38. Georgia y Turquía 2014. 21 de marzo 2014, viernes. Décimo quinto día de viaje. Estambul. Segunda parte.

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Después de la corta visita a la iglesia armenia nos vamos a dar una vuelta por el Gran Bazar y calles aledañas. 

Un amable comerciante que quiere vendernos algo me pregunta si somos de Madrid o de Barcelona. Le digo que la mitad de cada sitio. Y es que me dice que hoy juegan ambos al futbol. Le pregunto que él de qué equipo es, pues en Turquía hay muchos fanáticos de ambos clubes: de ninguno de ellos, “del Galatasaray”. Lógico.

2014.Estambul. Istanbul. İstanbul.

Viendo a algunos comerciantes sentados en la puerta de su tienda pienso que hasta hace nada aquella gente estarían leyendo el Corán: hoy están con el teléfono y el whatsapp.

Por cierto que el primer ministro acaba de prohibir aquí Twitter. Y el presidente ha dicho, precisamente por Twitter, que no le gusta nada la idea.

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Durante el paseo entramos en un “han”, convertido como todos los de aquí en tiendas, especializado en ropa para la ceremonia de la circuncisión de los niños, vaya, la primera comunión islámica, lo que no entiendo que hacen en aquellos establecimientos las ropas de las niñas.  A lo mejor es que a la hermanitas también las disfrazan ese día.

Mira, los católicos españoles lo tienen más fácil o más codificado: a los niños de marinero y a las niñas de novias. Es que es el día es el más feliz de sus vidas, según relatan en sus redacciones infantiles. 

Una de las cosas que para nosotros es más sorprendente son los maniquíes de las tiendas que nos recuerdan a los de España de los años 50. Como este tan divertido al lado del cual me fotografié.

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Este entorno sigue siendo “territorio turista” como indican los carteles en inglés, pero también “territorio ruso” como muestran las informaciones en ese idioma.

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Y las jóvenes tucas se modernizan en sus vestidos (no sé en sus costumbres), pero no dejan por ello su pañuelo turco.  

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Así callejeando llegamos al bazar de las especias. Uno de los más bonitos del mundo, pero donde nunca compramos nada.

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Imagino que por ser viernes y la hora de la oración del mediodía muchos puestos están cerrados. Así que salimos al exterior y nos sentamos un rato delante de la “Yeni”, mezquita preciosa que hoy está a reventar de rezadores, tanto que cuando llegamos siguen colocando esteras en el suelo para que los fieles se arrodillen.

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Hasta hay cola para lavarse los pies. Incluso llega una pareja de policías, me parece que municipales, dejan el coche en medio de  la plaza (¡todo sea por una buena causa!), se van a lavar los pies y no abusan de su autoridad para colarse. Después se arrodillan piadosamente.

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En España las autoridades (y los representantes de la autoridad) también aparcan de donde le sale de los cojones, aunque no sea para rezar.

Por ejemplo en mi pueblo cuyo único interés artístico y turístico es la plaza, no hay autoridad local, comarcal (ya ves que tenemos otro escalón de la administración), provincial, regional e incluso nacional (por ejemplo su alteza real el príncipe Felipe) a la que no le encante dejar su coche allí en medio.

Pues igual los guardias rezadores de Estambul.

Una vez llenan con esterillas un lateral de la calle de la fachada principal empiezan por el otro lado y esperas como buen cristiano que estos los pongan enfrentados a los anteriores pero entonces te percatas que no son buenos cristianos, sino buenos musulmanes y ellos siempre rezan todos en una dirección. ¿Cuál es aquí? Pues hacia el este, por supuesto.

Y como siempre los rezadores son todos hombres.  Imagino que las mujeres estarán dentro en el corralito que tienen reservado.  ¿Por qué las mujeres musulmanas son tan poco combativas?  Podrían hacer como esas vascas  -otra sociedad anclada en las tradiciones- que luchan porque las dejen desfilar disfrazadas en las procesiones.

También pienso que si todas las mujeres familiares de estos hombres están dentro del corralico femenino allí estarán como en el camarote de los hermanos Marx, pero veo que hay bastantes señoras sentadas en los bancos de los jardines donde estamos nosotros. Deben estar esperando a sus cónyuges.

Menos esta madre que fotografía el rezo de sus hijos y quizás de su marido.

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Al final del rezo los de la calle se levantan, se calzan y salen rápidos. Y por la puerta principal empiezan a salir y salir. Aquello debía estar a reventar por la cantidad de fieles que salen. También algunas mujeres. Calculo que unas 3 mujeres y medio por cada 10 mil hombres.

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Acabado el espectáculo (es como una procesión de semana santa, pero con todos sin moverse de su sitio) nos vamos a la calle que hay enfrente del eje este-oeste del bazar de las especias  y que es el lugar para comprar esas cosas especiales de la comida turca, excepto los “lokums” y las mermeladas que para eso ya tenemos una “confitería  habitual”.

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La calle está a reventar y aunque no tiene la fotogenia del bazar de las especias (donde es difícil obtener buenas “placas”, como decía un amigo, por el tipo de iluminación que hay) tiene unas tiendas donde encuentras de todo.

Una de las cosas que siempre me sorprende es una tienda donde solo venden café en pequeños paquetes que rellenan allí mismo unos dependientes que parecen autómatas japoneses y donde siempre hay cola para comprar.

Hay otras tiendas, pocas, donde también venden café, pero en ninguna hay cola: 1 kg de café 30 TL, aproximadamente 10€.

Regresamos al hotel  y comemos en el camino. 

Pequeño descanso y vuelta a la dura vida del turista.

Bajamos hasta el puente de Gálata. Sigue siendo el espectáculo de siempre y teniendo la maravillosa puesta de sol sobre una gran mezquita en el horizonte.

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Se nota que es viernes noche y empieza el fin de semana por la cantidad de personal que hay por todas partes.

Y será Turquía, pero el personal sigue queriéndose a pesar de todas las prohibiciones culturares y religiosas.

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Por algo el “Homo sapiens” ha llegado hasta donde ha (hemos) llegado. Por el amor.

Regreso al hotel y charla con el recepcionista encantador.

Así acaba nuestro único día completo en Estambul.

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PS

Esta tarde desde la terraza del hotel vi como pasaba una goleta  de dos palos por el mar de Mármara. ¡Qué maravilla debe ser viajar así!

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Una respuesta to “38. Georgia y Turquía 2014. 21 de marzo 2014, viernes. Décimo quinto día de viaje. Estambul. Segunda parte.”

  1. Luigi Says:

    La foto tuya con el maniquí es graciosísima y la puesta de solo de los World Photo Awards

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