, pero en bastante mal estado.
Desde allí nos vamos a la iglesia de Samtavro.
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