Canto XVIII. 617 Hexámetros. Fabricación de armas. 5 minutos.

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Antíloco llega ante Aquiles,que ya presentía lo que había ocurrido, y le dice que el cadáver de Patroclo desnudo, puesto que le han arrebatado las armas, es objeto de una cruenta lucha. Aquiles es dominado por la aflicción, derrama ceniza sobre su cabeza y da un pavoroso gemido que su madre Tetis oye en lo profundo del mar.

Todas las nereidas (son cincuenta) se congregan y acuden con Tetis a Troya. Aquiles dice a su madre que Zeus ha cumplido haciendo que los aqueos sufran adversidades, pero que eso no le causa placer puesto que ha perecido Patroclo a quien apreciaba como a su propia cabeza y que debe abatir a Héctor. Tetis le revela su destino y que después del de Héctor su hado está dispuesto. Aquiles dice de sí que está sentado como un fardo inútil. Tetis le pide que la espere hasta el alba que le traerá bellas armas de Hefesto. Manda al mar a las nereidas y ella va al Olimpo.
El combate por el cuerpo de Patroclo continúa entre los Ayantes y sus soldados y Héctor y su hueste. Iris por encargo de Hera llega junto a Aquiles y le insta a defender el cuerpo de Patroclo, para que no sea juguete de los perros. Aquiles dice que no tiene armas y que tiene que esperar a su madre que las traerá; Iris le pide que, tal como está, vaya al foso y atemorice a los troyanos. Atenea le corona con un nimbo aúreo y hace brotar de su cuerpo una llama ardiente, Va al foso da un grito que Atenea amplifica y tres alaridos que turban a los troyanos. El cuerpo de Patroclo, en unas andas, queda lejos del alcance de los dardos y rodeado de sus compañeros, entre ellos Aquiles llorando. Hera envía a ponerse al Sol, contra su voluntad. Acaba ahora el día que comenzó en el Canto XI. Los aqueos se retiran y los troyanos en asamblea deliberan si encerrarse en las murallas de la ciudad ahora que Aquiles ha vuelto o seguir luchando lo que defiende Héctor y es aclamado. Aquiles dice ante el cuerpo de Patroclo que ambos enrojecerán la misma tierra. Lavan y visten el cuerpo de Patroclo y Aquiles y los mirmidones pasan la noche gimiendo y llorando.
Tetis visita a Hefesto, cuenta de qué manera Hector robó las armas de Aquiles y le pide para su hijo broquel, yelmo, bellas grebas, ajustadas a las tobilleras y una coraza. Hefesto accede, va a los fuelles que soplan en los crisoles y con tenazas yunque y martillo hace las armas de bronce, estaño, oro y plata. En primer lugar un maravilloso escudo (su descrición ocupa más de 120 versos). Después fabrica la coraza, el casco y las grebas. El héroe cojitranco las presenta a Tetis, que desciende del nevado Olimpo con las armas.

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