63. China 2019. 1 de mayo, miércoles. Trigésimo día de viaje. Shanghái. Día 3. Segunda parte.

by

En el paseo del Bund descubro a un fotógrafo disparando en plan despiste.  Está sentado en un banco con la cámara apoyada en sus piernas y dirigida no sé si  las piernas de las señoritas que pasan pues si me acerco más a indagar me temo que se hubiese dado cuenta.

Cada pocos disparos levanta la cámara y mira en la pantalla el resultado de la caza.

He recordado que hace unos años en un viaje por Japón, en un tren de cercanías, descubrí en otro vagón situado al lado del mío a un perturbado haciendo fotos a escondidas a las piernas de unas escolares que iban en su vagón.  Le amenacé con el puño y salió pitando. Luego he pensado que quizás no hacía nada y pensó que el perturbado era yo.

Luego con la fotografía compruebo que tira con un gran angular y así no tiene que enfocar y quizás dispara a la gente en general.

Y encontramos a un excéntrico y exhibicionista que se pasea entre la multitud para que lo veamos y no sé si admiremos. Lo curioso es que tiene cara de cabreado, como si le hubiesen obligado a disfrazarse así. O a lo peor es una especie de Lisbeth Salander y está siempre de mala leche.

Pero también hay gente normal que se mira a los ojos y se declara amor eterno. Sin ser fotografías de boda, que imagino que en estas estarán los contrayentes hasta las gónadas y no se dirán nada excepto las ganas que tienen de cambiarse de ropa y dejar de hacer el capullo.

Enfrente Pudong y el incesante paso de barcos por el río; parece que estos no celebran el 1 de mayo como la multitud. Y a pesar del ambiente neblinoso es precioso.

Hoy nos vamos a comer a un restaurante donde ya estuvimos el año pasado y que nos gustó mucho.  Pensábamos que habría problemas de espera, y más con la cantidad de personal que hay hoy aquí, pero  no hemos tenido que hacer cola.  Y repetimos, con éxito, unas berenjenas que si fuese un comentarista gastronómico diría que estaban sublimes.   Como no lo soy diría como el rey emérito que estaban cojonudas.  En este restaurante, como en algún otro, emplean una técnica muy curiosa para señalar que ya han servido un plato: rayan con la uña la línea de ese pedido, pues es papel como de calco.

A nuestro lado una pareja joven seguramente de novios (pues de casados no se hacen esas tonterías), piden el doble de platos que nosotros, que obviamente no se comen.

Regresamos por East Nanjing Rd y hay más gente que nunca.  Y a pesar de ello hay un par de fotógrafos con una esbelta joven haciéndole fotografías.

Por la noche volvemos al Bund y si crees que has estado en algún sitio donde había más gente que nunca es que no has estado en Shanghái el 1 de mayo en el Bund o camino de él. Es algo increíble y que merece la pena que lo hagas por lo menos una vez en la vida.

El año pasado, en momentos de mucha afluencia, ya montaban un dispositivo de circulación peatonal de manera que los que íbamos hacía el Bund lo hacíamos por la acera de la derecha y los que regresaban lo hacían por la acera opuesta. Y lo conseguían porque además de que generalmente son gente ordenada   había policías y ayudantes de circulación cada 20 ó 30 metros, para evitar además que invadiésemos la calzada.

Pero hoy han empleado otra táctica más elaborada y que no había visto nunca.

Han dispuesto grupos de policías uniformados muy jóvenes, seguramente de la academia todavía, en formaciones en línea de una docena que se movían conforme cambiaban los semáforos cortando la calle en un sentido o en otro, pues a pesar del gentío no han cortado la circulación de las calles que atraviesan East Nanjing Rd. Y en algún sitio que la afluencia era todavía mayor han hecho una cadena con sus brazos.

Y me han sorprendido dos cosas: la primera la coordinación de los movimientos de esos policías y la segunda que no tenían ningún elemento de disuasión excepto un silbato que solo utilizaban si algún insensato quería ir contra la corriente.  Y sobre todo el respeto a esos jovencitos uniformados.  No podía dejar de pensar qué hubiese pasado en España en una situación semejante y sobre todo si enfrente hubiesen estado los amigables  de la CUP, Arran o similares fascistas de otras partes de la nación. O del estado, como les gusta decir a los que no les gusta España.

Llegamos al Bund, nos paseamos entre la multitud y hablo con un fotógrafo que ha estado en Málaga hace unos años: “Me encanta Shanghái”. “Pues te lo cambio. Tú te vienes aquí y yo me voy allí”. Imagino que pensaba en Málaga, porque en la provincia de Teruel se muere de “falta de multitud” en dos días.

Acabo cambiando de registro: precios en una tienda de pan de un centro comercial, donde te daban trocitos de este producto como si fuesen de jamón serrano.

Barra de 260 gr, 22 RMB, unos 3€.

Baguette de 200 gr, 18RMB, 2,5€

Pan de molde, 270 gr, 16RMB, 2€.

Y en ningún restaurante donde hayamos comido había pan.

Moraleja: si no puedes pasar sin pan vete de viaje a Turquía.

PS

El río Huangpu, el que atraviesa Shanghái, fue  en marzo del año 2013 famoso por un extraño suceso: aparecieron unos 16 mil cerdos muertos  en uno de los distritos que atraviesa en la ciudad. Parece que procedían de la vecina provincia de Zheijang.

¿No te parecen muchos cerdos para que no se sepa de dónde vienen?

Hubo una controversia importante y temor a que se les relacionase con la famosa gripe aviar.

El resultado fue que los cerdos habían muerto de frío y que era demasiado cara la cremación, así que al río.  Y hasta hubo quien salió en defensa de la pestilente situación: “Es como si tú estuvieses bañándote en una piscina y encontrases unas cuantas moscas muertas. ¿Cómo afecta esto a la calidad del agua? Además el río es ancho y el agua está en constante movimiento”.  Y es que como (no) dijo “El Gallo” “es que hay gente pa’tó”.

A otros no les pareció tan sencilla la situación y hubo voces críticas, pero quizás la más divertida fue una frase en internet: “No queremos sopa de cerdo gratis”.

Drones.

Una novedad ha sido ver a la policía, o por lo menos a los que parecían un grupo especial de ellos, controlando los drones que volaban por el cielo del Bund.

Estaban situados en una plataforma con varios ordenadores, algún dron  bastante grande (¿un destructor de drones?) y unos fusiles con los que apuntaban a los drones que aparecían  en el cielo.

No sé como actuaban pero los que se veían, y estaban muy altos y algunos muy lejos, desaparecían enseguida.  Este país está muy preocupado por su seguridad.

Etiquetas: , , , ,