55. India 2019. 19 de octubre, sábado. Vigésimo segundo día de viaje. Majuli. Día 2. Segunda parte.

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Desde “Sangeet Kala Kendra” nos vamos a visitar la primera satra del día, la de Samuguri. Bueno, el nombre puede cambiar según la transliteración pues ya sabes que viniendo de otro alfabeto, en este caso el asamés, depende de como suene al que lo trascribe. Así que Samuguri, o Samaguri o Shamaguri, o…

En sus cercanías la típica tiendecita con objetos rituales para los fieles que van a visitarla.

¡Y qué suerte tuvimos con el festival de ayer! Porque este monasterio es interesante, pero nada comparado con el espectáculo del de Auniati.

Tiene la misma estructura con su “namghar” como centro, pero de un tamaño menor y hoy con una familia que se acaba de comprar un coche. Porque esta ha sido la sorpresa después de leer en la entrada que debes descalzarte y de que no pueden pasar vehículos. Resulta que estaban bendiciendo ese automóvil que se acaban de comprar.

El padre me saluda muy sonriente  y esa sonrisa me produce angustia y desazón: unas encías y unos dientes destrozados por el continuo uso del “paan”.

Me ha explicado que había estado en Polonia. Un hecho bien extraño, pero luego he pensado que no sé dónde podría haber estado porque él me ha dicho “Poloni” y en inglés es “Poland”, así que quizás me ha hablado en polaco o en asamés.

Nos ha presentado a su hijo, un joven alto y atractivo y al hermano de su hijo.

Ante mi desconcierto, Marisa me ha explicado luego, que el “brother of my son” quizás quería decir “el amigo de mi hijo”.

Pues ha abierto el capó del Suzuki y un monje, que no sé si era el hermano o el yerno del propietario lo ha bendecido echándole agua bendita y algunas flores, además de las consabidas oraciones.

Luego le he preguntado al hijo del propietario si con estas bendiciones era suficiente o si además tenía que tener un seguro.

Dado mi inglés (y su ingenuidad) me ha dicho que también tenían que tener una póliza de seguros.

Luego el monje bendecidor ha entrado en el namghar y se ha puesto a rezar  y a tocar, con poco arte, un par de enormes platillos.

Antes le había preguntado por el número de monjes y me ha dicho que 50. Y de nuevo con los numerales de los monjes: no me lo puedo creer que sean 50 exactos. Serán 47  ó 52, pero ¿cincuenta? ¿Es que en inglés solo les enseñan las decenas y las centenas?

Intentamos entrar en  un oratorio que está anejo al namghar pero no nos dejan. En aquel momento había dos o tres monjes rezando. Luego ha venido una joven con un cámara que le estaba grabando un vídeo y sí ha entrado, rezado y salido. No hay nada como saber indio e imagino que pagar por el rito.

Desde allí nos vamos a Sumoimani, un lugar que el gerente del hotel me había marcado como “puesta de sol”, pero es que eran la 12 del mediodía y aquel lugar lo ocupaban grandes arenales cerca del rio y sin ningún interés.

Hemos visto por allí niños jugando con monedas. Eran de una rupia pero jugaban con gran rapidez.

En el camino un gran artilugio de pesca con red y con un extraño e inteligente sistema para levantar esa red.

El chófer le ha dado un grito al joven pescador y este ha subido la red para que viésemos el funcionamiento. Muy interesante.

De allí la siguiente visita a la satra de Uttar Kamalabari.

Aquello está medio abandonado y con aspecto decadente. Hay un par de monjes mayores que me explican muchas cosas, aunque no les he preguntado nada. Obviamente en asamés. Imagino.

Y la última visita es a la satra de Garamur, la más cercana al hotel. Y en esta todavía hay menos movimiento.

Creemos que estamos solos en el namghar pero hay un joven monje dormitando y se levanta al oírnos.

Ha sido la menos interesante de todas ellas, pero igualmente merecía la pena su visita.

Regresamos al hotel y más tarde el gerente se sorprende de que hayamos ido allí, pues teníamos que haber regresado después de la puesta de sol que teníamos que haber visto en el punto que nos había marcado al respecto. Problemas de la falta de entendimiento con el conductor.

Así que nos recomienda ir a verla a un ghat que está en el río Brahmaputra a unos 2 km del hotel y de fácil camino.

Un error, pues no te puedes poner a andar para ese espectáculo del crepúsculo pues si encuentras el lugar tendrás que regresar de noche. Y encima doble error pues no lo hemos encontrado a pesar de que los 2 km se han transformado en seis. Eso nos ha obligado a regresar a una buena velocidad, pero ya totalmente de noche y a oscuras. Marisa no estaba preocupada pues todo eran caminos rurales, pero no le ha gustado nada la experiencia.

Regresamos a la comodidad del hotel.  Vaya, un lujo de 5 estrellas si lo comparamos con el entorno.

Una cena estupenda y lucha contra los insectos.

Mañana más.

PD.

Estos días estamos sin internet o con problemas con ella. Primero en Guwahati y luego en Nagaland y ahora aquí.  Y mientras Cataluña esta incendiándose y no nos enteramos de casi nada.

Esta situación contrasta con la que vivimos en Nueva Zelanda en 2017 en fechas similares.  Pero ahora nada en el paraíso de Majuli.

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2 respuestas to “55. India 2019. 19 de octubre, sábado. Vigésimo segundo día de viaje. Majuli. Día 2. Segunda parte.”

  1. La otra Marisa Says:

    Queda muy bien que emplees palabras en idioma autóctono en tus relatos. Yo, con la intención de aclararme un poco y después de no encontrar nada satisfactorio en Google, he puesto la palabra en el traductor, que ha sido inmediatamente identificada como «Hindi» y me da la traducción al español de «La sesión» («The Session» en inglés» cosa que no me cuadra en absoluto con el texto que escribes. Y ahora la pregunta ¿Qué quieres decir cuando pones «satra»?
    No hace falta que me des las gracias por preguntar, me basta con que me contestes.
    Un beso

  2. alelsoles Says:

    Marisa, tienes toda la razón. Pensé que ya había explicado que es una satra, pero es que lo hice en mi anterior viaje a Majuli.
    Aquí está el enlace a lo que conté entonces:
    https://elsoles.com/2007/12/01/17-de-jorhat-a-la-isla-de-majuli/
    Allí la definía como «Un satra es como un monasterio de neo-visnuitas. Ya sabéis que la mayoría de los hindúes se dividen entre seguidores de Visnú y de Siva, pues en el siglo XIV un filósofo de Asam creó esta tendencia. Rechazó, o por lo menos evitó, el sistema de castas y la adoración de los ídolos (aunque viendo sus monasterios nadie lo diría) centrándose en Visnú como único dios y especialmente en su avatar Krisna».
    Gracias por tu interés.
    Un beso

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