25. India 2019. 8 de octubre, martes. Undécimo día de viaje. Calcuta. Día 5. Primera parte.

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Hoy es el día cumbre y final de la Durga Puja: Dussera o Dussehra o Dasara, que estas palabras transliteradas desde el sánscrito nunca se escriben igual.

 

 

Dice Wikipedia que “señala la victoria de la diosa Durga sobre el demonio Mahishasur, lo que está representado en todos los pandals que pueblan Calcuta.  La festividad acaba transportando las efigies de esos pandals hasta el rio o el mar y sumergiéndolos en ellos. De esta manera, al disolverse Durga retorna al  monte Kailasha con Shiva.

Este día marca el fin de la “Durga Puja”, festival de 9 días y 10 noches, llamado así especialmente en el nordeste de la India, o sea donde estamos nosotros, pero en general se llama  “Navaratri” o “Navratri” en toda la India.

Hoy durante la visita a los pandals las mujeres (creo que solo las casadas, aunque también he visto a algunas niñas) marcan a otras sus caras con “sindoor” o “sindur”, un polvo cosmético bermellón y llevan vestidos rojos.  A este ritual se le llama “sindoor  khela”, durante el cual las señoras tiznan las figuras de los pandals y también entre ellas.  Antes las solteras y viudas no debían  participar en este rito, pero ahora hay  una campaña para que sean todas las mujeres cualquiera que sea su condición marital.

Así que nos vamos a ver los último pandals y el barrio de Kumartuli, o Kumortuli, el de verdad, donde se hacen la mayoría de las figuras de barro de los pandals, el que está en la parte norte de la ciudad, no el que ya visitamos cerca del templo de Kali.

No hay metro para ir hasta allí y con los autobuses todavía no  sabemos como hacerlo, así que cogemos un taxi y como siempre no hay manera de que pongan en marcha el taxímetro y tienes que luchar para conseguir un precio fijo y que no sea disparatado.

Todas las calles que van a sitios con mucha afluencia de personal están valladas con bambú, imagino que para evitar que la muchedumbre en horas punta inunde la calzada, aunque dada la idiosincrasia india me temo que no lo consigan.

La calle que nos va a servir de referencia para todas las visitas  será la Rabindra Sarani y en ella nos apeamos. Es una calle con mucha vida, es decir tiendas, puestecitos callejeros en las aceras,  pequeños almacenes y gente que va de un lado a otro.

Los almacenes que vemos en la calle tienen casi todos una particularidad: un dueño de mediana edad sentado en una tarima con las piernas cruzadas haciendo cuentas y en algunos casos, según el tipo de mercancía, unas enormes romanas.

Y también unas grandes cajas fuertes a la vista del público.

Así llegamos a las calles de los kumartulianos,  los que hacen los de ídolos de  barro.

El nombre del barrio.

Cuando los británicos, o mejor la British East India Company empezó con el desarrollo urbanístico de Calcuta creó barrios para cada uno de los gremios que trabajaban para la compañía y que se llamaron de acuerdo con el oficio. De esta manera a los alfareros se les asignó el distrito de “Coomartolly”, o “barrio de los alfareros”, nombre arcaico  de la profesión.

Estos barrios gremiales fueron despareciendo o cambiando de lugar, pero este se mantuvo dado que los alfareros conseguían el barro del cercano río Hooghly.

Posteriormente se especializaron en hacer figuras de dioses  y diosas  que su utilizan no solamente en ocasiones  de grandes festividades como esta de ahora, sino también en muchas, yo diría que en todas, casas de los hindúes.

Y allí encontramos un taller tras otro con las figuras en distintas etapas de acabado y en muchos casos con series de ellas de diferentes tamaños.

Y obviamente solo pintan las partes del cuerpo que se van a ver.

He leído, o alguien nos dijo, que las cabezas las hacían con moldes y las colocaban más tardes sobre los cuerpos. No sé si será así, pero sí vimos a un artista (¿o será un artesano?) acabar una cabeza con gran esmero.

El último toque antes de vestirlas es pintarles la cara y eso lo hacen a mano alzada con una gran precisión.

Marisa está tan entusiasmada en aquel maremágnum de posibles fotografías que también es fotografiada «al descuido».

En alguna ocasión el artista emplea su mano como paleta de pintor para ver el tono de la pintura, como ya vimos también en Bishnupur.

Y en algún momento del proceso final les colocan una especie de manto de brillantes colores por encima.

Además de las figuras de tamaño natural, o casi, hay también otras pequeñas que imagino son para uso doméstico. Estas las vimos totalmente acabadas y dispuestas para la venta. No sé si a estas también las arrojan al río.

En algunos talleres figuras medio destrozadas. Imagino que son de las recuperadas del río y que están en fase de restauración.

Sorprende que en una sociedad tan pudibunda nos encontremos con una figura femenina de tamaño natural en la calle totalmente desnuda. Pensaba en la también mojigata España de los años 50  cuando un profesor mío se escandalizaba por una imagen de la Virgen María  con un niño Jesús lactante.

Pero no todo es Durga, aunque esa sea la más reproducida, porque también encontramos figuras que serán después Kali. ¿Por qué lo sé? Pues porque a esta última la representan siempre con la lengua fuera de la boca y si está más acabada con una ristra de cabezas colgando de su cuello.

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Una respuesta to “25. India 2019. 8 de octubre, martes. Undécimo día de viaje. Calcuta. Día 5. Primera parte.”

  1. Luigi Says:

    muy interesante la cultura de los pudibundos indi@s!

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