El padre de una joven adolescente le ha escuchado varias veces en las comidas y cenas familiares decir: «Odio a los chicos», literal. Normálmente se ha abstenido de indagar las razones o ha creído que las dadas eran insuficientes para una pasión tan impulsiva. A veces ha visto que la acercaba en coche a casa un compañero de clase con asiduidad.
– ¿Éste también es de los odiados?
– También
– Sigue así, hija mía, la testosterona es taaán manipuladora…
Etiquetas: Coronavirus