(Esta fotografía es de un céntrica calle de Calcuta, aunque parezca mentira).
Estoy escribiendo en el tren en lo que esperaba que fuese un agradable y tranquilo viaje, pero…
Yo, estos viajes largos, o mejor, larguísimos y más en trenes con nombres tan sugerentes como este, “Kamrup Express”, siempre los espero tranquilos, reposados, donde compruebo el comportamiento del personal y donde puedo leer, escribir y preparar el viaje de los próximos días, pero…
El primer problema es que no conseguimos asientos, o mejor literas de la clase 2A-AC y solo en la 3A-AC, lo que implica 6 pasajeros por departamento, pero es que en este vagón viajan 42 estudiantes y algunos familiares camino de Bután.
Y son ruidosos, parlanchines y como los gases tienden a ocupar todo el espacio disponible. Pero son agradables y no me puedo enfadar con ellos.
Además como hemos llegado bastante tarde al tren ya habían ocupado esos espacios que no tienen un dueño claro. La ventaja es que se bajan en NJP a las 6 de la mañana y confío en que no suban allí otros 42 estudiantes camino de Dibrugarh, la última estación de este tren, pues va desde Calcuta hasta el extremo norte de Assam, donde ya no se puede ir más lejos. Solo por eso ya me gustaría ir allí. Y por el nombre de la ciudad.
Pero por ahora la situación es una putada.
Y no ha sido la única del día.
Hoy dejábamos el hotel (hora límite a las 10 de la mañana) y nuestro tren salía a las 18:00 y este tipo de días, sin un lugar donde refugiarte pueden resultar algo difíciles. Afortunadamente el propietario de nuestro «B&B» me dijo que podíamos disponer de la habitación hasta la hora de la partida. No sé qué hubiésemos hecho sin esa oferta.
Tenemos unos cheques de viaje de “American Express” y después de lo que ha pasado con “Thomas Cook” temía que nos quedásemos con ellos sin ningún valor así que he buscado en Google “American Express Bank” en Calcuta para intentar cambiarlos por rupias.
¿Te acuerdas de cuando recomendaban que llevases parte del dinero de tus viajes por el extranjero en cheques de viaje, los famosos ”Traveler’s cheques”?
Decían que eran más seguros, que te daban mejor cambio lo que compensaba la comisión que te cobraban en el banco al adquirirlos y que si se te perdían o te los robaban te los reponían, y que te los admitían en todos los sitios.
Un desastre.
Si tienes, como yo, algunos de “Thomas Cook” has perdido lo que tenías al hundirse la compañía que los respaldaba.
Encuentro las oficinas de lo que en Google aparece como “American Express Bank”. La sorpresa es que están en la primera planta de un edificio donde no hay ninguna indicación exterior de esa empresa. Afortunadamente nos atiende un joven que ha resultado ser el “Sales manager…..”. Un largo título.
No llegaría a los 30 años pero ha aparecido acompañado de una joven a la que trataba como su secretaria o quizás becaria: el “sales manager” más eficaz, simpático y ayudador de toda la India.
Lo que cuento a continuación es una información que te puede resultar útil si tienes cheques de viaje. Y más si estás en Calcuta.
(En este momento estoy escribiendo en el tren el borrador de la crónica y para recordar y comprobar el nivel de gritos de mis compañeros de departamento del tren me he puesto a grabar ostensiblemente el sonido y parece que se han percatado porque casi se han callado).
En primer lugar me ha explicado que su oficina se dedicaba a la gestión de tarjetas de crédito, pero nada que ver con los cheques de viaje, que ese negocio no lo trabajaban ellos. Le he explicado que antes en Delhi había algún banco de Amex: en la India, no sé en el resto del mundo, han dejado el negocio bancario y ya no hay oficinas de ese tipo.
Entonces ha cogido el teléfono y se ha puesto a llamar a troche y moche (¡que expresión tan extraña!) hasta que ha dado con una entidad donde nos cambiarían los malhadados cheques. Ha resultado ser una oficina de “Thomas Cook”. ¡”Thomas Cook”! ¿Pero no estaba en bancarrota y había cerrado todos sus negocios? Pues parece que no: “Thomas Cook” de la India pertenece a esa empresa en Canadá y siguen trabajando.
Pues no contento con esto nos ha mostrado en un mapa (¡bendito sea Google Maps!) donde estaba y como era solo a un kilómetro y tras saber que no íbamos en coche sino a pie se ha empeñado en acompañarnos él personalmente.
Que no. Que muchas gracias, pero no.
Así que nos ha ofrecido té, café o agua. Agua. Y nos ha traído dos botellas. Hemos rechazado una. Un encuentro muy agradable, pues nos podía haber dicho simplemente que no cambiaba esos cheques de viajes y en un exceso recomendarnos que no fuésemos a las otras oficinas de Amex (que es lo que pensaba hacer yo) porque estaban cerradas.
