Los humanos somos simbólicos. De ahí nace probablemente el apego a imágenes sencillas. En algunas empresas se hace evidente que ese apego primario va unido a la soberbia inherente a los grandes empresarios sobre todo a los no propietarios, es decir a los grandes empresarios asalariados. Hace unos meses Telefónica ha cambiado otra vez su logotipo. Supongo que quienes toman las decisiones de ese tipo de «cambios de imagen», aunque nos resulten muchas veces incomprensibles, lo hacen con la buena voluntad de acompasar la realidad de la empresa a la cambiante realidad visual en detrimento de la persistencia. Suele ocurrir que la explicación que acompaña al cambio es poco convincente y puede dar a entender que el cambio cosmético se debe a la necesidad de los directivos de dejar su huella en la empresa o de distanciarse de sus predecesores.
La historia de los cambios de logotipo de Telefónica parece indicarlo. Después de una imagen nacida en tiempo de Primo de Rivera que, acorde a su época, era un medallón con el mapa de España, con Baleares y sin Canarias, y con el nombre COMPAÑIA TELEFONICA NACIONAL DE ESPAÑA en mayúscula y con tildes, sesenta años después el primer presidente socialista Luis Solana es posible que viese lo que no sólo era un logotipo, sino que figuraba plasmado en distintos metales en registros y cajas en toda la geografía española, como un recordatorio de la carcundia franquista, qué más da si es primoriverista todos dictadores. El caso es que se produjo un cambio radical con la adopción de un símbolo no significante, una T verde hecha de bolas o pelotas encerrada en una circunferencia azul claro. Los malpensados dijeron que estaba inspirado (o copiado) del logo de la British Telecom del 81 en el que la rama superior derecha de la T tenía bolas.
Unos diez años después el siguiente presidente Cándido Velazquez, no muy solanista, añade dinamismo al logo previo inclinando la T de bolas y con mayor mezcla de colores. También hubo quien acusó al nuevo logo de estar inspirado en el cambio previo de British Telecom del 91 que también había dado color e inclinado al «pregonero» que incluía con su abreviatura BT.
El gran cambio modenno llega con Villalonga que entra en la empresa como un Airbus en una guardería y se supone que no puede asociar su Corporación a nada preexistente. La mala literatura que suele ir unida a estos cambios también se dió en este caso que en palabras de Villalonga «no es sólo un cambio de símbolo, sino un símbolo de cambio». No podía ser su empeño distinto cuando por aquella época decía que Telefónica entraría en el «selecto grupo de empresas en el mundo que alcanzan una capitalización de más de 100.000 millones de dólares». Como saben todos los artistas lo importante no es llegar sino mantenerse y hoy su empresa, en parte gracias a sus ingentes deudas vale la cuarta parte de lo que previó y la mitad de lo que llegó a valer Terra, una de sus míticas creaciones burbujeantes. En cuanto al logo lo dejó sin tilde, lo que le sirvió a Lazaro Carreter para escribir un artículo antológico en El País, costó más de 30 millones de euros, calderilla para el equipo de Villalonga y por primera vez lo sustantivo de la telefonía española se convirtió en un simple adjetivo.
En el 2010 Alierta elige una modesta y casi desapercibida variación de color preferente que del verde sobre azul previo pasa a azul sobre blanco o a blanco sobre azul subrayado por una barra del color de las letras que siguen sin tilde
Hace unos meses el actual presidente, que entró en la empresa cuando Villalonga y que quizá leyó avergonzado el artículo de Fernando Lázaro recupera la tilde, pero no se resigna a no incluir una frase geniosa. El logo según Álvarez-Pallete «refleja de dónde venimos y hacia dónde vamos». Ni la Sibila. Un artículo del pasado 23 de abril que he leído dice también que «rememora una de las señas de identidad que marcaron a la compañía antes del cambio de siglo: las cabinas telefónicas». No se si al igual que las cabinas también rememora la inexistencia o irrelevancia. Si eso es cierto hay que decir que es un logo que tiene cinco bolas en relacion al anterior logo de las cabinas que tenía diez. En resumen, menos pelotas.
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