En primer lugar aplican el primer mantra de cualquiera que obre mal: «el fin justifica los medios», en este caso el defender el derecho a la vivienda de un discapacitado, por defición menesteroso. A mi edad provecta creo firmemente que para apoyar a alguién por una sola razón hay que ser omnisciente, no me considero con conocimiento para saber si esa persona necesitaba una vivienda digna más que otros ni que los que le apoyaban son justos como la luz del sol, en principio quien debería haber estado allí era Asuntos Sociales del Ayuntamiento y no es comprensible que no estuviera si estaba presente como «activista» el concejal del Ayuntamiento García Castaño. En España tiene el aroma añadido de quienes defendían sus fines con la bomba y la pistola en los últimos 60 años y que ahora siguen teniendo razón. Ahora bien, que el fin no justifica los medios es un axioma para mí y creo que para todas las personas decentes desde Gandhi.
En cuanto a los restantes argumentos me parece muy posible que Isabel Serra salga absuelta en el Supremo porque los argumentos y los escaqueos probatorios son a veces maquiavélicos. De lo que no tengo duda es de que la identificaron inequívocamente y de que, por aquellas fechas hacía este tipo de cosas porque era «activista» y predicaba en nombre de una «juventud sin futuro» de la que parece que ha conseguido escapar. Además las hacía con pedagogía para cámaras de una televisión canadiense.
También conozco lo inseguro de la memoria y lo dudoso de la pruebas testificales, pero cuando a una le llaman a la cara «Hija de puta, puta, zorra; que te follas a todos los policías municipales, vergüenza, si fuera vuestro hijo os quitaba el arma y os pegaba un tiro en la cabeza» no se le despista la cara de quien se lo dice aunque sea una feminista.
Por otra parte supongo que cuando un miembro del Gobierno sale en su defensa comparándo su «condena» (menos de 6000€ en la práctica porque no va a cumplir ni un día de los 19 meses de cárcel que se mencionan) con la de corruptos poderosos que salen absueltos él no se considerará corrupto (no ha lugar) ni tampoco poderoso, aunque desde los denostados Reyes Católicos no haya habido un matrimonio sentado a la vez en el mismo Gobierno .
En cuanto a los prestigiosos juristas que atacan la sentencia, está claro que el confinamiento da tiempo para todo y además de argumentar sobre las sutilezas definitorias de los estados de alarma, sitio y excepción y en cual de ellos encaja la exacta situación en la que estamos y sobre el rigor extremado con el que se aplica la llamada ley mordaza tan odiada en febrero a situaciones de desobediencia «muy menor» (pasear en bicicleta por caminos rurales, intentar correr por parques vacios, aparcar mal, intentar ir de garage a garage a una segunda residencia de Madrid a Torrelodones…) tienen un rato para defender a una joven aforada e indefensa y a quien dice desde un poder del Estado que otro poder del Estado la condena sin pruebas y que se queja por ser de derechas. Por cierto sus «compañeros en los hechos» no aforados han sido condenados en un «Juzgado normal» a penas más leves tras alcanzar un pacto con la Fiscalía. Se ve que ser aforada tiene un plus.
Lo peor de todo es ver cómo un acto de estupidez llamemosle «juvenil» o «activista» es valorado mediante criterios sectarios y es que tiene razón Facundo Manes «la evidencia no cambia lo que pensamos». Si es de los nuestros tiene razón.
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