Errejón que de los líderes surgidos tras la erosión del bipartidismo es al que se tiene por el más capaz y más inteligente, rara vez me lo parece. Tiene todos los tics propios de quienes se refieren a Estado o al Territorio cuando podrían decir España, que es una palabra que les produce urticaria. Me parece más preocupado por los lemas de su camiseta, que siempre triunfa, que por sus palabras. Viene ésto a cuento de la intervención de un espectador de uno de sus mítines que le gritó ¡Viva España!, no el ¡Arriba España! franquista sino el ¡Viva España! que podría haberle gritado Azaña si viviera. Según algunos artículos, que deben estar escritos por incondicionales insolventes triunfó con su respuesta que fué: “Acaba de gritar un señor premio Nobel ‘viva España’. A mí me parece perfecto, ¡claro! Pero a ver cuándo, además, se acuerdan de los españoles”.
Nótese el agradable insulto «premio Nobel» que conecta con lo que algunos independentistas detractores de Cercas han utilizado como dicterio, «otro Vargas LLosa». Escritores de puertas de váter utilizan como ofensa el nombre de alguien con quien no podrían compararse si fuesen personas.
Errejón el triunfador dice «a ver… si se acuerdan de los españoles» porque claro es que para él, aparentemente, España es algo vacío que viene sin personas dentro, no así Cataluña, ni las nacionalidades históricas en las que es tan bien recibido. Después ha dicho en un rapto de esa soberbia que solo tiene Ayuso «yo, además, me preocupo por el pueblo, por el pueblo español y por los problemas cotidianos del pueblo español”; supongo que no va esa preocupación en el cargo electo que ocupa sino en su intrínseca bondad.
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