Contrasentidos.

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Muchas veces me ocurre que escucho palabras que debieran crearme una emoción y no lo consiguen. Por ejemplo:
– Nunca me ha parecido amenazante (sé que lo es) el «ejército del aire».
– El pasado año cuando el Ministro del Interior pronunciaba siempre engolado lo de «cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado» con énfasis laudatorio y a destiempo nunca me convencía; me venían ideas de cuerpos exánimes, sin fuerzas porque las fuerzas iban por otro lado (¡Póngame las fuerzas aparte que son para otros cuerpos!) y propias de la seguridad del Estado, cuando tan necesitados estábamos de seguridad los ciudadanos en un Estado en el que sus componentes (sus órganos de gobierno y sus poderes) se mordisqueaban entre sí, o no se reconocían parte de él aunque aceptasen sus cómodas prebendas.

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