Hoy se presentaba como un día difícil para un turista, pero ha acabado muy bien.
Entiendo “un día difícil para un turista” uno donde los problemas meteorológicos, de salud, de agotamiento físico o psíquico, de fallos en las previsiones y de algún evento adverso más, en el que la jornada sin que sea un desastre acaba sin cumplir ningún objetivo que todo buen turista tiene entre sus proyectos.
Hoy era el último día de nuestro hijo en la India pues debía coger (en Méjico “tomar) un vuelo para Bangkok y desde allí a Australia e iba a tomar (en España “coger”) un transporte para el aeropuerto a las 12, así que mucho tiempo para esperar en el hotel, pero poco para ninguna visita turística.
Afortunadamente él tenía que hacer las últimas compras y eso hemos hecho.
Descubro que los taxistas son muy reacios a poner en marcha el taxímetro. Vaya, no ha sido un descubrimiento, pues es una actitud habitual aquí. Así que sería mejor decir que “compruebo de nuevo”.
Los domingos empieza el metro muy tarde y fracasamos en los primeros intentos de coger un taxi sin precio fijo y lo que nos piden es una exageración. Vaya, que por un recorrido de 10 minutos nos piden los mismo que para ir al aeropuerto que está a una hora.
Cuando intentamos regresar al hotel preguntamos el precio a uno del que están bajando dos señoras y resulta que eran “militantes del taxímetro”: “No pida el precio, que ponga el taxímetro”. Y además le echan la bronca al taxista y nos avisa a nosotros y le exigen a él que debe poner el taxímetro a cero, que aquí son 30 rupias para evitar que empiece a contar a partir de las 95 que acaban de pagar ellas.
O sea, que los indios también tienen problemas con los taxistas. Eso debe ser universal. Menos en China, Corea y Japón, aunque allí no los he utilizado nunca, con dos excepciones.
Además, aquí los taxis llevan en la puerta una pegatina con el lema de “No refusal”, “No rechazar”, pero no sé si se refieren a lo del taxímetro y que no te rechacen si se lo exiges o quizás algo más terrible: que te rechacen por tu aspecto, religión o clase social. Lo tendré que preguntar.
La calle Chowringhee está bastante vacía y los vendedores callejeros empiezan a instalar sus tenderetes. Contrasta con lo que estará luego repleta de esos puestecillos que apenas dejan espacio para circular en algunos tramos y con miles de ciudadanos andando por allí.
Vamos a una tienda que habían encontrado Marisa y Luis en sus correrías comerciales. Mientras ellos compran las baratijas que nos vemos obligados a adquirir todos los que venimos a este país yo charlo con el dueño.
Me encanta encontrar a gente que viviendo aquí procedan de otro lugar y este ha sido el caso de este comerciante. Su abuelo era un hombre rico y con abundantes propiedades cuando llegó la famosa y maldita partición (ya sabes India y Paquistán), con tan mala fortuna que siendo hindú vivía en lo que luego fue Paquistán. Le amenazaron de muerte y tuvo que marcharse a lo que luego fue la India con 10 rupias y toda su familia, o sea su mujer y seis hijos. Terrible.
Regreso al hotel y despedida de nuestro hijo: “¡Sobre todo llama!”.
¡Cómo sois las madres!
He visto que el metro seguía cerrado después de la hora de apertura dominical y el dueño de la tienda me explica que estos días de la “Durga Puja” lo abren a la 1 de la tarde y lo cierran a las 4 de la mañana. ¡Vaya horas para un transporte público tan importante! Desde luego “nuestra zona”, que tiene un tráfico infernal y caótico, esta mañana estaba medio vacía. Y es que el personal trasnocha mucho.
También me dice que los bancos están cerrados hasta el miércoles. Ten esto presente si decides venir en estos días a Calcuta.
Un detalle importante: si quieres pasar por un auténtico bengalí no digas “Durga Puja” sino “Durga Pujo”.
He leído que la casa natal de Aurobindo está cerca y que es interesante su visita y vamos hacia allí.
Se nota los días en que estamos pues las calles que son un infierno de taxis, coches y sobre todo de autobuses ahora están casi vacías. Pero el desastre de la ciudad, ahora que no tienes que preocuparte de que no te atropellen, se ve mejor con todas esas incongruencias: un árbol, vaya casi todos, que por no cortarlo lo han dejado en medio de la acera pero cruzándola de un lado al otro.
Más, la calle debía estar a más altura y al bajar la calzada se han quedado las raíces de los enormes árboles que ocupan varias veces el diámetro del tronco.
Otro, los cables, que imagino de fibra óptica, se han quedado colgando por todos los lados. Vaya, confío en que sean de fibra óptica y no eléctricos.
Más, es frecuente encontrarte cañerías por donde mana el agua en cantidad y donde el personal aprovecha para lavar los cacharros de la cocina, la ropa o ellos mismos.
Y cualquier lugar es bueno para un pequeño altar con tus dioses favoritos.
Pasamos al lado de un parque que parece muy interesante pero lo abren a las 3 de la tarde. ¡Qué extraños horarios!
Etiquetas: Australia, Calcuta, Durga Puja, España, India, Paquistán
22/01/2021 a las 17:00
Pues estas fotos retratan perfectamente lo qué es Calculta, un total caos , una ciudad muy complicada para moverse y dura, muy dura.
Eso si a su vez impresionante y de los sitios que no olvidarás en tu vida con lugares y personas maravillosas.
Desde luego lo mas especial y querido para mi sin duda, el haber tenido la suerte de compartirlo con mis padres, unos aguerridos viajeros a los que amo con toda mi vida y corazón.
Gracias, gracias y mil veces gracias por este viaje.
Os quiero