Jinhua.
Según la guía tiene 4,7 millones de habitantes y según Wikipedia 5 y medio. De todas maneras muchos y más en una ciudad de la que no había oído hablar en mi vida.
Pertenece a la provincia de Zhejiang de cuya capital acabamos de venir.
La guía dice de ella que es una ciudad agradable con calles con árboles y un río que la atraviesa con un parque al lado y también un centro de transportes y que es un trampolín para visitar los pueblos centrales de esa provincia. Lo único que remarca de ella es el “Jinhua Architecture Park” o sea el “Parque de Arquitectura de Jinhuá”. También nombra a su jamón pero dice que está tan curado y salado que se emplea más bien para dar sabor a los platos que para comerlo directamente, pero que de todas maneras es muy difícil encontrarlo en los restaurantes. Aunque ya ves, una ciudad tan grande y no recomienda ninguno, solo una calle donde hay sitios baratos de sopas y fideos. Y en Wikipedia he encontrado que su jamón en 1915 recibió un premio en la” Panama International Merchandise Exhibition”. ¡Casi nada! Pero más interesante: su proceso de cura está documentado desde la dinastía Tang (618–907 AD), y según algunos lo conoció Marco Polo quien lo introdujo en Europa. Pero Marco Polo viajó por China durante el siglo XIII, así que consulto con mi amigo Luis, que sabe mucho de jamones, y me dice que cree que fue una técnica importada por los fenicios y podría ser dado que he encontrado que Estrabón ya citaba en sus libros al jamón de Iberia.
Vuelvo a la actualidad.
Así que lo único que es interesante para ver en esta ciudad es el “Architecture Park” y hacia allí vamos.
La señora del hotel nos escribe en un papel que cojamos el autobús 527, que vale 2¥ cada uno y en chino el nombre del lugar para poder preguntar. Y encima le dice a un señor que está sentado en la recepción (su marido o un botones o ambas cosas) que nos acompañe hasta el autobús. Y la agradable sorpresa de que los autobuses tienen una pequeña estación delante de la del ferrocarril. Y así aprendemos el camino correcto para ir desde el hotel hasta allí: la mitad del recorrido que con el policía.
El del hotel pregunta y pregunta aunque yo veo que hay claramente un “527” en un luminoso, pero imagino que la señora le ha insistido que nos dejase donde debe hacerlo. Cuando llega el autobús habla con la cobradora (en esta ciudad hay una cobradora en cada vehículo) y esta nos avisa cuando debemos bajarnos. Seguimos en el país de la hospitalidad, pues también nos indica el camino que debemos seguir para llegar hasta nuestro destino.
Al pasar por un pequeño restaurante, de esos que están abiertos a la calle, decidimos quedarnos allí a comer porque no sabemos si luego encontraremos algo semejante. Y ha sido un acierto: buena, bonita y barata comida tipo bufet pero con pocas posibilidades de elección.
Me ha sorprendido que colocaran la comida en una bandeja de acero inoxidable con huecos. Como las de los tali indios o las de los comedores del SEU de mi juventud.
Un consejo: hay unos pescaditos que me encantan y que descubrí en Japón y luego comí también en Hong Kong, que tienen el abdomen lleno de huevas. Aquí son algo más grandes, así que si no eres los que no te importa comerlos enteros con espinas, ni se te ocurra cogerlos. Porque con los palillos no creo que pudieses comerte ni uno. O sea que hay que comerlos enteros.
Pregunta para un ictiólogo que me lea. (También me sirve un pescador).
¿Solo se pescan las hembras? ¿Qué hacen con los machos?
Y la señora del restaurante tiene la misma actitud hacia nosotros que la del hotel, aunque sin las 16 palabras de inglés que sabe aquella, nos indica el camino a seguir.
Así que muy importante: lleva siempre el destino escrito en chino. Y otra cosa también muy importante, pero que alguna vez olvidamos: el nombre en chino del origen porque puede ser que un autobús tenga más de un recorrido y acabes de regreso donde no quieres.
Seguimos el camino después de la comida y le pregunto a un joven que está parado con una moto y nos dice que sí, que vamos bien y que sigamos hacia adelante y así llegamos al famoso parque de la arquitectura.
“Jinhua Architecture Park”.
La guía dice que está formado por 16 pabellones diseñados por arquitectos chinos y extranjeros, situados a lo largo de 2 km al lado del río Yiwu. Fue concebido y comisariado por el artista Ai Wei Wei para honrar su padre.
Los edificios fueron pensados para ser cafeterías, bibliotecas, espacios de trabajo y similares (quizás lo que llamamos “salas multiusos”) pero ahora están cerrados y a pesar de esto es un espectáculo fascinante de la arquitectura actual.
Sigo con la guía: creado en 2002, así que hace 17 años, se pretendió con él que esta ciudad fuese conocida en el mundo entero. Así Ai, dada su fama en el mundo, consiguió que renombrados estudios de arquitectos, como Herzog & de Meuron entre otros se apuntasen al proyecto.
Este Ai fue una figura controvertida pues aunque llegó a ser el director artístico de los juegos olímpicos de Pekín más tarde fue arrestado.
Y acabo con la guía: advierte que está abandonado y que dado el clima lluvioso de la zona los edificios “han sucumbido al óxido y al moho, adquiriendo la pátina de las ruinas a pesar de su naturaleza contemporánea”.
Ya ves, una descripción que invita a visitarlo.
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