53. India 2019. 18 de octubre, viernes. Vigésimo primer día de viaje. Majuli. Día 1. Cuarta parte.

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Estamos en la estupenda habitación y Marisa me dice: “Hay un saltamontes y me preocupa que se me meta en la cama”.  Y yo, como creo que dice una folclórica, “por Marisa mataría” y más si se trata de un insignificante insecto, pero con dos exclusiones: una que no mato ningún insecto (vaya, lo ampliaría a todos los invertebrados) si no es estrictamente necesario, por ejemplo mosquitos, y más en zonas palúdicas, y arañas si están dentro de la cama, y la segunda que en la India, y más en una zona rural como esta, si matas un bicho a los 5 minutos tienes a todo un hormiguero intentando llevárselo a su guarida.

Así que cazo al saltamontes y lo suelto en la calle. Y repito esa operación media docena de veces sin decírselo a Marisa pues había más de uno.

Cuando ya estamos a punto de dormir me dice: “Hay un bicho en la pared”. Era un pequeño saltamontes que estaba a unos 50 cm de ella, pero le permito que pase la noche en la seguridad de nuestra habitación, pues la vida fuera de ella es muy insegura para ellos.  Y más de noche.

Pues por la mañana seguía en el mismo sitio. Y yo me pregunto: ¿duermen los saltamontes? ¿Pueden cerrar los ojos?

NB

Sí, ya sé que la cabeza no es de un saltamontes, que es de una mantis. Y tampoco de Majuli, que es de Belchite.

Bueno, además de estos insectos había muchos otros especialmente pequeños escarabajos y otros todavía más minúsculos.

“Oye, que hay muchos bichos”.

“Es que estamos en medio del jodido Brahmaputra”. Y digo lo de “jodido” para quitarle hierro al asunto, pero es que es así.

Y aquí te digo lo de “si eres entomofóbico (y pienso en alguien muy cercano) no vengas aquí”. Y eso que estamos en un hotel con una habitación casi de lujo, por lo menos en este ambiente.

Afortunadamente a Marisa, aunque no le gustan mucho, tampoco le preocupan demasiado, pero es que de vez en cuando ves pasar por encima de la sábana un bichito pequeño camino de sus quehaceres cotidianos y piensas que vas a dormir con ellos.

Pero no temas, no hay insectos grandes, ni las asquerosas cucarachas, ni otros seres que piquen excepto alguna araña diminuta que aunque lo haga tampoco pasa nada.

Debe haber un grupo de alegres señores indios y después de cenar se han sentado en unas escaleras debajo de nuestra habitación y se han estado contando cosas de la mili.

Han acabado proyectando un video en una pared.

A las 11 y media he abierto la ventana y les he pedido silencio: pues me han hecho caso. Marisa estaba convencida de que seguirían con sus chanzas. Pues no.

Ha sido un día estupendo, muy interesante y con un plato de pescado en la cena exquisito.

NB

Los insectos no eran de Majuli, que son de los que tenemos en Flickr y la mayoría nacionales.

La culebra en trance de ser devorada por las voraces hormigas y alguna mosca también es de una de las saladas de mi pueblo. Tenemos una de esa serie que es terrible, pues muestra medio cuerpo totalmente comido por ellas pero a Marisa le pareció demasiado cruel.

Los ritos.

Observando los ritos del festival del monasterio de Auniati volví a pensar en mi incapacidad para comprenderlos y por supuesto para ejecutarlos, a no ser que fuese un profesional de ellos y lo tuviese que hacer por necesidad económica.

Y sigo pensando que debe haber una interpretación antropológica de todos ellos, pero que algo que quizás  en el siglo X a. C. o incluso del  V d. C.  tuviese algún tipo de significado, ahora en el siglo XXI (pero en cualquier momento después de Voltaire y sus amigos de la Ilustración) no puedo entenderlo y tampoco que gente adulta y en algunos casos inteligentes los siga realizando.

¿Por qué los monjes dieron cuatro vueltas cantando (y saltando los más jóvenes) alrededor de los mástiles y no 17?

Y lo mismo con los tabúes.

¿Por qué los musulmanes  no comen cerdo? (Por favor, no me digas lo de que Mahoma descubrió la relación entre la triquina y la enfermedad que produce).

Y si me das una interpretación tipo Marvin Harris, dime porqué lo siguen haciendo en el siglo XXI en las poblaciones sedentarias si eso tenía sentido solo para los nómadas.

O los extravagantes preceptos católicos: “Ayuno y abstinencia durante toda la Cuaresma. O rezar los 15 misterios del rosario.

Y de los judíos ni te hablo.

Pues ritos, tabúes y extravagantes preceptos me siguen fascinando, pero todavía me siguen sorprendiendo más que los sigan haciendo y creyendo en ellos.

Y de todos, los que se llevan la palma son los hindúes, como estos vishnuitas de las satras de Majuli me han vuelto a recordar.

 

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4 respuestas to “53. India 2019. 18 de octubre, viernes. Vigésimo primer día de viaje. Majuli. Día 1. Cuarta parte.”

  1. La otra Marisa Says:

    Me decías el otro día que si me imaginaba lo que podría ser hablar con el monje de la foto. Yo creo que no sentiría esa necesidad de una comunicación verbal con él; pienso que la base que nuestro pensamiento y nuestro sentimiento están tan lejos una de la otra, que no creo que yo pudiera aportar nada a ese diálogo, que seguramente me limitaría a escuchar y callar por no llevar la contraria. No suelo discutir sobre religiones porque estoy segura de que si me expresara libremente, mi interlocutor se sentiría ofendido y ante eso me quedo con lo que Marisa saca en esa foto, que dice mucho, pero no me lleva a intentar contestar o indagar. (Vaya tocho que te he largado).

  2. alelsoles Says:

    Bueno, creo que tienes razón: no sería un intercambio de ideas si no de su forma de ver el mundo y su forma de vida.
    No me creo capaz de penetrar en la esencia del hinduismo.
    Gracias por el comentario.

  3. Luigi Says:

    ese soy yo, entomofóbico total jejeje

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