Pensaba tomar notas para escribir algo sobre el debate de la prórroga del estado de alarma, cuyas medidas se podrían publicar a la ciudadanía antes de la fecha del debate para que supiésemos a qué nos exponen, pero he llegado tarde, me he encontrado con Rufián y no he podido continuar. No es que me caiga mal, es que ha aceptado un personaje que no está bien escrito.
En general es amenazador, pero me suena cursi.
Quiere ser internacionalista y defender a todas las personas del mundo mundial que no pueden votarle, pero le sale el nacionalista recentralizador (sí, recentralizador de su centro) a la primera.
Quiere defender al «diferente» como igual, pero se sabe superior a los de Saragossa.
Está en contra de banderas, pulseritas y medallas militares, pero a favor de la estelada siempre e incluso de su President elegido desde Waterloo.
Ha adoptado un habla enfática de telegrafista que desgrana silaba a sílaba o palabra a palabra como si la verdad entrase a golpecitos.
Salpica su alocución con simplezas que podamos entender (Esto- no- es- una- guerra,- esto- no- es- una- guerra).
Trufa su charla de grandes palabras e intenciones (que parece no compartir con nadie) y va y cita a REM (It´s the end of the world as we know it) sin mencionarlo. Por pudor no ha terminado la frase (and I feel fine).
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