7. Georgia y Turquía 2014. 9 de marzo 2014, domingo. Tercer día de viaje. Estambul. Primera parte.

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De nuevo lluvia. El peor enemigo del turista (seas “intrépido” o no) junto con la diarrea y una mala compañía. Afortunadamente a mí solo me afecta la lluvia.

Desayuno turco en el comedorcito del hotel.

En este barrio los hotelitos siempre tienen una terraza desde donde puedes desayunar  o tomar un té contemplando la Mezquita Azul  o Santa Sofía (los más afortunados) o el mar de Mármara. Desde la de aquí se ve el mar, pero sin ninguna posibilidad hoy de desayunar en el exterior.

Enfrente hay un hotel en las mismas circunstancias y solo se ve algún huésped en la terraza, pero es por razones viciosas. El maldito tabaco que no solo lleva a sus fieles al cáncer de pulmón, de vejiga, de estómago, de garganta, de… (escribe aquí tu desdicha favorita, aquella que crees que no te sucederá  a ti, fumador, porque crees que eres diferente del resto de los fumadores), sino que además le obliga a estar en la terraza de un hotel de Estambul con un tiempo de perros.

Llegamos a Santa Sofía y allí están las multitudes de turistas, nacionales y extranjeros.

2014.Estambul. Istanbul. İstanbul.

Además hoy es domingo y creo que eso hace que haya también más visitantes turcos. Estos grupos son más desorganizados que los de otras nacionalidades, y no te digo nada si los comparas  con los de japoneses.  A estos sus guías les reparten auriculares individuales  y así hablando quedo les van explicando las maravillas del lugar.

2014.Estambul. Istanbul. İstanbul.

Por el contrario el guía turco  suele subirse a un banco y gritarles las explicaciones.

2014.Estambul. Istanbul. İstanbul.

Además estos grupos suelen ser bastante heterogéneos incluyendo familias con niños.

(¿Has visto tú a algún niño japonés en un grupo de esa nacionalidad?)

Además de que los turcos son señores con pinta de guerreros decimonónicos con grandes bigotes  y algunos con semblante como de dirigente de la extinta UCD y las señoras con gabardina y pañuelo en la cabeza.

Pero no sigo porque no creo que confundas jamás a un grupo de japoneses con uno de turcos

2014.Estambul. Istanbul. İstanbul.

Llegamos a Divan Yolu, arteria que va desde el Hipódromo hasta Çemberlitaş (se pronuncia algo así como “chembelitash”) y que sigue con otros nombres hasta Aksaray, pues esta calle es paso obligado de los turistas que vamos desde Sultanahmet hasta el Gran Bazar y que por tanto está llena de tiendas y restaurantes. A esto añádele los tranvías que suben y bajan incesantemente por allí.

Pues esta mañana estaba extrañamente vacía.

2014.Estambul. Istanbul. İstanbul.

Unos desanimados y despistados empleados de agencias turísticas intentan venderte sin mucho entusiasmo un viaje por el Bósforo.  

Como diría un blasfemador “light”: “¡Por los clavos de Cristo!  ¿Cómo quieren que hoy  alguien haga una travesía así?”.

Si hubiese tenido tiempo me habría quedado con alguno de aquellos desdichados pegando la hebra para ver cómo lo hacían.

2014.Estambul. Istanbul. İstanbul.

Entre aquellos grupos veo aparecer a uno que es como el primo de Bin Laden: todo de blanco, hasta los calcetines los lleva blancos, gorrito blanco, menos las zapatillas marrones y un anorak negro.  Si no hubiese sido por esas notas de color y hubiese llevado el anorak también blanco habría pareció el Papa, por lo menos de espaldas, que de frente portaba una poblada barba cortada al estilo islámico.

Pues hasta a aquel buen creyente le ofrecieron un viaje por el Bósforo.

2014.Estambul. Istanbul. İstanbul.

Otra imagen de los tiempos: un afilador con carrito, oficio medieval, que está sacando filo a unas aspas de un robot de cocina.

2014.Estambul. Istanbul. İstanbul.

Los escaparates más notables de esta calle son los de algunos restaurantes con las comidas que ofrecen y los de las pastelerías.

2014.Estambul. Istanbul. İstanbul.

Los empleados de éstas están reponiendo las existencias y es una maravilla visual y golosa.

2014.Estambul. Istanbul. İstanbul.

Y aunque acabo de ver al primo de Bin Laden, Estambul es también una ciudad moderna y cosmopolita y detecto a un grupo de estudiantes de fotografía cargados con sus cámaras dirigidos por un avezado profesional. Se distingue por su porte, su edad, el que los alumnos le enseñan las tomas que han hecho  y porque es el que la tiene más grande.  Que aquí parece como con las motos y otros aspectos más personales: que el tamaño sí importa.

2014.Estambul. Istanbul. İstanbul.

Los veremos de nuevo más tarde.

La lluvia cesa, pero volverá a aparecer.

El Gran Bazar está cerrado. Marisa aprovecha para fotografiar una de sus puertas y al entrar en aquella callejuela, que ahora es un “cul de sac”  los comerciantes de allí, desesperados porque hoy no pasa nadie  por donde hay un tráfago de personas increíble habitualmente, se regocijan al vernos. Somos los únicos posibles clientes, pero sufren una decepción al comprobar que nuestro único interés es artístico.

2014.Estambul. Istanbul. İstanbul.

Los que sí hacen negocio estos días son los vendedores de paraguas; es un estándar en Estambul: un paraguas trasparente, ligero e imagino que para pocos usos.

2014.Estambul. Istanbul. İstanbul.

La mayoría del personal lleva uno de ellos. Incluso en el hotel tienen un paragüero con un montón para uso de su clientela.

En la calle los suelen vender niños. Sigue habiendo trabajo infantil. (Escribí de ello en la  primera visita con crónica en este blog a este país en el 2006). 

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