El impuesto de las hipotecas.

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Cada vez me parezco más al conductor del chiste que por incompetencia o descuido entra en una autopista por un carril de salida y que conduce algún tiempo hasta que logra parar o estrellarse chillando «todos están locos, van en sentido contrario».
Lo digo por la sentencia del Supremo acerca del pago del llamado en la prensa «impuesto de las hipotecas», el Impuesto de Actos Jurídicos Documentados (IAJD en la jerga fiscal). No he conocido ni una decisión, ni una actuación ni un sólo comentario de los participantes, afectados, periodistas o políticos que no me parezca desatinado o fuera de la razón más elemental. En algunos casos se nota cierto odio «justiciero», en otros ofuscación o ignorancia, en casi todos una carencia de razonamiento básico.
No tengo interés en demostrar evidencias, pero intentaré argumentar acerca de alguna de las que he apreciado en los días posteriores a la primera sentencia contradictoria del Supremo.
a) Por muy expertos que sean los componentes de una Sala del Supremo es un enorme riesgo contradecir una jurisprudencia de muchos años y no es ni más justo ni más sensato.
b) Cuando una sentencia tiene una posible repercusión de muchos millones de euros debe estudiarse su efecto antes de dictar la sentencia.
c) Salvo en casos muy, muy, muy excepcionales o en regímenes no democráticos las leyes no son retroactivas.
d) La «Banca» no va a devolver el IAJD porque no lo ha cobrado, el impuesto ha sido cobrado por las Comunidades Autónomas respectivas porque este impuesto está transferido.
e) Si en cualquier momento, por Ley o por Sentencia, la Banca paga el IAJD lo repercutirá en sus clientes como todas las empresas repercuten todos sus costes.
f) Hay una especie de opinión general antibanca que no tiene ningún sentido. Nadie puede alegrarse de que las entidades financieras vayan mal porque cuando estas entidades van mal toda la economía (los ciudadanos) va mal. Quizá ese antibanquismo tan español se ha agravado por la crisis porque nadie ha tenido interés en decir que las entidades que han derrochado ingentes caudales públicos han sido las Cajas de Ahorro (no los Bancos) gestionadas torpemente por ex-políticos (nombrados y encumbrados por sus Partidos) que en conjunto han destruído entidades de ahorro colectivo que se contaban entre las más antiguas y solventes de Europa. Sin contar con que el Regulador (el Banco de España) parece no haber mostrado un gran interés por los ciudadanos en las muchas irregularidades que todas las entidades financieras bajo su supervisión han cometido.
g) Muchas voces han razonado que ha caído un «bochorno» sobre el Supremo por haberse plegado a las presiones o exigencias de la Banca. Puesto que han sido las Comunidades Autónomas las que han cobrado hasta ahora el impuesto parece razonable pensar que, de haber presiones, habrán sido las de los consejeros de Hacienda de las Comunidades que son las que han de devolver el impuesto.
h) Si el Presidente del Gobierno cree que la Banca va pagar el IAJD por Ley, podría creer que El Corte Inglés va a pagar el IVA por sus clientes. No obstante, si ocurriera, lo pasarían a sus clientes porque «todos los costes los pagan los clientes» de todas las empresas sean de banca o de ferretería.
i) Hay un populismo cruel que insiste en que en este impuesto «Hay que devolver el dinero a las familias». ¿Porqué este impuesto y no el IVA de la fruta o de los productos para la incontinencia urinaria, por ejemplo?
j) En resumen, no hay una sentencia a favor de los ciudadanos y otra posterior del pleno del Supremo a favor de la Banca. Los ciudadanos siempre pagan los impuestos, de forma directa gastos de gestoría incluídos o como mayor coste del producto bancario. Las sucesivas torpezas de los jueces del Supremo no se deben a actitudes más o menos favorables a la economía de la «gente» o de la «casta bancaria» sino a tecnicismos sobre el IAJD y a su mucha o poca valoración de los efectos de las cuantías gigantescas que la Sentencia provoca.
k) Por último, ¿a qué viene esa suprema indignación de los jueces? ¿No pueden sufrir «errores» de sus compañeros más «cualificados» y pueden contemplar a diario la exasperante y humillante lentitud con la que se castiga a quienes tienen necesidad de la Justicia?

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