61. China 2019. 30 de abril, martes. Vigésimo noveno día de viaje. Shanghái. Día 2.

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Hoy hemos llegado a la peor etapa del viaje, de la  que ayer la visita al “Chalefú” fue un adelanto: las jodidas compras. Además es casi el único momento de tensión entre nosotros, pero como decía mi madre, o mi padre, pues no lo recuerdo bien, “Todo sea por la paz conyugal”.

Hoy ha amanecido lloviendo como estaba previsto.

Soy un fiel seguidor de los avatares de la meteorología, no solo en los viajes, pero especialmente en ellos. Y me gustan más las informaciones  proporcionadas por los servicios meteorológicos nacionales, si disponen de la información en inglés, que los que podríamos llamar “sitios generalistas” que igual te dan las isobaras de La Almunia de Doña Godina que la temperatura de Samarcanda, pero aquí no he logrado dar con la web china del tiempo así que me tengo que fiar de “AccuWeather” que es mi sitio favorito alternativo.

Como llueve solo  a ratos aprovechamos un claro y nos vamos andando hasta el cercano, o casi, Museo de Shanghái.

Desde nuestro hotel en menos de 5 minutos estamos en la parte peatonal de “East Nanjing Rd” y desde allí en un agradable paseo hasta ese museo que está en la “People Square”.

En el camino me encuentro con esta bonita tapa de alcantarillado y de nuevo con el magnífico edificio de Zara, “mi Zara”. Me dan ganas de ir hasta allí y abrazar una de sus columnas.

También pasamos por el nuevo edificio de Nike que el año pasado estaba en obras. Una arquitectura increíble y que está situado enfrente del más modesto edifico de Adidas.

Y en el de Nike una fotografía de publicidad de “Dior Addict”, que no sé si es un lema publicitario, un perfume o unos zapatos que tiene debajo, estos sí con un lema: “Be Dior, Be Pink”.

Lo curioso es el contraste de esa publicidad con las banderas rojas que han instalado a lo largo de esa calle y también en muchos otros sitios, imagino que con motivo de mañana, 1 de mayo.

Llegamos al museo y hay una cola enorme para acceder a él debido a que debe ser la hora de los grupos (hay muchos autobuses aparcados cerca), a que ayer era lunes y estaba cerrado o a la lluvia que siempre llena museos, pero la cola se produce sobre todo por el estricto control de seguridad para acceder a él.

En esta cola bastantes extranjeros, generalmente en grupos. ¿Cómo se sabe? Pues porque siguen dócilmente  a un guía chino (menos un grupo de mejicanos  que encontramos en Yuyuán cuando llegamos la primera vez y que se confabulaban para no seguir las instrucciones de la desesperada  guía).  Estos suelen llevar una banderita al final de un palo metálico.

Son ya las 11  y una guía les va diciendo a los de su grupo conforme llegan al hall de entrada: “A las 11:40, aquí”. Nosotros hemos dedicado esos 40 minutos solo a la tienda, donde también estaban algunos de los grupos.

Claro que nosotros cuando viajamos en grupos organizados,  sea en España o aquí en China, como los que hicimos desde Chongqing, también nos pasa lo mismo, aunque dar solo 40 minutos para un museo así me parece un crimen.

Durante la visita a la escasamente iluminada sala de pinturas me percato de que un joven fotógrafo está tomando fotos y tiene el filtro del objetivo totalmente roto. Se lo comento a Marisa y piensa que quizás es una buena idea para conseguir efectos especiales, pero nosotros si se nos rompe el filtro, que nos ha pasado más veces, ya no lo utilizamos más. Así que me acerco a él con el ánimo de que me explique su técnica  o por lo menos que me permita ver una de sus fotografías. No me ha dado tiempo a todo ello, pues cuando le señalo con el dedo el objetivo y empiezo mi discurso, el joven pone cara de sorpresa, pues resulta que lo tenía roto pero no se había dado cuenta. Gran desolación por su parte pues además no ha podido quitarlo, así que todas con efectos especiales. ¡Pobre chico!

En la sala de esculturas, casi todas de carácter religioso, compruebo que los historiadores chinos de arte lo tienen más fácil que los occidentales: se limitan a datar las obras según el reino o dinastía en la que se produjo y no tienen que decir que fue en 1266, sino solo entre el 960 y el 1279, por ejemplo.

Marisa vuelve a fotografiar casi las mismas esculturas que hizo el año pasado pues, obviamente, lo hace a las que más le gustan.

Esta vez descubrimos unas del siglo X que parecen personajes sacados de  “La Guerra de las Galaxias”.  O debió ser al revés: un guionista las vio y las incorporaron a la célebre película.

Agotador recorrido por la tienda del museo y regresamos a nuestra zona pasando de nuevo por “East Nanjing Rd” que ya está más animada.

Se ven muchos turistas chinos y algunos de ellos posan delante de una lápida de granito rojo que imagino debe ser un hito importante del recorrido turístico.

Breve descanso tras comer y de nuevo seguimos con la fiebre compradora, pero como por la mañana dándole un toque cultural: nos vamos a la M50.

El año pasado ya la descubrí, pero esta vez la hemos encontrado más desangelada. Sigue habiendo muchas galerías y talleres artesanos, pero apenas hay visitantes. No sé si estará languideciendo, muriéndose o simplemente que el día gris y víspera de fiesta no es propicio para su visita.

Cena camino del regreso al hotel.

Y de nuevo pasamos por “East Nanjing Rd” que ahora está en su pleno apogeo: las luces, las gentes, las tiendas, los restaurantes….

Shanghái es una fiesta. Imagino que mañana más.

Hoy 22.328 pasos.

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