36. India 2019. 13 de octubre, domingo. Décimo  sexto día de viaje. De Guwahati a Kohima. Primera parte.

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Hoy tenía que ser un día sin historia.

El plan era coger el tren en Guwahati hasta Dimapur en Nagaland y allí un transporte, quizás un taxi compartido, hasta Kohima donde por fin teníamos reservado un hotel, el único que habíamos podido encontrar en el centro de la ciudad, por tres noches.

Nos despedimos del hotel, donde si no hubiese sido por la falta de wifi habríamos estado bastante bien.

Vamos a la cercana estación de ferrocarril con el único problema, pero pequeño, del acceso por unas empinadas  escaleras para subir  al puente que atraviesa las vías y desde donde salen otras empinadas escaleras a los diferentes andenes y allí esperas hasta que anuncian tu tren.

“Escaleras” significa que no te sirven para nada las ruedas de tu equipaje. Afortunadamente el de Marisa es una mochila con ruedas.  No así el mío, que es una bolsa con ruedas.

En esta ocasión viajamos en un vagón de “2AC”, lo que implica que en cada departamento  van solo 4 pasajeros con sus correspondientes literas y nosotros tenemos la dos de un lado, por lo que tenemos todo un banco de más de 1,7 m solo para nosotros. Y además, comprobamos con alegría que estamos solos en el departamento.

Salimos a las 10:40 de la mañana y llegaremos a Dimapur a la 16:40, o sea que solo seis horas.

Además compramos comida ayer en el “Fancy Bazaar” para así evitar comer la que sirven en el tren, no por mala sino por picante.

La única duda que tenemos es que mi guía advierte que en Dimapur, la ciudad más poblada del estado de Nagaland, todo está cerrado los domingos, pero donde he preguntado siempre me han dicho que hay mucho transporte desde esa ciudad a Kohima, la capital.

Y el tren tiene un nombre precioso:  “Rajendra Nagar”. Realmente el nombre es “13282/Rajendra Nagar Patna – New Tinsukia Weekly Express”, pues va desde la estación  “Rajendra Nagar” de Patna, capital del estado de Bihar, hasta “New Tinsukia”, en el extremo norte del estado de Asam.

Este tren tiene un largo recorrido, 1.445 km, en los que invierte casi 32 horas, suponiendo que no tenga retrasos, lo que en estas distancias es casi seguro.  Creo que tengo el record en 35 horas, debido precisamente a eso, a un retraso de varias horas.

Es un tren semanal, que sale los sábados de origen, pero que por Guwahati ya pasa en domingo, cuando lo cogemos nosotros.

Aquí en este enlace el recorrido.

Nuestro vagón no está mal, aunque en lugar de las puertas correderas de otros de la misma categoría tiene cortinas y esto a los pasillos les da un aspecto un tanto desolador.

Otro aspecto semejante es el referente a los mandos del vagón como aire acondicionado, termostatos  y similares que están al alcancé de cualquiera que pase por allí. 

Un dorado letrero en inglés y quizás hindi (pero podría ser en asamés o bengalí) detalla las instrucciones de uso de los aseos. Lo curioso es que esté en braille y no creo que ningún ciego en este país se detenga a leerlo.

Y todavía más curioso es el letrero de “tirar la cadena” pues encima del botón para tal acción hay un letrero que dice “Emergency Flush Button”, con lo que te quedas con la duda si solo lo debes utilizar en esos casos de “emergencia”.  Afortunadamente en grandes letras encima de él dice: “NORMAL FLUSH”. 

He pensado en ello y he llegado a la conclusión de que no tenían letreros de “Normal” en braille y han utilizado uno de “Emergency”, de los que sí disponían.

No sé qué harán los ciegos en tal tesitura. 

En estos trenes, aunque no hagas noche, te proporcionan dos sábanas, una almohada, una toalla y un manta. Vaya, la dotación necesaria para un viaje en litera. Nosotros seguramente no las emplearemos, pero bastantes viajero indios suelen pasar gran parte del viaje largos en su litera dormitando o con su teléfono y sí las utilizan.

