Aquiles, también nombrado Pelida Aquiles por ser hijo de Peleo, está colérico con Agamenón, también nombrado Atrida por ser descendiente de Atreo rey de Micenas. El «tú de quien eres» ya se daba entonces en el Peloponeso, mucho más que ahora, nadie es nadie sin su progenie.
Agamenón había recibido como botín de guerra a la bella Criseida. Crises, el padre de la bella acude con inmensos tesoros para rescatar a su hija. Los aqueos (todavía no existen los griegos en La Ilíada) están de acuerdo en aceptar el rescate, pero Agamenón no accede. Crises tiene de su parte al dios Apolo que con sus flechas provoca una enorme mortandad porque sí. Aquiles después de conocer la razón de la cólero de Apolo por un adivino, pide a Agamenón que acceda al rescate. Éste, tan colérico como Aquiles, dice que accede si el botín de Aquiles, la bella Briseida, pasa a ser suyo. Aquiles echa mano a su espada y hubiera atacado a Agamenón de no ser porque Palas Atenea, la diosa, le sujeta la rubia cabellera (Sí, Aquiles era rubio como Brad Pitt en la película Troya, por cierto Atenea tenía los ojos azules, era ojizarca), le convence de que ceda y Aquiles guarda la espada, no sin decirle a Agamenón lindezas como tienes mirada de perro y eres rey devorador del pueblo porque reinas entre nulidades. El Atrida bota una nave, elige a Ulises de capitán y devuelve a la bella Criseida. Reclama a la bella Briseida a Aquiles que la entrega de mano de su amigo Patroclo. De Criseida y de Briseida se dice, siempre que se mencionan, que tienen bellas mejillas, lo que parece indicar que son adolescentes, todavía un poco peponas. Aquiles llora la pérdida de su botín y aparece su madre Tetis (aunque es ninfa de las profundidades marinas aparece cuando quiere en Troya como las madres ejercientes), escucha sus quejas y le promete interceder ante Zeus.
Ulises devuelve Criseida a su padre Crises que lo celebra con una barbacoa tras la cual Ulises regresa.
Tetis suplica a Zeus venganza para su hijo y Zeus se la promete. Poco después Hera, hermana y esposa de Zeus comienza a malmeter a su marido para que no cumpla con la palabra dada a Tetis, pero Zeus es mucho Zeus y le pide que no siga si no quiere que le ponga las manos encima (¡Qué tiempos!, ¡Qué dioses!). Los dioses se toman un descanso con un festín de comidas y bebidas copiosas, con las Musas cantando y Apolo tocando la fórminge y después se van a dormir; Zeus se duerme con Hera a su lado.
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