Hoy es un día importante en el devenir cruceril, pues siempre que he leído algún folleto de un viaje de estos acaba con la cena de despedida llamada pomposamente “Cena de Gala del Capitán” o algo parecido y aquí como no puede ser menos hay un “Captain Farewell Banquet”.
La verdad es que me siento un poco mal pensando en esa hoja que cada noche nos dejan en la cama, levantando además cuidadosamente una punta de la sábana, la hacen solo para nosotros, pues a los chinos se las deben poner en un tablón de anuncios además de machacarles durante la travesía por la megafonía. Recuerda que la nuestra del camarote está desconectada pero oímos la de los sitios comunes.
Por lo visto hemos pasado toda la noche navegando y además ha estado lloviendo, pero había acabado al despertar. ¡Qué suerte tenemos!
El desayuno temprano, como siempre: a las 7:15, y eso que nosotros no tenemos nada hasta las 3 de la tarde.
En el bufet del desayuno cuento 12 bandejas además de los huevos fritos y solo hay dos que no sean de vegetales: una de huevo duros y otra de salchichas. Ah, y hoy también hay una especie de porras. En Corea encontramos churros, a los que llamaban así, pero aquí no creo que esta “porras” hagan referencia a las madrileñas, que deben ser de creación propia.
Hoy hemos amarrado a un pantalán en “Shibao County” y cerca de nosotros está un famoso monumento: la pagoda de Shibao. Hay una excursión opcional hasta allí, pero Susan, la guía del crucero, no nos ha dicho que nos apuntásemos, por lo que no debe considerarla interesante, como sí hizo con la del ascensor de la presa. Luego he pensado que quizás le daba miedo que no pudiésemos subir, pues he leído que debe hacerse por una escalera muy empinada.
Vemos a los pasajeros atravesar el pantalán hasta la orilla y como desde allí se van paseando hacia la pagoda.
La vista de la pagoda debe ser preciosa en un día claro pero hoy apenas se ve con un fondo tan oscuro. Además el gran dique que han construido la protege de la subida del río, pero ha perdido parte importante de su encanto paisajístico y fotogénico.
Nosotros nos dedicamos a verla desde lejos y el devenir diario del río y de los viajeros de nuestro barco, pues muchos se han quedado aquí.
Están los que juegan sin descanso al mahjong. Como no tengo referencias no sé si juegan una partida detrás de otra o es que son larguísimas. Pero allí los tienes, casi siempre los mismos.
Luego están los que fuman sin descanso en cubierta esperando ese cáncer que corre raudo a su encuentro. Y con un termo de té cerca.
Y las señoras que no dejan de hacerse fotografías con coreografía que les hace estallar de risa.
O las que me piden fotografiarse conmigo.
Y Marisa siempre en cubierta fotografiando todo lo que encuentre interesante, bonito o curioso, por ejemplo esas tumbas que jalonan la orilla del río. Pregunté si enterraban los cuerpos o solo las cenizas. Entendí que las cenizas, pero igual son solo cenotafios.
Y alguna de ellas al lado de lo que parecían viviendas trogloditas abandonadas.
Y por encima de todo el movimiento del río, que no cesa.
Leí un comentario de un usuario de uno de estos cruceros que dijo que no le había gustado porque solo había un continuo y monótono paso de gabarras. Otro también decía que lo único interesante fue que un carguero había perdido un montón de contenedores en el río y que eso les obligó a cambiar el plan del viaje y hacer parte de él en autobús. Acababa diciendo algo así como “a ver si tienes suerte y hay otro accidente en el río”.
Pero a mí me gusta. No, no el accidente posible (y no deseable), sino el paso de los cargueros y pequeños ferris que llevan a la población ribereña de un lado para otro.
Hoy he visto, por ejemplo, un carguero lleno de camiones o uno que llevaba coches iguales, que de lejos parecía un crucero de lujo. Y también alguno de eso cruceros. Esos sí de “lujo”, cargado, imagino, de australianos y saludables chinos.
Y volvemos a ver una iglesia cristiana al lado del río: Cristo 3 – Mahoma 0.
Llegamos a una gran ciudad, Zhongxian, y algunas mujeres están lavando en el río. Ese contraste entre una cosa y otra.
También hay algún hombre, pocos, en la orilla, pero estos están pescando con caña. O sea de diversión.
Y al lado de esos grandes barcos y lujosos cruceros a veces barquitas pequeñas amarrada a la orilla que parecen humildes viviendas permanentes.
Sigo viendo grandes gabarras cargadas de arena y me sigue sorprendiendo que tengan que transportar es material, que debería ser abundante por todos los sitios, desde lugares lejanos.
A las 12 la comida que hoy ha cambiado el tipo por la cena que es servida en la mesa, pero hoy es bufet, por la famosa “cena del capitán” que entonces será en la mesa.
Y hacia el comedor nos dirigimos lo pasajeros como panteras hambrientas.
Durante la comida me mancho la camisa, vaya, como todos los días, pero esta vez me preocupa pues si el capitán tiene que cenar se sentará en nuestra mesa, la única con asientos libres y junto al posible estrado, pues las otras están bastante comprimidas de comensales.
Se lo digo a Susan pero me tranquiliza: el capitán solo hará la despedida (“y yo os lo traduciré”) pues estaremos navegando y debe estar en el puente de mando. Vaya ella no ha dicho eso tan bonito del “puente de mando”, pues no creo que lo sepa decir en inglés, ni yo lo hubiese entendido, que ha dicho ”trabajando”.
Me pregunta el porqué de mi preocupación y como ve que estoy quitándome la mancha aprovecho para decirle que aunque llevo la misma camisa todos los días es que me la lavo todas las noches. Me pregunta sorprendida cómo consigo secarla y como empleo a veces medidas que van en contra de las prácticas hoteleras le digo que tengo varia técnicas y la dejo con el misterio.
Desde que llegué tengo la duda del porque somos los únicos extranjeros en este crucero y si hemos pagado más que lo chinos y si las excursiones tienen el mismo precio para todos así que hablo un largo rato con ella de estos temas.
Lo más fácil: el precio de las excursiones es igual para todos.
Lo del porqué somos los únicos no me lo aclarado.
Sobre el precio: el precio de cada crucero y no solo de este barco se mueve por la oferta y la demanda. En este viaje van dos chicas, que sientan con nosotros en la mesa del comedor, que son guías de un grupo de unos 45, pasajeros cada una, bueno más que guías acompañantes. Pues en cada uno de esos grupos cada uno puede haber pagado un precio diferente, pues según ella una agencia reserva un número de plazas y si tiene mucha demanda va subiendo el precio, pero si no las vende al final lo baja.
Así, me ha dicho, habrá chinos que habrán pagado más que nosotros, pero que el nuestro está bien. Y luego se lanza a una explicación económica de lo caro que es un crucero desde el punto de vista de la empresa que lo organiza. En este, por ejemplo, vamos 200 pasajeros y el límite son 202, y hay 100 personas entre la tripulación propia del barco y la parte hotelera. Muchos me parecen, pero un detalle lo avala: nos cambian todas las toallas por la mañana y en la revisión de la habitación de por la tarde, eso en la que te levantan un poquito del embozo como si fuésemos marcianos que no saben por donde meterse en la cama, si has utilizado alguna toalla a lo largo del día te la vuelven a cambiar.
Una charla muy interesante.
Etiquetas: China, Crucero por el río Yangtzé, Shibao