
Después de los azares de ayer hoy ha sido un día de residencia de ancianos.
Primero el sol ha lucido durante todo el día y luego los transportes han sido los habituales y esperados en un país europeo.
Hoy vamos a visitar Mtskheta, la antigua capital de Georgia, ciudad a la que se puede ir y volver en el día fácilmente desde Tiflis.
Primero el metro hasta la estación de autobuses de Didube, la misma que utilizamos para ir a Kazbegi.
De nuevo cogemos las escaleras mecánicas que tanto me impresionaron la primera vez. Hay tres, una de subida, otra de bajada y la tercera, la central, parada.
Imagino que tendrán un mantenimiento mejor que las del metro de Madrid, pues si fallasen habría viajeros que tendrían que quedarse a vivir en los andenes , que por cierto son muy espaciosos, pero muy tristones, como toda la red que conozco.
Además no hay ninguna escalera “no mecánica”, así que si tienes que utilizarlas en modo manual debe ser pesadísimo.
También he pensado en los ciegos.
Una vez –no recuerdo la ciudad- vi como un empleado paraba la escalera mecánica para que un ciego pudiese subir andando ese tramo donde solo había mecánicas.
Otra consecuencia de lo rápidas que funcionan y de su longitud e inclinación es que nadie sube andando y como todo el recorrido es en un solo tramo, cuando bajaba esta mañana nos hemos cruzado con un “paquete” de viajeros que subía procedente del último tren que había llegado. O sea que el personal no se dispersa: un grupo todo compacto y luego nadie hasta que llega el próximo convoy y otro grupo compacto.
Y además hay una señorita empleada dentro de una cabina en la parte inferior de las escaleras vigilando su funcionamiento.
Que debe ser el trabajo más aburrido de toda la red: ocho (?) horas mirando tres escaleras, una de las cuales no funciona.
Hace años estuve trabajando para una fábrica de cervezas. El peor trabajo para mí era el de unos empleados que vigilaban la salida de la cinta embotelladora el nivel de las botellas y si alguna estaba fuera de los limites la retiraban.
Pues esta señorita del metro todavía peor.
Y en el vagón la misma uniformidad indumentaria: todos los hombres con chaquetillas de cuero (o “simil cuero”) negras y pantalones oscuros. Ellas también del mismo color pero con chaquetones “textiles”.
Muy pocos leen y no se ve ningún libro electrónico.
Otra particularidad: la mayoría de mujeres jóvenes llevan el pelo suelto con una marcada raya en medio. Las mayores no sé el motivo suelen llevar un gorro o un trapo en la cabeza.
En la estación de Didube pasas por un mercadito al aire libre donde además de frutas y verduras hay un par de puestos de pescado de muy dudoso aspecto.
Nos aborda un taxista. Lo típico: “¿Adónde van? Yo les llevo. Solo un minuto para explicarles el viaje…”
Pero no solo no son pesados sino que cuando les dices que no, que gracias, que lo que quieres coger es la marshrutka, pues incluso nos indican el lugar exacto para ir a Mtskheta.
Consejo viajero: hay que sacar el billete en una taquilla y no en la furgoneta.
Y por solo 1 lari cada uno nos vamos a nuestro destino.
Y ahí la cagamos.
Segundo consejo viajero: Mtskheta tiene dos centros de población; el histórico que viene primero y el nuevo donde acaba el recorrido de la furgoneta. Y la guía no te informa al respecto.
Yo cuando tengo dudas escribo en un papel el lugar exacto adonde voy para enseñárselo al chofer y así que me diga donde debemos bajarnos. Y hoy lo he hecho, pero dada la importancia del lugar daba por supuesto que ese era el centro de la población. Error. Hemos tenido que coger otro transporte para volver al centro histórico.