73. India 2019. 27 de octubre, domingo. Trigésimo día de viaje. Calcuta día 1. Primera parte.

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Hoy es domingo, Diwali y “Kali Puja”. Todo en uno.

Ayer estuvieron tirando cohetes por la noche un buen rato, pero nada comparable a lo de esta noche.  Por un lado el ruido de los petardos y por otro un continuo repique de un par de tambores de un pandal cercano.

Marisa me dice que parece imposible que lleven tanto rato tocando y a esa velocidad. Mañana tendremos que bajar a verlos.

En la tienda de Vodafone le pregunté al empleado que nos atendió que cuales eran los pandals más importantes de esta “Kali Puja”. Muy amablemente me escribió cuatro lugares, pero me dijo que lo más importante estaba  en el templo de Kali, pero no en el antiguo donde estuvimos cuando llegamos, sino en el moderno, el llamado Dakshineswar.

También busqué información en el periódico y allí  nombraban  solamente cuatro de los que dos estaban a una distancia del hotel que nos permitiría ir andando, por lo que empezamos el día  yendo  a ese templo, que por cierto está bastante lejos,  con esa aplicación de transporte, Ola,  con la suerte de que el chófer que nos toca era lo bastante listo como para no tenernos que comunicar con él.

Un joven silencioso y tranquilo que nos ha llevado hasta  el templo.  Y como cuando el día final de la Durga Puja hoy el personal debía estar durmiendo pues apenas  había circulación rodada.  Y casi todas las tiendas cerradas. Pero también aprovechan esa ausencia de peatones para hacer la colada y tender la ropa en las aceras. O quizás sea algo habitual los domingos.

Y al llegar al templo descubrimos que los que no dormían estaban todos allí. Unas colas larguísimas para entrar en el recinto (descalzos por supuesto) y encima no permitían que llevases no solo ni mochilas ni bolsos, sino ni cámaras, ni teléfonos, pues demás de pasar por un arco detector luego un policía cacheaba a todos los que entraban allí.

Así que hemos decidido quedarnos fuera dando un paseo por aquel entorno y viendo al devoto personal.

En la cola observamos que la mayoría llevan una ofrenda que han comprado previamente en las calles adyacentes o bien en un par de “galerías” que hay allí y que se dedican casi exclusivamente a la venta de ofrendas.

¿Y cuáles son? Pues además de guirnaldas de flores como las que vimos a miles en el mercado de la flores, también un especie de torrecitas con un coco en la base y guirnaldas y algo más por encima.

¿Por qué a las divinidades hindúes les gusta tanto el coco y las guirnaldas? Tendré que investigarlo, pero como no hemos entrado no sé si harán como en Kamakhya que los rompen y usan  su agua para una especie de bendición.

En el paseo nos  encontramos con la pareja china de estos días. Una gran alegría.

Además del templo, de las colas y de la gente hemos encontrado también dos ghats muy concurridos.

Las señoras se meten tal cual van vestidas y los señores se colocan previamente un pañuelo, como una fadilla, para bañarse.

Además de las abluciones rituales algunos aprovechan para lavarse el pelo. No sé si también tendrán propiedades mágicas estas aguas del río Hoogly, pues muchos fieles llegan con botellas y pequeños bidones y los llenan de agua.  Y te aseguro que es el agua más sucia que he visto en mi vida.

Si no dispones de un recipiente, unos avispados jóvenes te los venden. Y los mismos te venden unas bolsitas con barro que imagino que han sacado allí del río.

Esto lo compran muy pocos, pero la mayoría suben la escaleras del ghat con agua dentro de algún cacharro. ¿Qué harán con esta agua? Vaya, como hacían con el agua de Lourdes, aunque Marisa, que si lo conoce, me dice que la de Francia estaba más limpia.

Y alguno, más piadoso, aprovecha el baño para rezar como el de la foto de abajo. ¡Cuánto rezan estos indios!

Y en un extremo del ghat unos jóvenes buscan (no sé si con mucho éxito  o poco) con la ayuda de unos imanes objetos de metal que hayan perdido los fieles bañistas. Esto también lo vimos hace años en Haridwar, pero allí eran unos niños.

Y no sé si también se lo ha encontrado, o quizás forma parte de un rito, un coco germinado que lleva un joven en medio del río y que compone una curiosa (y fotogénica) estampa.

En una especie de paseo al lado del río, pero al que no se puede acceder, hay una serie de bustos dorados y cubiertos de telas que imagino son de próceres de la ciudad.

Pues resulta que han quitado uno de aquellos pero le han dejado el pedestal. Dice que era “Filósofo y reformador social”, o sea revolucionario, y que vivió en el siglo XIX. ¡Qué curioso que sea el único sin busto! Todos los demás eran hombres de acendrada religiosidad.

Bueno, no voy a pensar mal y quizás es que se lo han llevado para restaurarlo (después de que algún bárbaro reaccionario le haya sacudido un martillazo).

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Una respuesta to “73. India 2019. 27 de octubre, domingo. Trigésimo día de viaje. Calcuta día 1. Primera parte.”

  1. LaotraMarisa Says:

    Genio y figura… Último párrafo muy tuyo 😉

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