6. Georgia y Turquía 2014. 8 de marzo 2014, sábado. Segundo día de viaje. Estambul. Segunda parte.

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Nuestra siguiente tarea después de tener dinero, información del próximo destino y tarjeta de trasporte es sacar el billete de autobús para ir a Tiflis. Y te puede parecer una tontería,  pero aquí el personal no conoce Georgia aunque sean sus vecinos. Porque “Georgia”  en turco se dice “Gürcistan”, pronunciado algo así como “yuryistán”, pero con la “u” como la letra francesa pero más cerrada todavía. ´

 

Así que compara el sonido de “yeoryia” con “yuryistán” y comprendes el porqué no te entienden.

Y esta mañana he tenido el primer aviso cuando he ido a cambiar los euros por las liras turcas.

Me atiende un joven en una moderna oficina de cambio de moneda. Le doy los euros y mientras espero que me dé las liras le pregunto (en perfecto inglés):  “¿Tienes laris georgianos?”.  Y el tío me contesta muy serio: “Tengo liras, no laris”.

Y yo: “Ya sé que tienes liras turcas (joder, que estamos en una casa de cambios- esto solo lo pensé-), pero ¿tienes también laris  georgianos?”.

Esa pregunta, con la misma respuesta la he repetido  varias veces. Que parecíamos Tip y Coll.

Al final me dice ya un poco cabreado: “¿Pero quiere las liras, o no?”

Le digo que sí, me las da y ya con el dinero turco en el bolsillo le digo: “Ahora, ¿tienes laris georgianos  o no?”.

Pues no te lo creerás, pero es que no sabía de qué le hablaba, porque se creía que es que pronunciaba mal la palabra “lira” y decía en su lugar “lari”. Pero al ver que ya “cambiado” insistía…Le pregunto si sabe dónde está Georgia. Que no. Que si sabe dónde está Tiflis. Que tampoco. Si conoce las siglas “GEL”, que es el acrónimo oficial en el mundo del cambio de divisas para referirse al lari. Menos.

Entonces le pido un papel, le dibujo el mapa de Turquía (mucho más fácil que el de Japón o el de Macaronesia), marco Estambul, le coloco Georgia en el este de Anatolia, le marco Tiflis y va y me dice que es “Gürcistan”, pero que no tiene cambio de esa moneda.

Así que vamos a la búsqueda de la estación de autobuses desde donde salen los transportes hacia los países del este. Porque yo creía que en esta enorme ciudad todos los autobuses interurbanos salían de una mastodóntica  estación (tiene más de 300 plataformas), “Büyük İstanbul Otogarı”, (percátate de que en turco hay una “i” con punto, como la nuestra y otra sin él que se pronuncia casi como una “e” un tanto rara) donde siempre los había cogido en mis viajes anteriores.

Pues resulta que no, que hay una pequeña estación en el centro de Estambul para destinos tan pintorescos como Bakú o Tiflis; se llama según unos “Emniyet Garajı” (ya ves que la última “i” es sin punto, por si tienes que preguntar)   y según otros “Aksaray Otogar”, dado que está  en Aksaray.

Si puedes te recomiendo esta segunda porque es casi imposible que sepas pronunciar  “Garajı”.

2014.Estambul. Istanbul. İstanbul.

Primera sorpresa al llegar: allí solo hay hombres con aspecto de  fieros turcos bigotudos. Luego comprobaré que las mujeres se refugian en las oficinas de venta de billetes de las empresas de trasporte que también hacen de sala de espera.

Segunda sorpresa: las tres compañías donde he preguntado tenían en el mostrador un letrero que decía solamente “50$”, que es  el precio  del billete a Tiflis. Y van a otros destinos además de ese, lo que quiere decir que hay un precio único para cualquier destino, lo que me parece improbable, o que el personal solo pregunta por el autobús a Tiflis y que además los que lo hacen no son turcos, pues entonces estaría en liras y no en dólares.

Tercera observación, que no sorpresa: allí no habla nadie una palabra en inglés. Porque en la Turquía profunda no te sueles encontrar angloparlantes fácilmente, pero por lo menos en hoteles y estaciones de autobuses sí que encuentras siempre alguno que te sabe decir el precio, el horario, si tiene baño la habitación,…

La primera “visita” ha sido a una compañía georgiana.

Me escriben la hora de salida, el precio (los famosos 50$), pero cuando le pregunto las horas de regreso ya no ha sido posible la comunicación.

