Lo primero que nos sorprende hoy es encontrarnos tantas jóvenes musulmanas en la zona alrededor de nuestra estación de metro. Y entonces caigo que quizás sea debido a que hoy es viernes, ya sabes, día sagrado en el islam, y quizás los empleadores les dan fiesta a las domésticas en este día de la semana. Y, como aprendimos el año pasado, el trabajo de las casas, sean como niñeras, criadas o acompañantes de mayores está en manos de jóvenes indonesias y filipinas especialmente.
Hoy vamos a visitar “Wetland Park”.
Para llegar hasta allí hemos de hacer trasbordo en la estación de Mei Foo y me sorprende lo grande y espaciosa que es. Así llegas con la “West Rail Line” hasta la estación de Tin Shui Wai donde debes coger una especie de tranvía, el 705 ó el 706.
Había buscado en Google Maps el camino para llegar al parque desde nuestro hotel y parecía un tanto complicado sobre todo por el cambio del metro al tranvía y desde este al parque. Luego ha resultado que en el primer caso uno está al lado del otro y del tranvía al parque hay solo dos minutos andando y muy señalizado.
Notas antropológicas del metro.
El 87% de los pasajeros llevan zapatillas deportivas y el resto zapatos. Ninguna sandalia (habrá que ver en verano) y ninguno descalzo. Como era de esperar.
Otra. Hay una gran diversidad fisonómica. Y esto solo con los chinos, pues también hay muchos extranjeros, sobre todo orientales, además de trabajadores occidentales, que imagino son de grandes empresas (los famosos “expatriados”) y turistas también occidentales. No distingo los turistas chinos-chinos de los que hacen turismo y son de Hong Kong.
Lo de la diversidad entre los chinos contrasta con la uniformidad de coreanos y japoneses, pero es que estos han tenido muy poca influencia extranjera y son países muy pequeños, por lo menos comparándolos con China.
Wetland Park.
Por si vienes : la parada del tranvía no se llama así, como sería de esperar, sino Tin Sau. Y, por lo menos hoy, hay unas colas enormes para acceder al parque. Pensamos que quizás sea alguna fiesta escolar de primaria, pues había muchos familias con niños, además de las ubicuas domesticas indonesias.
La guía lo describe como algo surrealista al estar rodeado por enormes rascacielos. Y es que este parque de 60 ha tiene caminos trazados a lo largo de una marisma con varios puestos para observar las aves.
La verdad es que hoy con tanto niño gritando y tanto padre también gritando no era un oasis, además de que estos días tenemos una temperatura que va de los 23ºC de mínima a los 27 de máxima. O sea, una primavera o casi verano. Por cierto, hemos leído que en España ha vuelto el invierno en esta primavera, después de un invierno primaveral.
Nos dice nuestro hijo que en Madrid hace un frío que pela.
Una ventaja: precio para mayores como para niños.
Nada más entrar la lista de prohibiciones con una muy especial: “para evitar poner nerviosos a los pájaros y otros animales no vista colores brillantes”.
Me parece muy acertado, pero te lo tenían que advertir mucho antes de venir y de esta manera aparecemos todos de camuflaje. La verdad es que llevo ropa de lo más gris, excepto mis zapatillas que son plateadas, pero espero que no se fijen en ellas los animales.
“No arranques o estropees las plantas”. Vemos a una joven indonesia con una magnífica camelia en la mano. No debe saber inglés. Ni cantonés.
“No toques los pájaros silvestres, sus plumas, ni sus excrementos. Lávate las manos después de la visita”. Y es que aquí están muy preocupados con la gripe aviar. Así hay un letrero dedicado solamente a ella diciéndote lo mismo. Si tocas plumas o excrementos, lávate las manos inmediatamente.
Empezamos el bullicioso y concurrido camino y vemos un tubo metálico que apunta hacia un animal artificial, con un letrero que te lo describe. Así miras por el tubo y sabes lo que estás viendo, porque luego descubriría que excepto esas figuras de plástico no vas a ver ningún otro animal, por lo menos de cerca y menos hoy.
Y no solamente “marcan” los animales, también sus rastros. Así hay un tubo apuntando directamente a una catalina de nutria, parecida a unas que vendían de cartón piedra cuando yo era un niño como “material de broma”. El letrero se llama “Indicios de vida”.
Y ya que no vemos pájaros, ni mamíferos, Marisa fotografía bonitos nenúfares y preciosas libélulas.
Porque ella no es la única interesada en la fotografía, que hay unos cuantos con sus potentes teleobjetivos y cuando ves a uno arrodillado enfocando a algún sitio ya sabes que allí hay algo interesante.
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