Hoy de nuevo nuestro desayuno favorito en la India: tortilla y té.
En el patio de entrada un joven está marcando con una radial el suelo. A su lado otro joven solo para sostener el cable eléctrico. ¡No tienen remedio!
Como hoy el tren sale a las tres de la tarde tenemos toda la mañana libre y hemos vuelto a contratar al motorista de ayer para que nos lleve a ver los pandals que aunque estén en fase de montaje son muy interesantes de visitar.
En la calle principal tiendecitas pegadas las unas a las otras encima de las aceras. Esto es algo habitual de manera que siempre debes caminar por la calzada.
La visita a los pandals realmente ha merecido la pena. En uno de ellos hemos conocido a un miembro del comité organizador y ha resultado ser una persona muy entusiasta.
Se ha mostrado sorprendido, agradablemente sorprendido, de que estuviésemos allí; se ha fotografiado con nosotros y me ha pedido la dirección para escribirnos.
He entendido que eran una ONG para ayudar a la gente pobre. Un encuentro muy interesante.
Y después hemos encontrado el pandal más singular de todos. Estaba dedicado a la defensa de la naturaleza y especialmente de los árboles.
Rompía con el esquema habitual de Durga, sus hijos y el escenario con brillantes ropajes y rostros estándar.
En uno de ellos en construcción el artista que pintaba los rostros de las esculturas, como vimos ayer en otro, empleaba el dorso de su mano izquierda como paleta de pintor y hacía un trabajo perfecto. ¡Qué gente tan habilidosa!
No, este no es el artista que es uno que andaba por allí y que ha posado complacido para Marisa.
En otro había unos niños que han pedido que los fotografiásemos y una mamá que estaba por allí también ha colocado a su niño para la toma. Es curioso porque no piden verlo después. Les basta con que les hagas la foto.
Acabamos el recorrido en el “Chariot Table”. Parece que antes tenía tres ruedas en cada lado y de ahí su nombre. Ahora es un bonito y pequeño templo de laterita.
De regreso al hotel pasamos por un edifico singular en un estado lamentable de abandono. Dentro de poco colapsará y no quedará nada.
El motorista nos dice que es un barrio peligroso, pero no veo porqué tenía miedo. Desde luego se le veía incómodo. La verdad es que él no nos ha parado allí “motu proprio”, que le hemos pedido la parada por el edificio especial que hemos visto al paso.
Los niños que estaban por allí han sido encantadores, Luis les ha hecho varias fotos y a ellos les ha gustado mucho verse en la pantallita.
En aquel entorno unas letrinas muy poco pudorosas y otros niños sacando agua con una bomba manual, lo que me hace sospechar que no todas las casas de aquel entorno tenían agua corriente. O quizás ninguna y en lugar de “peligroso” lo que era es un barrio pobre.
Ultima comida en el hotel y de nuevo con el mismo motorista a la estación.
Ha resultado una estancia muy agradable: los templos muy interesantes, el hotel, aunque con algunas carencias por lo nuevo, confortable y limpio y el pueblo nos ha permitido, sobre todo a Luis, conocer una India que no es una gran ciudad.
14/01/2021 a las 21:17
muy recomendable para volver, cambio este bonito pueblo por Calcuta por unos millones de rupias sin dudarlo ni un segundo!!
(me queda el recuerdo de la pulsera del conductor que siempre llevo puesta)
16/01/2021 a las 19:19
Pues ya ves, yo me iría a vivir a Calcuta, pero a Bishnupur solo para un semana.