Me ha dibujado un círculo con un diámetro y un 26.   Y como en un extremo del círculo estaba Estambul y en el otro Tiflis he entendido  que el recorrido era de 26 horas y que cuando llegaba a Tiflis regresaba por lo que no había una hora fija segura de salida pues dependía de la hora  de llegada. 

Todo pura deducción cartesiana.  Bueno, quizás no fuese deducción, sino intuición.  Busco la diferencia entre ambas y me inclino por la segunda: “la intuición requiere de una evidencia presente mientras que a la deducción la evidencia le viene por la memoria”.  Y aquí no tenía yo “evidencia por la memoria”.

Pues no me ha gustado el resultado de esa “intuición”, pues si nada más llegar sale de nuevo, aunque cambie de conductor (o de conductores, pues espero que vayan dos por lo menos) el interior del vehículo estará hecho un desastre. Y si a las 26 horas le dedican aunque sean 30 minutos a la limpieza habrá un desfase cada día con lo que el horario de salida y llegada irá variando y tendrán que hacer de vez en cuando algo del tipo del 29 de febrero en los años bisiestos para normalizar la situación.

Pruebo después en una importante compañía turca: imposible hacerme entender excepto en los 50$ de la pizarra del mostrador.  Así que acabo en “Metro”, gran compañía turca de transporte y de la que ya conocía horarios y precios pues tiene web en inglés.

Por cierto, que si intentas comprar un billete a través de internet –e imagino que será igual en la venta presencial- hay limitaciones en razón del sexo. Si el asiento lo tiene comprado un señor o una  señora solo puedes comprar el contiguo si eres del mismo sexo. En nuestro caso no ha habido ningún problema. En la web el “muñeco” es diferente.

Pregunta: ¿dos hermanos de sexos diferentes pueden viajar juntos en un autobús?

Afortunadamente a nosotros no nos han pedido el libro de familia.

Regresamos al centro turístico y a pesar de la lluvia, o quizás debido a ella, enormes colas de turistas para entrar en  Santa Sofía.

Volvemos a nuestro restaurante habitual. No es el favorito, ni algo excepcional, pero conocemos a los dueños, una pareja encantadora, y siempre volvemos allí.

Está en un entorno turco normal y aunque es una zona de paso de muchos turistas no tiene nada de especial que atraiga a los extranjeros, ni tiene grandes letreros  con suculentas comidas, ni esos pesados que no te dejan pasar de largo cuando transitas por allí.  Pero comemos bien a un precio razonable.

Es un sitio que recomiendo a los indecisos, pues solo tiene dos tipos de sopas, un tipo de legumbres y otro plato que hoy era albóndigas con vegetales.  También puedes pedir algunos trozos de carne.

Y me ha ocurrido una cosa muy curiosa: le enseño al dueño una tarjeta suya del restaurante donde él me escribió allí su dirección de correo electrónico. Y resulta que la había perdido y no se acordaba de cual era.

¿Cómo puedes olvidarte de tu dirección de correo?

Breve reposo en el hotel y volvemos a la vida del turista. 

Damos una vuelta desde nuestro hospedaje actual al último donde estuvimos. Es una zona más apartada de las corrientes turísticas, aunque de vez en cuando hay algún pequeño hotelito, pero ningún restaurante. 

Y lo más sorprendente es la cantidad de casas antiguas, seguramente de comienzos del siglo XX, que quedan. Y algunas todavía de madera, aunque en general estas están en muy mal estado. Es una pena pero acabaran perdiéndose en breve.

Finalizamos el largo paseo delante el que sí es nuestro restaurante favorito: ha desaparecido.  Como ya es de noche no sé si lo han tirado todo por dentro o solo lo están remozando, pero ya no será “nuestro restaurante”.

La lluvia sigue, es de lo más incómodo pasear por Estambul, así que regresamos a nuestra zona, cenamos y al hotel.

2014.Estambul. Istanbul. İstanbul.

Todavía no son las 7 de la tarde pero no podemos alargar más el día.

Así que acabo escribiendo la crónica en la “sala de estar-comedor” del hotel  donde de vez en cuando aparece un cliente, coge una botella de agua de la nevera y lo apunta en un papel que hay para ello.

Se está a gusto aquí. En primavera con esa terraza desde la que se ve el mar de Mármara será una gozada tomarse un té al atardecer.

2014.Estambul. Istanbul. İstanbul.

Veremos qué pasa mañana con la climatología.

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