Viene el empleado que nos las suministra y me pide 200 rupias. Le digo que se las lleve, porque no sé decirle en asamés lo de “200 rupias no, 200 hostias te voy a dar”.

Como dice Marisa: “En la India no te va  a pasar nada (peligroso),  pero te van a engañar”.   A intentarlo, por lo menos.

En un departamento cercano hay un joven de unos 30 y le pregunto si cobran por las sábanas. Que no. Entonces le explico lo sucedido y acabo con un “siempre intentan engañarnos”.  Y  esa frase final le sienta tan mal que le echa la charla enfadado al “engañador” y luego se acerca a nuestro departamento a decirme un tanto molesto que lo que tengo que hacer es escribir una reclamación al llegar a Dimapur. (Y no sabe, ni nosotros tampoco entonces, en que se convertirá nuestra escala en esa ciudad. ¡Como para escribir notas de protesta!).

Charlamos un poco y se relaja la situación.

En este, como en todos los trenes de este país, no dejan de pasar todo tipo de vendedores y esta vez compramos una papelina de cacahuetes.

Y aquí descubrimos el valor del reciclaje: la papelina está hecha con una libreta de trabajos escolares y a Marisa le da un poco de pena, pensando en donde ha acabado el trabajo de aquel niño.

Y así seguimos un tranquilo viaje viendo enormes campos de arroz que cubren esta parte de Asam, aunque este estado sea famoso por su té, que se cultiva más al norte.

A veces pasamos por pueblos donde se han establecido colonias de casitas, y a veces de casuchas, al lado de la vía ferroviaria.

Y quizás por ser domingo hay algunos mercadillos adosados a las vías.

Un señor que me ha debido oír al quejarme de la actuación del empleado de las sábanas viene a verme y me dice que si vamos a Kohima podríamos compartir un taxi con él desde Dimapur.

Me ha explicado toda su situación profesional, pues eso es algo que les encanta contarte, lo que ocurre es que yo al segundo título ya me he perdido.

Porque no hay ninguno que te diga: “Soy cajero de Mercadona o “soy administrativo de Iberdrola. No.  Aquí es algo del tipo:  “soy director  adjunto del plan de fumigación  de la parte superior de la orilla izquierda del río Ranjun”.

Así este iba a inspeccionar algo a Kohima, pero no logré  entender si era funcionario de un ministerio con control central por todo el país (piensa que la India es una “unión federal”)  o bien de alguna empresa contratada por la administración. Aunque seguro que me lo contó.

Y poco antes de llegar  al destino una señora con aspecto bondadoso que va con una adolescente  me pregunta si voy a Kohima, que ella también va y que podemos compartir el transporte.

“¿Habrá problemas para encontrar un coche?”. “No, que hay muchos en la estación”.

No imaginábamos lo que nos esperaba detrás de tanto optimismo.

PS

Cuando buscaba información sobre este tren en Wikipedia, donde tiene una entrada, había un enlace a una noticia sorprendente: hace 5 años fue desviado en su recorrido, como otros trenes, porque un convoy militar había chocado con un elefante salvaje. 

¡Un país increíble!

 

 

 

 

 

3 respuestas to “36. India 2019. 13 de octubre, domingo. Décimo  sexto día de viaje. De Guwahati a Kohima. Primera parte.”

  1. Luigi Says:

    eres un experto ferroviario, y claro de tal palo tal astilla

    ya sabes el trabajo que tienes asegurado en la India: «Foreign Railway Guide» !! jejeje

  2. alelsoles Says:

    Oye, pues me parece una buena idea. Sería como las abuelitas de las oficinas de turismo en algunas ciudades y pueblos de Japón.
    Además lo haría gratis aunque a tiempo parcial.
    Quizás se lo proponga a «Indian Railways».

  3. Luigi Says:

    hazlo no lo dudes! , ahí tienes tu retiro dorado jejeje

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