Canto XXIV 804 hexámetros. El rescate de Héctor. Rescate del cadáver de Héctor. 7 minutos. Fin de mi Ilíada.

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Concluyen los juegos, los aqueos se dispersan para cenar y dormir, Aquiles no puede conciliar el sueño, llora y sufre por su amigo, unce los caballos, ata el cuerpo de Héctor al carro y lo arrastra tres veces alrededor del túmulo de Patroclo para ultrajarlo. Apolo impide todo daño al cuerpo de Héctor cubriéndolo con su égida de oro.

Esto molesta a Hera y Posidón; Apolo les reprocha su crueldad pues que el maldito Aquiles ha perdido toda piedad. Se enzarzan en una disputa porque uno es hijo de diosa y otro un mortal. Interviene Zeus a quien Héctor le era el mortal de Ilio más querido. Pide que Tetis convenza a su hijo de liberar bajo rescate el cadáver de Héctor. Aquiles es convencido y responde «El que traiga rescate llévese el cadáver». Iris va como mensajera a convencer a Príamo de que vaya a las naves a rescatar a su hijo con regalos que ablanden a Aquiles. Príamo comienza a preparar el rescate y Hécuba trata de impedirlo porque el corazón de Aquiles es de hierro, mi hijo está en manos de un hombre brutal a quien ójala yo medio hígado pudiera devorar como venganza. Príamo dice, no trates de retenerme, Iris me lo ha pedido y si es mi sino morir que me mate Aquiles con el cuerpo de Héctor en mis brazos.
Príamo prepara los regalos para Aquiles, pide a los nueve hijos que le quedan que los carguen en una carreta de cuatro ruedas para llevarlos y les dice que ójala a todos juntos los hubiesen matado en vez de a Héctor. Antes de partir hace una libación a Zeus que envía un águila como buen agüero. Parte en la carreta con el heraldo Ideo. Zeus pide a Hermes que los escolte hasta Aquiles, lo que hace en figura del joven mirmidón Políctor. Le dice a Príamo que su hijo no está desfigurado, está lavado y sin mancha ni herida alguna porque era grato a los dioses. Hermes los lleva salvos hasta la entrada de la tienda de Aquiles, en ese punto se aparece y presenta como Hermes, le aconseja que tome a Aquiles por las rodillas y le suplique por su padre, su madre y su hijo y marcha al Olimpo. Príamo entra en la tienda, estrecha las rodillas de Aquiles y besa sus manos homicidas. Aquiles queda estupefacto. Príamo habla con gran elocuencia y emoción. Acuérdate de tu padre que tiene mi edad y está en el funesto umbral de la vejez. Soy más digno de piedad que él y he osado acercar mi boca a la mano del asesino de mi hijo. Los recuerdos hacen llorar a ambos. Cuando Aquiles cesa de llorar ofrece asiento al anciano que responde no me ofrezcas asiento mientras mi hijo yace insepulto y libéralo. Acepta el cuantioso rescate que te traemos. Aunque molesto por la firmeza del anciano, Aquiles acepta el rescate y le deja del rescate dos mantos y una túnica de fino lino para envolver a Héctor al que ordena a sus criadas que bañen y unjan con aceite. El propio Aquiles alza en sus brazos a Héctor y lo deposita en un lecho que sus compañeros suben al carromato. Invoca a Patroclo y le dice que de este rescate también le dará la parte debida. Invita a Príamo a cenar y después Aquiles pregunta cuantos días necesitarán los troyanos para preparar las exequias de Héctor. Príamo responde que once, nueve para acarrear leña y llorarle, uno para el entierro y un banquete y uno para erigir un túmulo. Aquiles dice que suspenderá el combate en ese tiempo. Todos van a dormir, Príamo en el vestíbulo, Aquiles al fondo de la tienda y los demás dioses y hombres durmieron toda la noche excepto Hermes que vela por Príamo y le incita a marcharse, le unce los caballos y las mulas y los guía fuera del campamento. Al pasar el río los abandona y llegan salvos a la ciudad. Casandra es la primera que los divisa, clama por toda la ciudad y a todos les invade una pena inconsolable. Hécuba y Andrómaca se lanzan sobre la carreta. Andrómaca dice esta ciudad será saqueada hasta los cimientos ahora que has perecido tú que protegías a los niños y las esposas. Hécuba dice el más querido de mis hijos que en vida eras querido de los dioses. Helena el más querido de todos mis cuñados, de temperamento suave y amables palabras. Todo son llantos y lamentos.
Príamo pide a los troyanos que traigan leña a la ciudad sin temor a los aqueos porque Aquiles se ha comprometido a no hacer daño hasta la duodécima aurora. Durante nueve días acarrean leña, al llegar la décima aurora ponen el cadáver en la cima de la pira y prenden fuego. Después, aparece la Aurora de rosados dedos, se congregan, apagan con vino la pira, sus hermanos recogen sus blancos huesos, los depositan en un aúreo cofre y ese cofre en un cóncavo hoyo cubierto de enormas piedras. Sobre el hoyo erigen un túmulo.
Después celebran en las moradas de Príamo un excelso banquete funeral. Así se honró a Héctor, domador de caballos.

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Una respuesta to “Canto XXIV 804 hexámetros. El rescate de Héctor. Rescate del cadáver de Héctor. 7 minutos. Fin de mi Ilíada.”

  1. Némesis Says:

    Nos dejas huérfanos de Homero; ¿para cuándo La Odisea?
    ¡Felicidades!

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