36. Georgia y Turquía 2014. 20 de marzo 2014, jueves. Décimo cuarto día de viaje. De Tiflis a Estambul.

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Nos despiertan a las 6 de la mañana pues vamos a parar. Ni idea de donde estamos, pero es un amanecer glorioso con el sol apareciendo en aquel momento en el horizonte.

NB

Obviamente esta foto no es de un amanecer, sino de un té turco, bebida que tomas a todas las horas.

Además ha sido una buena noche pues hemos dormido sin interrupción excepto las consabidas paradas del autobús y los dos controles de la policía.

Los lugares donde paran todos los autobuses no siempre son unos sitios impecables, pero este es de la misma compañía de transportes, “Metro”, y está francamente bien.

Cuando nos vamos aproximando a nuestro destino el cielo se va cubriendo y empieza a llover. Espero que no lo haga en Estambul, pues los dos días que estuvimos cuando llegamos no dejó de hacerlo.

La primera parada en Estambul, en sus afueras, es a las 9 de la mañana con lo que sumando las dos horas de diferencia con Georgia nos dan 24 horas exactamente de viaje.

Y como siempre: los fumadores son los primeros que bajan del autobús y lo hacen disparados.

Yo tenía un compañero de trabajo que decía que si algún día prohibían fumar en los aviones no viajaría más en ellos. (Eso se llama tener visión de futuro). He pensado que tampoco podría hacerlo en estos autobuses, a no ser que fueses el conductor, aunque en este viaje ninguno lo ha hecho dentro del vehículo.

En la entrada de todas las ciudades turcas hay un letrero que dice “Nufus” y un número con los habitantes. En el de Estambul  ponía 12 millones y pico. Creo que será un buen trabajo el del pintor de estos letreros: tendrá el puesto asegurado para toda la vida, aunque no creo que lo cambien todos los días,  aunque  podrían. Nada que ver con la mayoría de pueblos de la España rural: harían un letrero cada 5 años y siempre para disminuir el número.

De todas maneras alguien me dijo que aquí había más de 20 millones.

Y afortunadamente ha parado de llover.

En la entrada un embotellamiento terrible lo que me permite estudiar el parque automovilístico: todos los coches son nuevos y aunque se ven algunos de marcas “premium” alemanas nada comparable con Georgia.

2014.Estambul. Istanbul. İstanbul.

Veo la primera moto en muchos días. En Georgia no he visto ni una.  ¿Estarán prohibidas?

Hay jardines en algunos taludes de la entrada de la ciudad y están cuidadísimos.  En alguno empieza a haber tulipanes que imagino acabarán floreciendo en el festival de los mismos.

2014.Estambul. Istanbul. İstanbul.

Pasamos al fin por el puente sobre el Bósforo y un letrero nos saluda: “Welcome to Europe”.

2014.Estambul. Istanbul. İstanbul.

Muchas banderas blancas, azules y naranjas  como las que hemos visto en gran cantidad por todas las ciudades del mar Negro por las que hemos pasado. Son del partido del presidente, AKP. ¡Cuánta pasta malgastada!

Pero la palma se la llevan unas banderas enormes colgadas entre varios rascacielos.

Al fin llegamos a la estación de autobuses a las 11: dos horas de entrada en Estambul con lo que el viaje total ha sido de 26 horas, pues salimos a las 11 de la mañana.

Vamos al hotel en el que estuvimos en el viaje del 2011 y que es de la misma familia que el que nos alojamos a la llegada.

2014.Estambul. Istanbul. İstanbul.

Aquí nos recibe Harum, un recepcionista de la clase de los simpáticos y eficientes y que además está aprendiendo español. Y encima nos obsequia con una habitación mejor que la que habíamos contratado.

En la pared un cuadro de lo que antes se llamaba “orientalismo” y que tanto gustó a los pintores franceses del XIX, pero aquí sin la sensualidad de Ingres  o Delacroix, ¡qué estamos en Turquía!

2014.Estambul. Istanbul. İstanbul.

Volvemos a comer a nuestro restaurante habitual.

2014.Estambul. Istanbul. İstanbul.

En el camino un afilador, pero de los antiguos y con una máquina que es una preciosidad.

2014.Estambul. Istanbul. İstanbul.

Esta tarde vamos a dedicarla a pasear por la zona de Taksim. Parece que estés en una Turquía que solo existe en este barrio.

2014.Estambul. Istanbul. İstanbul.

Pero veo a una señora con niqab a la que acompañan su marido e hijo de unos 20 años vestidos ambos como macarras de Marbella.

Me pone de mala leche el niqab.

En la calle hay niñas, casi adolescentes, tocando (bastante mal) el acordeón. La putada es que para dar más pena colocan al lado un carrito con un bebé dentro. Y la policía que pasa por allí en coche no hace nada al respecto.

Afortunadamente hay otros músicos callejeros que lo hacen bien y no intentan dar pena.

2014.Estambul. Istanbul. İstanbul.

Y además son adultos.

2014.Estambul. Istanbul. İstanbul.

Y un espectáculo visual impresionante son las granadas que están expuestas en la calle.

2014.Estambul. Istanbul. İstanbul.

Y sin música y sin tanto color la maestría de un cortador de carne para los famosos “doner kebab”.

2014.Estambul. Istanbul. İstanbul.

Bajamos hasta el puente Gálata y la gente que hay pescando es otro espectáculo: mueven constantemente las cañas y como hay tantas aquello parece un ballet.

2014.Estambul. Istanbul. İstanbul.

Incluso uno desconocido me permite sonriente un retrato.

2014.Estambul. Istanbul. İstanbul.

El atardecer sobre el puente con la mezquita de Suleyman al fondo en un lado, enfrente la Mezquita Nueva y en el otro lado Santa Sofía es una maravilla.

2014.Estambul. Istanbul. İstanbul.

Volvemos al hotel y hoy a dormir pronto, que aunque la noche en el autobús ha sido buena no es como en una cama.

PS

Hoy antes de dejar el autobús he tenido una pequeña bronca con el azafato. Creo que es el tipo más borde que me he encontrado en este país. 

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