(Ha sido como un milagro: desde que encendido el grabador primero se han callado y luego se han ido. En su lugar han aparecido un par de abuelos, quizás los padres de algunos de ellos y que están muy callados).
Llegamos a las oficinas de Thomas Cook y nos atiende un joven que ha sido la antítesis del anterior: ni una sonrisa, ni un movimiento de más.
Ha cogido los dos cheques de 200€ cada uno, los ha mirado detenidamente y luego se ha enfrascado con su pantalla Lenovo sin decir ni una palabra. Durante unos 10 minutos. Me pide el pasaporte, saca sus correspondientes fotocopias y sigue otros 10 minutos.
Le pregunto por algo obvio que debía ser la primera cosa que me debía comunicar: el cambio del euro a la rupia. Que me espere.
Total, más de 30 minutos cuando me ha comunicado el cambio: 73 INR. Cuando cambié era a 77, o sea que no solo pagué por conseguir los cheques sino que el cambio es una mierda. Y encima me ha cobrado 500 rupias entre comisión e impuestos.
Tengo la impresión de que cuando entremos en la “India profunda” podremos tener problemas con el cambio y no sé el uso que podré hacer de la tarjetas de crédito, así que he decidido cambiar más. Una recomendación: vete a la zona de Sudder St, la zona donde acuden las almas sensibles de las ONG (especialmente las españolas) en la que hay varios negocios de cambio y esa competencia favorece al cliente.
Pero al acabar la transacción ha empezado a llover y ha sido horrible.
A veces escribo que los enemigos del turista son la diarrea, la peste bubónica y la mala compañía, pero no recordaba haber estado en Calcuta con lluvia. Porque el problema no es la lluvia, el problema es que las alcantarillas no tragan el agua o quizás es que ni siquiera hay desagües y las calles se trasforman en un gran charco que va desde una acera a la otra y no la sobrepasa pero es que hay más de 20 cm de agua. Y no hay salida.
Menos mal que un taxista nos ha pedido una cantidad razonable a pesar de la situación en que nos encontrábamos. Vaya, no el primero que nos ha pedido por una carrera de menos de 10 minutos lo mismo que por ir al aeropuerto.
Llegamos al hotel y lo único que tenemos que hacer es esperar a la 4 y media cuando nos vendrá a buscar un coche para ir a la estación de Howrah.
El tren sale a las 6 pero quiero llegar pronto y no tener ningún problema, pues hoy ya no tenemos habitación en Calcuta, tenemos el billete del tren y pagado el hotel de mañana en Guwahati. Un desastre si perdemos el viaje.
El “uber” llega a las 5, cuando ya estaba dispuesto a salir a la calle a pelearme por un taxi.
Así que llegamos pasadas las 5 y media.
La estación de Howrah sigue siendo uno de los lugares más increíbles del mundo. La pena es que siempre llegamos aquí con el tiempo muy justo.
Afortunadamente nuestro tren está muy cerca de la entrada y no como el día en que nos fuimos a Bishnupur. Pero este ha sido un tren largo, larguísimo.
Llegamos al departamento y está ocupado por estos alegres estudiantes y ahora que estoy escribiendo, tengo a uno de ellos tan pegado que casi no puedo hacerlo, pues aunque el asiento, que será una litera, es de 3 suele haber 4 y el equipaje o enseres de alguno. Así mi codo está dentro de la tripa de uno de ellos.
Menos mal que el más sensato nos ha preguntado cuándo íbamos a dormir. Pero la cosa no va demasiado bien.
Al fin a las diez y pico empiezan a preparar las literas. La dotación se compone de una manta, pues este vagón es de los de “aire acondicionado, lo cual quiere decir que estamos muy, muy fresquitos, una almohadita y dos sábanas.
No sé si disponen de un sistema de “regeneración de ropa de cama”, pero las de esta noche parecen recién sacadas de la fábrica.
No he dormido en sábanas tan limpias en ningún hotel.
Y así conseguimos al fin dormir, cosa que parecía imposible cuando empezamos el viaje con tan vocinglera compañía.
Acabo con una foto de la entrada del metro de Calcuta con la prohibición de escupir. Y eso que sale de la boca del escupidor no es que sea sangre de un tísico en su fase terminal aunque el resultado sea parecido: son los escupitajos de los mascadores de “paan”.
PS
Al escribir recuerdo una vez también de fuertes lluvias y enormes charcos en Calcuta y hablando de este tema con algún otro viajero en este país me explicó el caso de una amiga que había tenido que cruzar una calle con agua hasta la ingle y que había tenido después problemas importantes en la piel.
Etiquetas: Asam, Calcuta, Google Maps, Guwahati, Howrah, India, Indian Railways
29/01/2021 a las 22:13
uff esta crónica me ha dolido hasta a mi…sois más duros que el acoyano!!
valientes y aguerridos viajeros
30/01/2021 a las 12:20
Pues todavía no han empezado los recorridos durillos.
Un beso