Monjit nos había dicho que nos encontraríamos un puente, pero no que fuese esa maravilla.
Está hecho enteramente de bambú y es bastante alto. El piso son cañas también de bambú que se apoyan en gruesas cañas y no apto para los que padecen vértigo.
Tiene unos 2 m de ancho (Monjit me dijo que 6 pies de ancho y 70 u 80 metros de largo) y pasan peatones, bicicletas (estas a pie) y también motos (estas en marcha).
Yo me quedo retrasado para fotografiar a Marisa en medio del puente y se ha cruzado con un señor bastante mayor que le ha dado mucha conversación. Luego al cruzarse conmigo he comprobado que olía bastante a alcohol, imagino que procedente de alguna fermentación local, quizás de arroz, pues ayer vimos una caseta anunciando este tipo de cerveza.
Y en la orilla del rio la vida cotidiana del personal como estas señoras haciendo la colada.
O esta otra que se acaba de lavar la cabeza y con la que Marisa consigue una de las fotografías más bonitas del viaje hasta ahora.
Te dejo el enlace para que la puedas ver directamente en Flickr.
Y nada más atravesar el puente ya estás en el verdadero “Pathori Chuck Village”.
No he visto en mi vida gente más acogedora y amable. Me temo que dentro de poco tiempo si siguen llegando gente como nosotros no lo sean tanto y no porque les hayamos molestado, ni intentado cambiar esmeraldas por botones de plástico como en algunas películas, vaya aprovecharnos de su confianza, es que ya lo hemos visto en otros sitios.
Vemos a una joven tejedora que está preparando una larga hilera de hilos y pedimos permiso para entrar en aquel recinto.
No solamente han estado de acuerdo en que lo hiciésemos, sino que nos han traído dos sillas para que descansásemos. Y han aparecido más miembros de la familia e incluso nos han ofrecido agua de un termo. Y sintiéndolo mucho hemos tenido que decirles que no, aunque quizás fuese agua fría e incluso puede que tratada.
Y así he recordado lo que le pasó a un amigo de la infancia, Luis, carnicero, quien una vez fue a comprar corderos a un corral alejado de nuestro pueblo. El pastor quiso agasajarlo para demostrarle su agradecimiento por haber ido tan lejos y le sacó un trozo de lomo de jabalí que acababa de cazar.
“¿Habrá pasado el control veterinario, no?”.
“Para qué, si lo he cazado yo y estaba muy sano”.
Entonces tuvo que decidir y le dijo algo así como que acababa de comerse un bocadillo, pero que le diera un trozo que se lo llevaría a casa y lo probarían todos.
Pues nosotros lo mismo.
Más tarde otro señor me hace sentarme frente a su cabaña al vernos interesados en como su mujer hacía tiras de una caña de bambú.
Al poco prepara 4 raciones de “paan” y me las ofrece.
También he tenido que reclinar el regalo. Y eso que me ha dado la mano un montón de veces. A cambio nos hemos fotografiado juntos e intercambiado edades que es algo que suelen preguntarte: él 68, su mujer 51 y su nieta, Lina Paigy, 5.
Lo sorprendente es que a su mujer yo le echaba unos 70 y muchos y encima la pobre tenía los dientes destrozados por mascar el terrible “paan”. Vaya, ella y muchos otros miembros del poblado.
Pero todos han sido muy amables y encantadores, e incluso uno que parecía que sí sabía situar a España me ha dicho algo de un campeonato de fútbol y que algunos de esa aldea se pasaban las noches despiertos viendo los partidos. Así me he encontrado una toalla tendida con el escudo de un club de fútbol español.
Al final hemos desandado el camino, incluido el tramo en que nos han llevado en coche.
Comida estupenda en el hotel y pequeño descanso.
Allí una encantadora adolescente nos pide que la fotografiemos con su hermanito.
El sol es... 
28/02/2021 a las 08:35
Cuando vuelva a la India este estado será mi destino, me encanta 😍.
Feliz domingo
28/02/2021 a las 16:44
¿Volver a la India con todos esos insectos por encima de ti?
No se, no sé…