Hoy ha sido un día redondo, pero…
Ha amanecido el día más claro y sin nubes desde que estamos aquí y como queríamos dedicar el día a la naturaleza no podíamos estar más satisfechos.
Queremos visitar uno de los “Hong Kong’s Top 16” según la guía, vaya el número 2, “The Peak”, “El Pico” y para ello hay que coger el famoso “Peak Tram” y como es sábado ya lo pensábamos: una cola increíble, pero muy bien organizada.
No puedo imaginar cómo sería en la India o incluso en España, que allí la única que he visto funcionando perfecta es la de “Doña Manolita” para el sorteo de Navidad, pero es que los que están allí, en la calle del Carmen, son gente educada y estoica, aunque no sepan nada de matemáticas.
Por si vienes: no te asustes con la cola porque va rápido. Nosotros hemos estado menos de una hora. Además hay un letrero informando sobre el tiempo de espera.
Y si pagas con la tarjeta Octopus te puedes saltar algunos puestos, pero esto ya es al final.
Un letrero en la calle advierte que no puedes estacionar el coche ni para esperar. Y además que no te avisarán. Vaya lo típico: “Señor, no puede estar estacionado aquí”. “Mire agente, que solo es un momento mientras mi señora está comprando un bolso en Loewe”. O mejor el tipo “condesa consorte de Bornos”: “Usté no sabe con quién está hablando”.
Pues aquí ni te avisan.
El “Peak Tram” es una institución en Hong Kong pues fue inaugurado en 1888 después de tres años de trabajos. Fue considerado una maravilla técnica, pero el material pesado y los raíles fueron subidos por los trabajadores sin medios mecánicos. Tiene una longitud de 1.364 m, con un desnivel de casi 400 y eso da lugar a que tiene tramos casi en vertical, circunstancia que aprovechan los guías de los grupos para demostrarlo estando de pie.
Llegas arriba y lo que te encuentras es un centro comercial. Y al personal comprando tontadas como locos.
Hay un pequeño mirador que te permite ver esta zona de la ciudad, la parte norte de la isla de Hong Kong y la parte continental de Kowloon.
Un vista espectacular, pero si quieres aprovechar el viaje debes subir a un mirador arriba del todo, pero pagando, para acceder hasta allí y la vista es realmente impresionante.
Uno de los reclamos es un museo de Madame Tussauds, ya sabes con muñecos de cera, pero si en España son el rey y su familia las estrellas aquí parece que lo son los actores de cine locales. Y claro el gran protagonista es Bruce Lee y han colocado un stand con su figura para que el personal se haga fotos con él. No te puedes imaginar hasta donde puede llegar el ridículo de muchos adultos. Para hacer una tesis doctoral.
Y la siguiente etapa después de contemplar los grandes rascacielos y algo de la bahía es darte un buen paseo por el monte circundante.
La guía recomienda un “Morning Trail” de 3 km y medio pero no encuentro ninguna indicación por lo que le pregunto a un amable joven y he ido a dar con el hongkonés más servicial de la colonia. Me dice que no lo conoce, pero echa mano del teléfono, lo busca y me enseña el recorrido. Pues “muchas gracias”, pero no me atrevo pues no veo la indicaciones. Entonces el joven me ha parado dos veces más para explicármelo. Al final me he rendido y le he dicho que queríamos ir a los “jardines del gobernador”, pues parecía más fácil. Vuelta a buscarlo con el teléfono y nos ha llevado hasta su comienzo, esta vez sí indicado.
He aprovechado la amabilidad del joven para preguntarle el porqué de estar ayer cerrados los bancos. Pues resulta que es por algo de Pascua y cierran desde el Viernes Santo hasta el Lunes de Pascua, antes «Lunes de Resurrección», inclusive.
El paseo nos lleva hasta unos jardines y luego hasta el pico de verdad de aquella montaña donde sí estaba la residencia del gobernador y donde en unos cuidados jardines las familias están comiendo sentadas en la hierba. Y los perros. Porque deben ser los únicos lugares de recreo donde pueden estar y estaban todos aquí. Y así he visto la primera y única cagada de perro de Hong Kong. Si me tocase la primitiva traería al alcalde de mi pueblo para que viese como es una ciudad limpia.
Imagínate que en el entorno de la estación de metro que cogemos cada mañana hay un gran ambiente de mercado con puestecillos y restaurantes, especialmente al final de la tarde. Pues bien, por la mañana unos operarios de la limpieza pasan unas máquinas parecidas a los abrillantadores de los suelos de los centros comercias, pero con cepillos y agua y jabón que dejan el suelo como nuevo. Pero insisto, es en la calle, en las aceras donde debería haber un dedo de grasa y de mierda. Pues aquí impoluto.
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