4. China 2019. 3 de abril, miércoles. Segundo día de viaje. Hong Kong, día 1.

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Ya estamos en China, vaya en Hong Kong, que como descubrimos el año pasado, es China, pero no “China, China”.

En uno de los pasillos del aeropuerto, camino de la salida, nos encontramos con unas duchas con un divertido dibujo donde se repiten los roles con el rosa para ellas y el azul para nosotros.

El proceso de emigración, recogida de equipajes y aduana es bastante rápido y salímos a la zona de llegadas.  Por cierto, que en emigración no te pone ningún sello, solamente un papel que te grapan en el pasaporte y que te retirarán cuando te vayas. Así que no queda recogida ninguna constancia de tu estancia en esta ciudad.

Tenemos unos pocos dólares de Hong Kong así que lo primero de todo es  cargar algo de dinero en nuestras tarjetas de trasporte que conservamos del  año pasado. Las de esta ciudad  se llaman “Octopus”  y no solo sirven para pagar en metro y autobuses, sino también para entradas diversas y tiendas de “conveniencia”.  Te la recomiendo totalmente y más si eres mayor pues la tuya es de “Elder” y algunas ventajas tienen, aunque no sé cuáles exactamente.

Desde el aeropuerto hasta nuestro hotel se puede llegar con dos autobuses, pero uno de ellos no empieza el servicio hasta las 11 de la mañana. Te lo digo para que tengas en cuenta el que algunas líneas de autobuses empiezan muy tarde.

El aeropuerto está en la isla de Chek Lap Kok, la cual está casi pegada a la de Lantau, así que hay que atravesar esta y alguna otra pequeña antes de llegar a “tierra firme”, a Kowloon, donde vamos nosotros.

Pasamos por zonas donde hay unos edificios enormes donde deben vivir miles de personas y con una estructura que recuerda a las colmenas.  Quizás hayan copiado esas estructuras. Esta era una ciencia que empezaba en mi juventud, pero de la que ahora no se oye hablar: la biónica.

Este año nos vamos a alojar en el mismo sitio que el año pasado y que tanto nos gustó: un “hostel”  de la YHA. Vinimos con carnet de Nueva Zelanda, pero ya nos ha caducado así que ahora nos hacemos uno nuevo y “seremos”  hongkoneses.  Y además este año han subido casi un 40% los precios, pero es lo que tiene esta ciudad: los alojamientos son caros en la relación precio/calidad.  En este nos encontramos muy a gusto y además sabemos cómo movernos en este barrio.

Llegamos allí, pero como es demasiado pronto no nos dan la habitación, así que dejamos el equipaje y empezamos la vida de turista, que es a eso a lo que hemos venido.

Nuestro plan en esta ciudad es repetir algunas de las cosas que visitamos el año pasado e intentar ver alguna nueva. Y sacar el billete para el tren a Shanghái, nuestra próxima etapa.  Y esto es lo primero que hacemos.

El año pasado viajamos de aquí a Shanghái en un “fast” tren  que nos llevó en casi 20 horas de una ciudad a otra pasando la noche en el tren, pero este año además hay otro, este sí rápido que sale a las 2 y 10 del mediodía, buena hora para salir, y que llega en poco más de 8 horas al destino, sobre las 10 y media de la noche.    Curiosamente no aceptan para el pago tarjetas de crédito, pero sí de débito.  Tenlo en cuenta.

Y ya hecha la primara tarea del día nos vamos a comer. Damos con una zona con gente bastante joven, tipo trabajador de oficina que llena los restaurantes y son casi todos de comida coreana. Entramos en uno, nos sentamos en una mesa con dos de ellos y me dicen que es que está de moda este tipo de comida.  Y se quedan sorprendidos de nuestro manejo de los palillos. ¡Si supieran que hemos ido a clases particulares para obtener esta maestría!

En la calle veo a un joven vestido moderno, hasta con vaqueros rotos, pero ella de monja. Y tienen unos 30 años. ¡Nunca lo comprenderé!  Y menos que algunos occidentales abracen esa fe con entusiasmo. Y peor todavía que lo hagan ellas.

Y como estamos cansados nos decidimos empezar por el Museo de Historia de la ciudad del que la guía dice que si tienes tiempo para visitar uno solo que escojas este, que es una mezcla de historia de la ciudad, etnográfico  y de las culturas de los pueblos indígenas que una vez vivieron aquí.  O sea desde hace 6000 años hasta el fin de la colonia británica en 1997.  Y, por si acaso, apenas hay nada de la etapa posterior.  Ya sabes que las relaciones políticas de esta ciudad, calificada como “Región Administrativa Especial de Hong Kong de la República Popular China”, o SAR, con el “continente” no son siempre fáciles.  Y si no que se lo pregunten a Google.

En la entrada una relación de las típicas prohibiciones con una nueva: “No tomar vídeo, ni grabar audio”.  ¿Cuántos visitantes registran los sonidos de un museo?  Me hubiese gustado preguntarle a un responsable del lugar por esa excentricidad museística, pues aunque no grabé nada, sí que lo hago a veces como sabéis, pero nunca en un lugar así.

Hay una parte, muy interesante, dedicada a la guerra del opio. O las guerras.  Y como consecuencia de la última esta ciudad pasó a manos británicas. Y yo, la verdad, de toda esta historia sé más bien poco. Que hasta la confundía con la rebelión  de los boxers, que de esta supe por la peli “55 días en Pekín” con la maravillosa Ava Gardner, que aquí muere, y el impresionante Charlton Heston. Seguro que la habéis visto todos.  Vaya,  que no sé nada de la historia reciente de este país. Y de la antigua menos todavía.

Y no habremos dormido mucho, pero el cuerpo es una bestia (eso decía un tío de Marisa) y decidimos acabar la jornada en   un hipódromo.

El año pasado estuvimos en el Hipódromo del Valle Feliz, realmente “Happy Valley Racecourse”,  y nos gustó tanto el lugar y el espectáculo, más el humano que el de los caballos, que hemos decidido volver de nuevo, lo que pasa es que no va a haber carrera ninguno de los días que estaremos aquí y la única posibilidad es ir  hoy al otro hipódromo de esta ciudad, el de de Sha Tin​, del que la guía dice que tiene una capacidad de 80 mil apostadores, aunque también dice que es menos “evocador” que el otro.

Desde luego este de hoy tiene menos encanto y parece como más “profesional”, que la gente está más dedicada a las apuestas y hay menos  “tontería” que en el del año pasado. Y quizás el tema fotográfico sea menos interesante.  Pero me ha gustado mucho verlo y sobre todo la fauna humana que pulula por allí. Aunque lo que más me ha impresionado es lo mucho que fuman los que apuestan y los gritos de ánimo que se dan a ellos mismos, pues no creo que los caballos se enteren mucho.  Y lo difícil, que es entender toda la información que proporcionan en las enormes pantallas que hay.  De verdad que merece la pena, pero si puedes elegir escoge el “Happy Valley”.

Cuando salimos nos percatamos que hay un pequeño grupo de fotógrafos con sus preciosas cámaras y sus trípodes en un lugar fuera del recinto desde donde se pueden tomar mejores fotografías.  Charlo con uno y me enseña algunas de sus obras.

Una ventaja de este lugar es que cuando hay carreras abren una parada  de metro al lado mismo del recinto.

Y ya hemos acabado nuestro primer día en Hong Kong.  Nos espera una preciosa habitación y una gran cama.

 

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