Para continuar el hilo (hilo es palabra muy antigua y muy moderna a la vez como navegar) epistolar escribí este parrafito en respuesta a un amigo que mencionaba su nombre a raiz un suicidio conjunto de marido y mujer, como el de Paul Lafargue, el yerno de Marx.
Lafargue fue un personaje curioso y es creíble que lo fuese por su educación «española», aunque posase la mayor parte de su vida como francés. Vivió mucho tiempo en España y fue niño en Cuba que era de lo mejor de la España de entonces, sobre todo para los acaudalados como su familia. Leí su opúsculo «El derecho a la pereza» hace muchos años y no me gusto mucho aunque tiene cierta «gracia» revolucionaria. Como muchas obras «marxistas» de nuestra juventud prohibida, ahora se puede encontrar gratis en muchos sitios, por ejemplo aquí. Su suegro no le tenía intelectualmente simpatía y dijo de él que era un charlatán, claro que ¿quien es del agrado de su suegro? Creo que tiene más actualidad hoy de la que parece, porque, aunque ya no se le lee, algunas de sus ideas son como esos mantras permanentes que los revolucionarios adinerados o como creo que Escohotado ha dicho alguna vez (si no así que me perdone el autor) los «pijos ricos revolucionarios» repiten sin pensar. Por ejemplo en el Apéndice del Derecho a la Pereza dice «un ciudadano que entrega su trabajo por dinero se degrada a la categoría de los esclavos, comete un crimen, que merece años de prisión». Me suena como esos argumentarios del «trabajo digno» que repiten los que tienen un trabajo mucho más que digno, que creo que escandalizarían a nuestros antepasados y que tienen una vida tan poco ejemplar en muchos casos. En cuanto a lo del suicidio probablemente (aunque nunca lo sabremos) influyó en que su mujer le acompañase, porque el había escrito tiempo atrás que no pensaba vivir más de 70 años (lo dice la Wikipedia en inglés).
Etiquetas: Coronavirus