La satra de Auniati.

Las satras las define Wikipedia como “centros institucionales que siguen la tradición Ekasarana del visnuismo, y que se encuentran en el estado de Asam principalmente”.
¿Y que es ese visnuismo o vaisnavismo?
Pues ya te lo puedes imaginar: la palabra lo dice todo.
Visnuismo: la corriente del hinduismo que tiene como dios supremo a Visnú o a alguno de sus avatares, como Krishna.
Los visnuitas de estas satras de Majuli se consideran como neo-visnuitas, pues el que dio origen a esta especie de secta fue un pensador muy importante del siglo XV, Sankardev, siendo el visnuismo de siglos anteriores a nuestra era.
Cuando empezamos el recorrido por el recinto encontramos a una joven muy guapa con su novio y su madre. Nos pide una fotografía con ella y por supuesto aprovechamos, con su permiso, para fotografiarla Marisa.
Lo gracioso es que hacemos el mismo recorrido más o menos y en un momento se para y pone una música con el teléfono mientras se graba un vídeo bailando. Al aproximarnos nosotros nos pide que nos sumamos a ella, a su madre y al novio y eso hacemos. Puede que en estos momentos seamos “trending topic” en alguna lista de “youtube” india: “Pareja de abuelitos occidentales bailando como idiotas al ritmo del ”changa paranga”. O algo así.
Así que en esta foto no estoy saludando, sino bailando al ritmo de su teléfono celular.
El recinto principal, “namghar”, era una gran sala rectangular con un pasillo de cemento pulido de unos 3 m de ancho que perimetraba (no sé si es el verbo adecuado, pero suena bien) la parte central de tierra compactada.
Los fieles y los mirones estábamos en el cemento y los monjes y similares en la tierra.
Cuando entramos solo había unos niños y unos jovencitos en círculo moviéndose muy lentamente mientras tocaban unos platillos. Parecía como un ensayo.
En un extremo del “namghar” hay una capilla con algún monje sentado rezando y donde los fieles se arrodillan y les ejecutan algunos breves ritos. Nada que ver con las largas salmodias de Kamakhya en Guwahati. Aquí todo más discreto.
Seguimos nuestra excursión por el complejo y damos por casualidad con una casita en cuya puerta hay un señor con aspecto de director de sucursal de banca de los años 50 (ahora esos directores tienen 30 años, son delgados y matarían –licencia poética- por unos buenos resultados) y con unas extrañas pinturas en la cara.
Y lo típico: que de dónde somos. Así que le pregunto si él es el jefe (no sé si dije “boss”, “manager” o qué) y me contesta muy displicente que él es el “head master” del monasterio.
Sobre el festival me dice que dura un mes. Le pregunto por el nombre y me contesta que “Katimiju”. Intento que me lo escriba en un papel, pero no tengo éxito. Quizás se lo prohíba su elevado rango. Más tarde consigo un nombre que no sé si realmente será el verdadero: “kati bihu”.
Como el “head master” no parece muy dado a conversaciones con turistas seguimos el periplo y encontramos unos pasillos alargados que parecen la entrada de las celdas de los monjes. En alguno que está medio abierto veo que son un complejo de pasillos y habitaciones. Aquello parece albergar a mucha gente.
Nos encontramos con algunos monjes que se prestan encantados a que Marisa los fotografíe. No he visto a gente más amable.
Algunos de ellos son tan viejos que parece que no vayan a llegar al fin de semana. Incluso a alguno le da pena a Marisa fotografiarlo.
21/02/2021 a las 12:03
Pues el último del reportaje tiene cara de felicidad y como siempre pasa con Marisa es un retrato estupendo. Y eso que esta vez no es que sea un tío cañón, que podría facilitar la buena impresión ante la imagen, sino que tiene ya sus añitos… y su sabiduría. Enhorabuena Marisa.
21/02/2021 a las 12:27
El problema es la imposibilidad de comunicación. ¿Te imaginas que hubiésemos podido hablar con ese monje?
Gracias por el comentario.
Un beso
21/02/2021 a las 14:52
Anjo bailando ?¿? definitivamente hay que ir mas a la India!!
un beso
21/02/2021 a las 18:34
¡Lo que hay que hacer para ser una estrella de las redes sociales indias!