Un amigo cinéfilo, mitómano e identitario me ha contado que, contando con la influencia de un amigo suyo del mundo del cine, asistió en Chinchón al rodaje de una película entre cuyos protagonistas destacaba para él Scarlett Johansson (¿Vaya vikinga! en su opinión). Mientras andaba por allí coincidió con su amigo en la sección del «catering» y en ese momento llegó la actriz a tomar un refresco. Animado por la presencia de su admirada trató de ser cortés y de decir algo que no fuese molesto o repetitivo. No se le ocurrió nada más que preguntar si le había gustado algo en especial de la comida en Chinchón; ella le respondió amablemente: «En un restaurante de la plaza he descubierto la tortilla de patatas».
A pesar de su inclinación por ella mi amigo se vió en la obligación de responder: Está muy equivocada Sra. Johansson, Usted no ha descubierto la tortilla de patatas porque hace más de 200 años que la conocemos aquí y han peleado muchas personas por defender la receta. Lamento mucho tener que apearla del pedestal en el que la tenía.