
Dejamos aquella locura de espiritualidad y regresamos a la vida civil.
Pasamos el puente Nikoloz Baratashvili sobre el río Kura y en él nos encontramos de nuevo con la modernidad.
Y no son solamente estas estupendas y divertidas esculturas sino también el edificio que se ve al fondo.
Public Service Hall.
En georgiano “iust’itsiis sakhli”, que se traduce como “Casa de Justicia”, y que a pesar de su nombre no es una sede de juzgados, sino una especie de registro civil, pero a lo grande pues según Wikipedia “su objetivo es la emisión de los documentos y los servicios que están bajo el derecho exclusivo del Estado. En la actualidad, Casa de Justicia garantiza proporcionar más de 300 servicios en un solo espacio”.
Parece que es otra forma de conseguir eso tan ansiado en España de “ventanilla única”, que aquí se transforma en “puerta única”, pues “Los consumidores en la entrada de la Casa de Justicia son recibidos por los consultores de servicios, que los ponen en el camino correcto con respecto a su tema conveniente y dirigirlos a las personas pertinentes”.
¿Y que se consigue?
Pues DNI, pasaporte, certificados de nacimiento, registros varios…vaya una maravilla. Si funciona bien.
Pero no sé si creérmelo, pues dice que en un servicio llamado “Quick Service Area” realizan las peticiones de duración de menos de 2 minutos. Y pone como ejemplo la obtención del certificado de matrimonio.
¿De verdad te entregan un certificado en menos de 2 minutos?
Si hubiese leído esto estando allí habría entrado solo para probar la efectividad del sistema.
Que no me lo creo.
Pero cuando estamos en el puente viéndolo lo que te sorprende (cada vez menos en esta ciudad) es la modernidad de su estructura: de nuevo “Fuksas”.
Así que de nuevo los arquitectos italianos Massimiliano y Doriana Fuksas, que diseñaron un edificio cubierto por 11 pétalos “que no dependen formal ni estructuralmente del resto del edificio”.
La fotografía maravillosa hubiese sido con un dron o mejor desde un globo aerostático, pero nosotros nos limitamos a hacerla desde el puente.
Claro que no es todo actualidad, que también encontramos esta bonita cúpula, quizás decimonónica.
Cerca de allí descubro la tienda “Geoland” que luce en su fachada un gran letrero de “Maps & Navigation”. Y yo no me puedo resistir a la tentación de ver y comprar mapas.
Una tienda estupenda.
Y en aquel entorno del casco antiguo encontramos la “Torre del reloj”. Bueno una torre que es una de las estructuras (no sé cómo llamarla) más curiosas y extrañas de la ciudad, empezando porque está inclinada, pero no como la de Pisa, que esta sí parece que se vaya a caer en cualquier momento y es que demás tiene un teatro de marionetas en la torre.
Y a pesar de su aspecto es una de las últimas construcciones de la ciudad, pues fue levantada en 2010, obra de un famoso artista local, Rezo Gabriadze, maestro marionetista, que tiene al lado su teatro.
La guía le dedica un epíteto que jamás podré emplear, porque no sabré pronunciarlo: “higgledy-piggledy”. O sea “desastrosa”.
En la base una serie de azulejos obra del mismo artista.
En el camino del regreso al hotel una nueva iglesia de la que no apunté el nombre, pero, quizás por la hora, casi vacía. Vaya, que parecía de España.
Y de nuevo casas con fachadas muy interesantes, pero en un estado casi ruinoso.
¡Qué pena!
Viendo todo aquello piensas que con la pasta de los “elementos conformados blandos diferentes” del “Music Theatre and Exhibition Hall” se podría haber restaurado gran parte de este casco antiguo tan interesante.
Claro que ¿quién iba a hacerse una foto cortando la cinta de la inauguración de un barrio así?
Y sin referencia a un arquitecto italiano en Wikipedia.
Para acabar una vista del magnífico palacio presidencial desde este lado de la ciudad.
Regresamos al alojamiento y en la última parada encontramos un frutero que habla español.
¡Qué cosas suceden!