Todos los aqueos se dispersan hacia sus naves menos los mirmidones que se quedan con Aquiles velando a Patroclo y llorando de manera que empapan las arenas con su llanto, Aquiles ofrece un banquete funebre a sus soldados y es conducido ante Agamenón al que pide que mande preparar la pira y un banquete en honor de Patroclo.
Desdeña lavarse hasta que la pira de Patroclo esté lista. Se queda en la orilla del mar afligido hasta que el sueño le vence. Patroclo se le aparece en el sueño y le dice «no deposites mis huesos aparte de los tuyos, sino juntos, igual que nos criamos». Aquiles acepta cumplir lo que Patroclo le pide. Agamenón ordena que se hacine leña y los aqueos talan grandes encinas. Los mirmidones y Aquiles visten con sus cabellos que se rapan el cadaver de Patroclo. Aquiles deja allí su rubia melena. Se quedan solos los jefes y ellos apilan la leña formando una pira de cien pies de lado en la que depositan el cadáver. Arrojan a la pira ovejas y vacas, ánforas de miel y aceite, cuatro caballos, dos perros y doce troyanos jóvenes, hijos de ilustres. Aquiles prende la pira y le dice a Patroclo estoy cumpliendo en tu honor lo que te prometí, a Héctor no lo arrojo a la pira sino a los perros. Afrodita y Apolo cuidan de Héctor para que no se cumpla la amenaza. La pira no arde, Aquiles pide ayuda a los vientos Bóreas y Zéfiro que acuden con sus sonoros fuelles y logran que el fuego crepite toda la noche. La azafranada aurora ve cómo cesa la llama. Apagan con vino las brasas de la pira y recogen los huesos de Patroclo en un fino lienzo.
Aquiles hace sentar a la tropa, saca premios para los certámenes y organiza juegos atléticos en honor de su amigo.
Primero una carrera de carros en la que participan cinco cocheros. Homero dedica más de 300 versos a la primera retransmisión de una de las mejores y más disputada carreras de la Historia. Participan Eumelo, Diomedes, Menelao, Antíloco y Meriones. Apolo y Atenea intervienen favoreciendo a quienes prefieren, Gana Diomedes y Eumelo, que debió ganar, llega el último. Todos los participantes se quejan y Aquiles pone paz y es generoso con los premios. El primer premio es una joven muy diestra.
El pugilato es la segunda competición. Combate entre Epeo y Euríalo. Epeo gana por KO en el primer golpe. Se lleva una mula de seis años.
Sigue la lucha sin armas. Se enfrentan Ayante Telamonio y Ulises, con muchos cardenales y mucho sudor están igualados y los aqueos comienzan a aburrirse. Tras un último intento de levantada, Aquiles da la victoria a los dos e igual premio, un gran trípode para el fuego.
La velocidad a pié tiene tres participantes: Ulises, Ayante Oilíada y Antíloco, que entran en ese orden porque Atenea lo dispone así. El primer premio es una crátera de plata.
Después el combate con armas a primera sangre. Ayante Telamonio y Diomedes empatan, se reparten como premio las armas de Sarpedón que Patroclo le arrebató y Aquiles añade para Diomedes una daga tachonada de clavos de plata con su tahalí.
En el lanzamiento de peso gana Polipetes que se lleva una gran bloque de hierro sin bruñir que había sido objeto del lanzamiento y que era muy valioso (no olvidemos que todavía estamos en la Edad del Bronce) y del que se dice que tendrá para cinco años, sin concretar en qué uso.
En el tiro con arco compiten Teucro y Meriones que apuntan a una paloma atada con un cordel a un mástil clavado en la arena. Teucro le da al cordel y cuando la paloma sale volando Meriones le da a la paloma y la flecha cae de nuevo a sus piés. Meriones se lleva diez hachas de premio.
El lanzamiento de jabalina no se celebra porque se presentan Agamenón y Meriones y Aquiles halaga a Agamenón diciéndole que es muy superior y le da el premio, una larga lanza de bronce, a Agamenón que acepta que Aquiles mejore su premio a Meriones.
Con la debida atención se saca la impresión de que hasta los juegos atléticos estaban amañados en la edad de bronce…
Etiquetas: Ilíada